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Adam y yo atravesamos el cementerio en silencio, teníamos que empezar a poner el plan en marcha, fijé mi vista en el, seguía completamente igual que cuando éramos niños, solo que esas pecas tan características le han ido desapareciendo con los años.
Sus ojos verdes miraban fijamente el camino de tierra que nos llevaba a la salida del cementerio, parecía estar centrado en el camino que recorrían sus pies, pero se que su mente está sumida en sus pensamientos.
Todo esto nos ayudará a ambos, estoy segura de ello.
-Primero de todo, necesitamos un sitio donde no nos descubran Irina, si no, sabes lo que nos pasará- por primera vez en todo el camino de vuelta Adam habló.
-No te preocupes por eso, tengo el sitio perfecto- quise que mi voz sonase totalmente segura para calmar los nervios de Adam, y parece ser que tuvo efecto, Adam relajó su postura, relajó sus hombros y sus ojos ya no transmitían esa chispa de miedo, nervios e inseguridad.
-A que estamos esperando entonces- agarré su mano y comencé a guiarle hasta el sitio que en mi cabeza había planeado como perfecto.
Tras 20 minutos caminando por las calles de nuestra zona residencial, vemos la fachada de mi casa, me acerco a la valla que impide la entrada a la zona del jardín que la rodea y abro el candado.
Caminamos por el jardín, rodeando mi casa y llegamos hasta la parte posterior, donde una puerta que lleva al sótano de esta se abre paso ante nuestros ojos. Saco el manojo de llaves que tenía guardado en mi bolsillo trasero y voy probando una por una las llaves que no conozco hasta dar con la que abre el cerrojo de aquel sótano. Las bisagras de las dos pequeñas puertas de madera chirrían cuando se abren. Una nube de polvo nos cubre por completo, consiguiendo que un ataque de tos nos invada a ambos, tras varios segundos, esa nube de polvo desaparece, dejando a la vista unas escaleras de madera pintadas de blanco, ya un poco desgastadas por el descuido que han sufrido durante todos estos años, encendemos la linterna de nuestros móviles y bajamos lentamente y con cuidado dichas escaleras.
-Cierra las puertas Adam, no quiero arriesgarme a que nos descubra mi padre entrando aquí y habiendo cogido este manojo de llaves sin permiso- Adam se da la vuelta, sube un par de escalones, y habiendo comprobado antes que mi padre no rondaba por allí, se asomó hasta alcanzar las puertas y lentamente, y evitando hacer cualquier ruido, las cerró.
Bajamos lentamente aquellas escaleras, un crujido acompañaba cada paso que dábamos, no estaba completamente segura de que estas escaleras estuviesen en condiciones para aguantar bien nuestro peso, pero por suerte, logramos bajarlas todas y cada una de ellas sin ningún tipo de contratiempo.
-Creo recordar que por aquí había alguna luz que alumbraba todo este sitio- dirigí la luz de mi móvil hacia el techo de madera de aquel viejo lugar, hasta que dí con la pequeña bombilla que mi mente recordaba haber visto- Adam tira de esa cuerda- señalé la cuerda amarillenta que se encontraba al lado de la bombilla- con suerte aún funcionará.
Adam alcanza la cuerda sin problema y tira de ella, yo en cambio, con lo bajita que soy, no creo poder haberla alcanzado. Un pequeño chispazo sale de aquella bombilla y en cuestión de un milisegundo volvemos a sumirnos en la oscuridad.
-Mierda- recorro el lugar con la linterna del móvil- busquemos algún recambio- Adam y yo nos disponemos a buscar por los muebles y estanterías que componen el lugar, abrimos los cajones de las distintas estanterías y cómodas, revisamos cada una de las cajas que por allí había tiradas, hasta que por fin, dimos con una caja con varios recambios para la luz.
Adam mira la caja y coge uno de ellos- esperemos que funcionen- se acerca hasta aquella vieja bombilla y empieza a desenroscarla con cuidado, me da la bombilla fundida y se dispone a probar el recambio. Comprueba que está bien enroscada y tira de la pequeña cuerda que activa el mecanismo.
