CAPÍTULO 5: AÚN MÁS.
Si alguien me viera en este instante, se reiría en mi cara y con toda la razón del mundo. Pero yo también tenía muchos puntos a favor para tener la razón. Nunca había hecho algo como esto antes, casi nunca... No, mejor dicho, jamás, había hecho algo como esto.
Mis padres me habían advertido muchas veces sobre hablar con extraños vía internet o mensajes, y aunque Miguel no era un extraño completamente, tampoco era un amigo o alguien cercano, ya su estatus en mi vida se decidiría pronto, y eso sería hoy.
Después de dos semanas y medias compartiendo mensajes de texto, por fin nos veríamos en persona como corresponde, en un sitio público y con personas, no en la noche en mi habitación.
Mientras observaba mi reflejo en el espejo de cuerpo completo que tenía detrás de mi puerta, suspiré. Los mismos ojos marrones, el mismo cabello castaño, y la misma piel morena. Todo estaba bien con mi cuerpo, pero sentía que debía dar más, que necesitaba... impresionarlo. Y eso solo me encerraba en un círculo de frustración, ya que mis habilidades con el cepillo y secador son escasos, y con la brocha y lápiz labial aún más.
Aunque esto no era una cita, mi inner Maia, sabía que debía y que podía dar más que eso. Pero realmente... ¿Un chico que apenas conocía merecía todo ese esfuerzo?
Al parecer la respuesta que me di fue que sí, ya que unas aptitudes con la brocha y el labial que sabía que no poseía, aparecieron y me dejo la cara con un bonito maquillaje, al menos en la escala de Maia. Con mi cabello no tuve que esforzarme mucho, solo pase el secador un poco en las raíces y deje las puntas al natural, debido a la cebollita usual que me hacía en el pelo, este se ondulaba solo.
Con la ropa elegí no esforzarme, no quería darle la formalidad que no tenía a la salida, así que opte por un jean, un suéter de color melón y unas converse negras. Me encantaba esta combinación que daba la impresión de me esforcé, pero no tanto; creo que de ahora en adelante me vestiré un poco más así.
Con un rápido "¡Ya me voy!", salí por la puerta de madera de nuestro departamento dirigiéndome al ascensor, mientras estaba en ahí dentro, no podía evitar no revisar todo el atuendo, como si en el trayecto de la puerta de madera a la puerta metalizada pudiera ocurrir el mayor de los desperfectos.
Divisé a lo lejos a un gran número de personas reunidas afuera del centro donde se haría la exposición, cerca de la verja de salida estaban mis amigos esperándome, y como siempre, estaban haciendo un alboroto digno de ellos. Sin pensarlo, sonreí. Cuando me acerque a ellos inmediatamente nos saludamos y empezamos a ponernos al día.
Al otro lado de unos arbustos que estaban muy bien podados y cuidados, lo vi, pero estaba de espaldas, así que, por lo tanto, no podía verlo de frente ni él a mí. Pero eso no impidió que estuviera cada tanto pendiente de lo que estaba haciendo; poco a poco iba saludando a los que conocía en el evento y así me iba acercando a donde se encontraba el grupo donde se estaba Miguel, pero sin llegar a estar tan cerca como para dar a entender que iba a saludarlo primero.
Mientras hablaba con una vieja amiga siento un cosquilleo en mi espalda, la inner Maia tiembla, pero me mantengo lo más serena que puedo en una situación como esta; y confirmo que me están viendo porque mi amiga me lanza una mirada de esas que solo dicen ¿Qué le pasa a ese tipo contigo? Mientras me doy la vuelta, poco a poco, miles de cosas pasan a años luz por mi mente, y para el momento en el que ya estoy viéndolo, frente a frente, terminan, se borran, desaparecen.
Ahí estaba, con una chemise blanca con el cuello y bordes negros, sonrisa radiante, el pelo un poco más largo de lo que recordaba moviéndose con la brisa, mientras una mano pasaba por él tratando de ordenarlo, jeans oscuros y unas zapatillas de suela fina, grises; la otra mano la tenía metida en el bolsillo derecho, sus ojos marrones estaban mirando directamente en mi dirección, su piel del color del café con leche... Todo él era simplemente deslumbrante. O eso era lo que me parecía a mí.
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Maia
Teen Fiction"... El destino, dicen, da vueltas y más vueltas, siempre acabando en el mismo lugar, haciendo que nos encontremos con las mismas personas ya sean queridas, o no, seguramente. Pero lo que realmente nos aseguran, es que, todo pasa por algo." Maia, un...