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Volver a empezar

El cansancio de la mujer mayor que vivía en una casa de la muralla Rose se notaba a flor de piel, la escuela a donde asiste es lejana a su ubicación, las familias adineradas que viven en Rose le exigen venir a enseñarle a sus hijos o nietos.

Era claro que las educadoras dentro de las murallas eran escasas y ella a ser una de esas exigian de su servicio, pero claro, si este arduo trabajo hace salir adelante a ella y los niños, no lo pensaba dos veces.

Aurora espertó de la cama donde compartía con Mikasa aún dormida, con cuidado de no despertar a la otra niña, salió de la cama a la luz de la mañana, vio como el frío empezaba a notarse en el vidrio, la nieve no tardaría en descender.

La pequeña somnolienta bajo las escaleras que daban a paso a la sala, la cosecha que hicieron ayer fue lo que tenía tan cansados a los más pequeños, su cuerpo dolía cada vez que movía un músculo de sus brazos y espalda pero sin quejas fue hacia su mamá quien preparaba el desayuno.

Sus manos fueron a la cintura de su mamá, pegó su cabeza a su espalda y con melancolía abrazaba a su madre ya que tenía pesadillas por las noches, no quería perder a nadie más.

—Extraño a papá.

—Yo también —mencionó en un hilo de voz.

Se podía escuchar la madera rechinando, significa que alguien bajaba de las escaleras, cuando voltearon las dos presentes encontraron a Eren, Mikasa y Armin llegar de arriba, saludaron a las mayores y empezaron a poner la mesa.

Dos meses pasaron después de esa gran catástrofe, perjudicó a todos los presentes, alguien había perdido a un ser amado, eso hizo que cada uno tuviera metas para su futuro.

Los cinco se sentaron en la mesa, no había mucho ruido, el silencio reinaba hasta que la madre de la mayor habló notificando que no vendría hasta mañana, la ciudad a donde se dirigía era lejos pero una familia de Sina que vive por el momento en un lago privado en Rose, le escribieron para que pudiera ir a enseñarle a unos pequeños gemelos, todos asintieron y de nuevo un gran silencio se mostró.

—Me pasas un pan, por favor —dijo Eren.

—Claro —respondiste

La joven tomó la canasta donde se encontraba el pan e iba a dejar que el niño agarrara pero la cara de él cambió al ver que solo la pasó delante de él.

—¡Oye! —se quejó el menor con un leve ceño fruncido

—Dijiste que te lo pasara, no que te lo diera.

Dos risas se escucharon, eran provenientes de los otros dos niños, quienes trataban de no hacerlo pero les ganó su risa, algo raro que aveces sucedía con la peli negra pero en fin, eran unos niños.

—Aurora, dale el pan —Dijo la mujer con seriedad.

Tras aquel acto la niña sólo hizo una mueca notando el nulo humor que tenía su madre en estos momentos, no podía juzgarla pero tampoco estar de acuerdo.

Cuando recogieron todo, la madre de Aurora se retiró, mientras que los niños se alistaban para ir a la cosecha al ser refugiados de la muralla Rose.

Traición, dolor y amor (Reiner y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora