Capitulo 1

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No fue justo que mi jefe me ordenara ir.


—No entiendo por qué es un problema tan grande. Solo se trata deuna mañana de tus días libres. No estamos hablando de todas tus... ¿Hacesel favor de mirarme?


Pero no tenía tiempo. Estaba poniendo en orden algunos papeles demi escritorio antes de marcharme. Tenía a diferentes personas haciendocosas diferentes, y así los amontonaba.


—Mi mejor amiga se casa, Knox. No quiero pensar en...


—Necesito que te reúnas con esa mujer, Stef. Eres el único quepuede cerrar el trato, así que irás tú.


—Iré cuando vuelva —respondí ausente mientras comprobaba mibuzón interno de correo electrónico, esperando que cogiera la indirecta yse marchara.


—Mírame.


Pero yo estaba muy ocupado. Había cosas que tenía que terminarantes de irme para no preocuparme. Mi ayudante era extraordinaria, perono podía dejarle todo a ella. Me mataría.


—Stefan.


Levanté la mirada de la pantalla del ordenador para encontrarme conla suya.


—Tiene sentido para ti, ¿no es así? Vas a volar a Amarillo...


—¿Qué?
—Stefan. —Su voz sonó malhumorada cuando se dio cuenta de quehabía dejado de escucharle.


—¿Todavía seguimos hablando de esto?


—Vas a ir a Amarillo para tu...


—Lubbock —le corregí—. Voy a volar a Lubbock.


—Lo que sea. ¿Me estás diciendo que vas a volar a Lubbock yconducir a la pequeña ciudad donde tu amiga se casa, que resulta estar unaciudad más allá de donde vive la señora Freeman, y luego vas a volveraquí, a Chicago, sólo para volverte a ir y hacer el mismo viaje de nuevo?¿Te parece eso lógico?


No, no me lo parecía. E incluso, aunque no tenía ninguna intenciónde decírselo, mi mejor amiga, Charlotte Holloway —en breve CharlotteCantwell—, me había dicho exactamente lo mismo cuando le expliqué loque mi jefe estaba planeando.


—Tú ve a la reunión —rio al teléfono—. Por el amor de Dios, Stef,solo será la mañana del jueves, y todo el lío de la boda no empieza hasta lanoche. No me importa en absoluto, te lo juro por Dios.


—Te molestará que convierta tu boda en un viaje de negocios.


—Solo me molestaré si no estás ahí cuando te necesite. Aparte deeso... me parece bien.


—Pero...


—Stef, estoy en Winston. Tú vas a Hillman. En serio, está como auna hora de distancia como mucho.

En el momento perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora