No supe como reaccionar por los siguientes minutos, mi vista estaba fija en la escena y había dejado de escuchar algún ruido, sentir algún tacto, inclusive olvide que Ariel estaba a mi lado, ¿debería sentirme feliz de no notarlo por lo menos durante unos segundos?. No, no debería. Tampoco tendría que estar aprovechando el momento para devolverle el abrazo con fuerza mientras enterraba mi rostro en su cuello cuando sus intenciones eran puras al contrario de las mías. Algo dolió en mi pecho, recordandome que un chico con el que había quedado para más tarde estaba muerto, o talvez, que la persona a la cual abrazaba no era mía para conservar. Odie que fuera la segunda opción y me obligue a separarme de él. Era una mala idea y necesitaba mi propio espacio para no usarlo como escusa siempre que quisiera consuelo.Joder, ni siquiera me importaba que alguien estuviera muerto frente a mi más que el hecho de que mi plan para olvidar a Ariel con otra persona era un fracaso aún sin haber empezado. Mi madre tenía razón, era una pecadora que no merecía el perdón de dios, mi destino era quemarme en el infierno y ser torturada por la eternidad.
- Hey....¿a donde van esos pensamientos? Creo que son algo serios por tu rostro.
Mire a Ariel, ya no me abrazaba pero sostenía mi mano con fuerza.
No supe que contestar así que solo desvíe la mirada hacia el cuerpo que estaba siendo removido por las autoridades del internado, no eran policías, ni los había visto antes para algo que no fuera detener una pelea de estudiantes. Sus rostros duros como siempre, demostraron desconcierto bajo esa fachada de piedras andantes que tenían. Susurran bajito entre ellos y sus trajes blancos - semejantes a los de cualquier defensor de la paz - se mancharon de rojo y casi vomite al ver el rostro de Dylan de no ser por que Ariel me escondió en su pecho susurrando palabras consoladoras, aproveché el momentos sabiendo que los atormentados ojos blancos de Dylan me perseguirán cada vez que cierra los párpados.
.....
Las noches en el internado siempre son frías, cuando el resplandeciente sol abandonaba al desierto las temperaturas descendían peligrosos grados siendo capaces de matar a alguien que salía sin abrigarse. Pero esa noche fue la peor, el llanto desconsolado de los padres de la víctima acompañarón el resonar de los truenos, la lluvia chocaba contra los altos y polarizados vitrales de las ventanas mezclando su furia con los curiosos y para nada consientes de la situación susurros de los estudiantes. Aveces la naturaleza humana era increíble, es increíble que hablemos tanto de empatía cuando muchos se encontraban subiendo las fotos del cuerpo a internet en espera de unos cuantos "me gusta".
Eran asquerosos.
Otro teléfono móvil sonó, no era el primero, más de la mitad de los internados tenían el aparato pegado en la oreja narrando la situación a sus familiares. Caras molestas, otras tristes u asustadas eran todo lo que veía, entre todas ellas uno explotó en llano mientras intentaba limpiarse los mocos con el dorso de su mano libre, la chica a su lado froto su espalda en movimientos reconfortantes.
Me removí en mi asiento tentada a apartar la mano que sontenía la mía de un manotazo, pero no lo hice. No era momento de crear una escena solo porque mi hermana quería darme apoyo, apoyo que no pedí.
¿Quién lo hizo?.
¿Será una venganza por lo que pasó antes de su expulsión?.
¿Cuáles fueron los motivos del asesino?.
¿Sigue aquí?.
¿Esta entre nosotros?.
Me quiero ir.
Que pena que me perdí cuando el cuerpo aún estaba a la vista.
Esa fue la gota que derramó el vaso y me levanté furiosa mirando a la persona que hizo ese cometario - ¿qué fue lo que dijiste? - La morena me miro sorprendida, sin esperar que le dijera algo - repítelo.
- nada, solo hablaba, no es de tu incumbencia.
La reconocí como una de las chicas de mi salón que cotilleaba sobre el regreso de Dylan en Química.
- ¿Habe? - susurró temerosa Eva y volvió a tomar mi mano, esta vez si la solté y ella retrocedió.
- "que pena que me perdí cuando el cuerpo aún estaba a la vista" - repetí en voz alta para ser escuchada y los murmullos así como el llanto se retuvieron - ¿dijiste eso verdad?
La morena me mato con la mirada cuando se levantó para estar a mi misma altura, era más alta que ella por unos poco centímetros pero los use para pararme erguida y mirarla desde arriba como si ella fuera una simple mosca.
-¡¡tú!! - señaló en mi dirección con una uña increíblemente larga y falsa - ¿¡cómo te atreves a incriminarme así?! ¿¡no tendrás tú algo que ver y quieres distraer la atención para que me echen la culpa a mí?!
- ¿incriminar? - pregunté con calma - no se de que me hablas, solo te hice una pregunta, en ningún momento dije que tuvieras la culpa de algo, ¿por qué estás tan nerviosa?
La chica se quedó callada por unos segundo mientras los murmullos tomaban un nuevo rumbo. Ya no hablaban del cuerpo, ahora hablaban de la posible pelea entre la de ojos castaños y yo. "¿Quién ganaría si usan los puños?" Me pareció escuchar decir a alguien pero estaba demasiado sentada en su actitud como para decir algo. Con cada susurro no tan bajo de los estudiantes se hacía más pequeña, vi sus hombros temblar y sus ojos cristalizarse mientras intentaba defenderse con la voz rota. De inmediato me sentí mal, no debí haberme molestado por ello y mucho menos cogerla con ella cuando solo era una de las tantas que comentaban. Intente disculparme pero la mano en mi hombro junto a las palabras que siguieron la siguieron me dejaron muda.
- no debes disculparte Habe - Ariel nunca me llamaba por mi nombre - así como situaciones desesperadas ameritan soluciones desesperadas, momentos de tención generan palabras dañinas. No dijiste nada malo, al contrario, fue la señorita Orlando quien saltó a una conclusión premeditada.
La sala se llenó de un silencio incómodo mientras interpretaba sus palabras para finalmente darle la razón.
Ariel siempre tiene la razón.
Recordó esa vocecita a la cual llamaba consciencia.
Las autoridades sembraron la calma y abrieron las puertas dejando entrar a los padres que habían logrados llegar a pesar de la tormenta. Mi hermana suspiró aliviada dejándose caer en la silla con su cuerpo desparramado en la mesa del comedor, seguí su ejemplo recostándome al espaldar y tratando de no pensar demasiado en lo ocurrido, había sido un día estresante y la cabeza me martillaba con fuerza. Frote mi sien esperando de manera poco fructífera aliviarlo y deseando, en el momento, una de esas tantas pastillas para dormir que sabía que se hallaban en la despensa.
.......
Dos horas después, los estudiantes fueron mandados a sus habitaciones luego de una revisión en busca de alguna prueba por parte de los oficiales de blanco. Para mi mala suerte, adelantaron el día de vacaciones por ya haber culminado el período de exámenes, nada nos retenía aquí y vería a mi madre antes de lo planeado.
Suspiré.
Estirando mi mano tome la pastilla - de la cual no recordaba el nombre - de mi mesita de noche y la tragué luego de un sorbo de agua. Volví a acomodarme en la suavidad de mi cama y cerré los ojos en la oscuridad de mi habitación, solo escuchando la suave respiración de mi compañera de cuarto.
El sueño me secuestró con rapidez y no quise escapar. Una pregunta se hizo presente antes de caer por completo.
¿Cómo Ariel sabía su nombre si estoy segura de que no se conocen?
ESTÁS LEYENDO
Reino de mentiras (Saga Internado #1)
Roman d'amourMalo, ¿qué es malo para ti? ¿El alcohol? ¿las drogas? ¿El sexo? ¿Tu familia? O ¿tú mismo? ¿Sabes siquiera la respuesta? No, no la sabes Porque no hay respuesta correcta Es imposible que sepas lo que es malo si no lo haz vivido. ¿Lo haz vivido? ¿ento...