La luz se abre paso en el lugar, dejándonos, por primera vez en todo el tiempo que llevamos aquí abajo, una vista completa del lugar, nuestros ojos tardaron unos segundos en acostumbrarse al cambio repentino de iluminación. Adam empieza a recorrer cada esquina del lugar- no tenía ni idea de la existencia de este sótano- las estanterías que antes veíamos un poco a ciegas ahora podíamos explorarlas sin problema, estaban repletas de libros, enciclopedias, algunos diplomas y réplicas en miniatura de grandes esculturas y edificios.
-Es el viejo taller de mi padre- el lugar se notaba que estaba totalmente descuidado, un montón de telarañas se acumulaban en las esquinas del techo de madera, se podían vislumbrar algunas motas de moho debido a la humedad acumulada, un olor a cerrado estaba impregnado por todo el lugar, aprovechamos para abrir una de las ventanas y ventilarlo un poco, la pintura gris de las paredes estaba completamente desgastada y algo desteñida, este lugar necesita una limpieza y una mano de pintura urgentemente.
Me acerco a la vieja mesa de trabajo que está en mitad de aquella sala, acaricio la madera de caoba, aprecié ese color rojizo tan característico. La misma foto que se encuentra en la lápida de mi madre está sobre el escritorio de esta, abro uno por uno todos los cajones y empiezo a mirar que hay en cada uno de ellos, proyectos de trabajos, una lista de distintos productos, herramientas, varios libros sobre ingeniería, libretas de varios tamaños y colores y, lo que llamó especialmente mi atención, una caja de pinturas acrílicas y pinceles sin abrir, con una nota pegada en la cubierta de la caja, agarro aquella caja y leo mentalmente la pequeña nota.
"Para que sigas desarrollando tu arte, te quiere Axel"
La letra estaba bien cuidada y perfeccionada, escrita a bolígrafo azul sobre aquel trozo de folio blanco.
Estaba firmada por mi padre. ¿Para quién iba destinada esta caja de pinturas?-Irina- la voz de Adam consigue que aparte los ojos de aquella caja de pinturas y centro mi vista en él, le veo con una especie de manta blanca colgando de sus manos- deberías ver esto.
Un lienzo en un caballete fue lo siguiente que mis ojos vieron, me acerqué lentamente hasta aquella pintura, era el retrato de una niña pequeña, sus grandes ojos verdes resaltaban en toda la obra, acompañados por una pequeña estrechez al final de ellos debido a la amplia sonrisa que aparecía en la cara de la niña. La Niña tenía unos mofletes bastante llamativos, algo sonrosados y marcados con unos hoyuelos provocados por su sonrisa. Los rizos de su pelo negro azabache caían por ambos lados de su rostro pálido y por la parte superior de un vestido azul, cubriendo parte de este, el cual tenía las mangas algo abullonadas. Sus pequeñas manos sujetaban un oso de peluche marrón claro con un lazo blanco, mientras lo enseñaba orgullosa a la persona que tenía enfrente, en este caso nosotros, quienes estábamos admirando esta obra de arte. En la esquina inferior derecha veo, en forma de firma, las iniciales de mi madre.
-Nunca me dijiste que tu madre pintaba- Adam estaba a mi lado, admirando, al igual que yo, cada detalle de la obra que teníamos enfrente, acaricié con suavidad aquel lienzo, y sin apartar la vista de la pintura:
-No sabía que lo hacía- agarré la manta que tenía Adam en las manos, dispuesta a tapar el lienzo de nuevo, cuando mi vista se centró en unas pequeñas palabras que se encontraban en la esquina inferior izquierda, tuve que acercarme para saber que es lo que mi madre había escrito en aquel lugar de la obra.
"Se valiente como un peón, empieza la partida"
Y una representación en miniatura de la pieza de ajedrez marcaba el final de aquella frase.
Una sonrisa apareció en mis labios, cogí la fina tela blanca y tapé el lienzo.La partida ya ha empezado mamá, y debes saber que el peón se transformará en reina para ganar.
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Comienza la Revolución
RomanceAño 2907, el gobierno controla todos y cada uno de nuestros movimientos desde que nacemos, intentando evitar así, que vuelvan a ocurrir los hechos de hace 300 años, cuando la sobrepoblación casi lleva a la civilización a su extinción. Para ello hay...