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Su trabajo, preparar tazas de café para sus clientes.

Su paga, ver a los clientes disfrutar de una buena bebida caliente.

Su pasión, saber que una taza de café puede iniciar algo realmente especial.

Esa era su filosofía de vida a sus 26 años, y es que desde tres años atrás atendía en aquel establecimiento, preparando la mayoría de bebidas; pero sin duda, su especialidad era el café.

-Un Americano y dos rosquillas.

Escuchó decir al chico de la caja dos, dando la orden.

En cuestión de minutos el café sin azúcar fue entregado, junto a dos rosquillas de chocolate.

-Disfrute su bebida señor Choi. -Se despidió, mirando como aquel hombre de traje salía del establecimiento con una sonrisa tras tomar un primer sorbo.

-Dos lattes y un chocolate caliente. -Se volvió a escuchar por parte de la chica en la caja tres. -Ah, y una caja de galletas con chispas.

Y volviendo a las enormes máquinas que contenían el grano, preparó dos lattes, uno sin azúcar en un vaso de vidrio y otro solo con dos sobres de endulcolorante, el primero con esa típica espuma que cubre la parte superior, y el segundo con una figura de una bonita hoja decorando la superficie de la taza blanca.

-El chocolate y las galletas están listas.

-Yo las llevo. -Anunció, colocando todo en una bandeja y saliendo para entregar la orden.

Llegando a la mesa donde los clientes ya esperaban el pedido, sonrió comenzando a colocar todo en la superficie plana de madera.

-Un latte con bastante espuma y sin azúcar, un latte con stevia, no azúcar y sin espuma, y un chocolate caliente con malvaviscos. Además de una caja de galletas con chispas y traje galletas de avena, estás las invito yo. Disfruten.

Y tras recibir el agradecimiento de la bonita familia volvió a su puesto.

-Aaah, este chico es realmente encantador ¿Verdad Somi?

-Si papi, y es muy guapo. -Escuchó decir a la pequeña que daba otra mordida a su galleta.

-Eeeh, usted es muy pequeña para decir esas cosas señorita. -Intercedió el tercero ahí, ganándose una patada por debajo de la mesa de su esposo. - ¿Qué? ¿Por qué me ves así? 

-Eres un sobreprotector, HanSol.

Si, sin duda ver clientes satisfechos y pasando un buen rato era lo mejor del mundo, una taza de café era capaz de conectar a las personas, aunque sonara a una tontería, así era para él.

-Un cappuccino. -Exclamaron los cajeros de la casilla uno y tres al mismo tiempo.

-A la orden. -Los pedidos fueron hechos y colocados en la barra uno a lado del otro. -Sale un cappuccino.

Lo curioso fue ver cómo los dos clientes que esperaban la misma bebida tomaron el mismo vaso, soltandolo al instante; escena que claramente aquel empleado no se podía perder.

-Disculpa, creí que era mi capuccino. -Se disculpó primero el más pálido de ambos.

-Descuida, puedes tomarlo, esperaré el siguiente. -Respondió con una sonrisa el contrario, dejando ver un lindo colmillo.

-Oh no, tengo tiempo para esperar, seguro llevas prisa. -Volvió a insistir, acomodando los anteojos sobre el puente de su nariz.

-También tengo tiempo, solo venía a tomar algo y pasar la mañana.

-Si me permiten -Intercedió el hombre tras la barra, evitando reír por lo que estaba presenciando. -El segundo capuccino está justo a lado, porque no los toman y van a conversar en una mesa, les llevaré algo para acompañar en seguida.

-Ah, no, no quiero incomodar y robarle tiempo... -Fue interrumpido ante la risa del más alto.

-Descuida, me gusta la buena compañía. Soy MinGyu.

-Bien, entonces vayan, aller! Aller! -Animó, siendo acatada la orden.

Una vez entregadas dos rebanadas de pastel de chocolate volvió a su puesto tras las máquinas cafeteras y sonrió recargándose en la barra para disfrutar del sereno ambiente que reinaba en el lugar.

-¿No te encanta sentir el amor y la felicidad en el aire? -Inquirió dando un pequeño suspiro.

-Solo tú vez eso en el ambiente, hyung. -Respondió sin mucho interés el chico a su lado, que limpiaba una de las cafeteras.

-No seas tan amargado como un americano, para empezar eres chino, HaoHao. -Bromeó, riendo hasta notar que el menor no lo hacía. -Mal chiste, lo siento.

-Descuide, es solo que eh tenido una semana, difícil. -Explicó, sonando algo desanimado.

-¿Es por el chico que vino hace unos días con el otro niño? -La sorpresa del castaño fue mucha, lo notaba en su expresión. -Ví cómo los veías, querías matar al pequeñín.

-No matarlo, solo alejarlo un poco. -Rió, viéndose solo en la acción. -Mal chiste.

-Como sea, deberías hablar con ese chico si te gusta tanto, y tal vez dejarías de sentirte así. -Aconsejo con una leve sonrisa.

-Lo dice así porque seguro jamás ha tenido problemas amorosos, no es tan sencillo, enamorarse en bastante complicado.

-No hay nada tan complejo en este mundo que el café no arreglé. -Se jactó.

-Claro, porque un café puede incluso enamorar a alguien.

-Tú lo has dicho, y no es mentira -Soltó una pequeña risa. -Es una forma de entregar tus sentimientos de forma cálida tratándose de...

Sus palabras fueron apagándose al escuchar la puerta del local abrirse, aunque esto era distinto como si aquella persona por cruzar el umbral llamará su atención con insistencia.

Había jurado escuchar el timbre de la campana mucho más bajo distorsionandose en un lapso temporal que de momento, se volvió eterno; todo a su alrededor iba en cámara lenta al ver el rostro del hombre que se adentraba en el establecimiento.

Las luces a su alrededor se apagaban, enfocando solo a quien avanzaba hacia el frente, perdiéndose en aquella silueta; era alto, azabache, facciones finas y delgado, luciendo como todo un caballero con aquel saco color beige y una corbata negra, contrastando con la camisa blanca y el pantalón del mismo color al saco.

-Buenos días, ¿Podría prepararme un moca con canela? Por favor.

Y no necesito más para caer bajo el encanto de aquel apuesto cliente. Se apresuró en tomar la orden y preparar con cautela el pedido, calmando el temblor de sus manos cerca de tres veces.

-Moca listo. -Dijo con un tono mucho más agudo de lo normal, llamando la atención de más de uno.

-Creo que es mío. -Escuchó del misterioso cliente, empujó el vaso unos milímetros hacía el otro lado. -Gracias, se ve delicioso.

Y no pudo atender los siguientes seis pedidos, pues se encontraba perdido observando al de traje sentado a unos metros de él, mientras fingía limpiar la barra, la cafetera, la barra, tazas, la barra...

-¿Hyung? ¿Estás bien? Seokssi llevaba pidiendo un latte con espuma hace un rato, creí que lo haría usted.

-Claro, un chocolate y un pastelillo con un puma en seguida. -Respondió sin despegar la vista de aquel hombre.

-¿Qué? Mejor lo hago yo, demasiada cafeína para usted hoy.

Y claro que no le escuchó, pues su mente se encontraba en otra parte, volviendo poco a poco en si cuando su caballero andante se acercó hacia él.

-¿Ha preparado usted esto? -Asintió levemente, sonriendo como un tonto perdido. -Estaba delicioso, sin duda me recomendaron el mejor lugar para beber café. Pasaré mañana nuevamente. Tengan buen día.

Y sin poder decirle nada lo vio marcharse, saliendo de su ensoñación pero con la ilusión de poder verlo nuevamente.

Coffee | SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora