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Cuatro días habían pasado desde la llegada del nuevo cliente y en esos cuatro días no había dejado de hacer pequeñas acciones para demostrar su interés de alguna manera.

El primer día luego de conocerse le obsequio una bolsita de galletas de avena, la cual agradeció con la misma amabilidad del día anterior.

–Ha estado muy bueno todo, ¿Sus galletas son orgánicas? Tenían un sabor peculiar, no suelo comerlas, pero no estaban mal, gracias.

Le escucho decir al gerente, quien solo asintió y sin entender mucho, volvió a sus actividades.

Por suerte, no había mencionado que se le habían obsequiado o estaría en problemas por regalar productos de nuevo.

Para el día número dos, le fue entregado un latte con un lindo corazón formado con la espuma. El cual tal vez sintió como demasiado aunque aquello lo olvido al verlo beberlo hasta la última gota, totalmente ensimismado en la imagen del chico bebiendo de manera tan elegante y varonil.

–Tienen talento en los lattes, creo que pediré de esos más seguido –Le dijo a alguien al otro lado de la linea telefónica–. Tal vez podrían dibujar una guitarra después –Bromeó, aunque el otro llegó a planearse si eso era posible.

En la tercer visita decidió ir más allá, entregando una rebanada del pastel más delicioso que tenían, decidiendo pagarlo por cuenta propia para evitarse el sermón y el regaño después.

–¿Ese pastel es para mí? –El chico en pie asintió nervioso. –Gracias pero no eh ordenado pastel.

–Es como forma de darle las gracias por preferirnos. –Respondió, trabando algunas palabras ante el nerviosismo, a lo que una sonrisa fue lo único que apareció por parte del otro.

Sonrisa que derritió su corazón, haciéndolo sonrojar tanto que cubrió su rostro con la charola y huyó. Lo que resto de la estadía de aquel cliente la paso en silencio, dando la espalda a la barra y solo preparando y pasando los pedidos al castaño.

–Gracias por el pastel, mis felicitaciones al repostero.

Le escuchó decir a alguien, asomándose un poco para ver qué se lo decía a MingHao, sintiéndose un tanto celoso aunque feliz por qué le gustará el pastel.

El cuarto día se preparó mentalmente para así hablarle sin ponerse colorado del rostro y que sus manos no temblaran o sudara en exceso.

–Un latte con una rebanada de cheesecake.

Tomo el pedido incluso si la chica que estaba aún cobrando la compra apenas estaban por entregar la orden, sirviendo la rebanada y preparando el latte con calma pero sin perder tiempo; intentando crear la guitarra con la espuma, si, después de todo se lo tomó en serio, la cual no parecía una y en su frustración decidió convertirla en algún garabato o algo similar, olvidándose del tiempo, para obtener de nuevo una mancha.

Intentó con otro latte, teniendo el mismo resultado, y decidió probar una tercera vez aunque...

–Un capuccino con canela y leche semi descremada con galletas de avena.

–Dos americanos bien cargados con una de azúcar y una orden de buñuelos.

–Dos mocas, uno con chocolate y dos lattes, más dos cajas de galletas de surtido.

Tres pedidos a la vez le fueron entregados y claramente debía atenderlos, MingHao no podría solo.

–Yo llevo esto, debe ser para el chico de allá, lleva esperando un buen rato –Escuchó decir a uno de los empleados, llevándose tanto la rebanada como el latte mal hecho en una charola.

–Espera no está... –Muy tarde, ya había partido. –Bien hecho.

El quinto día, mientras esperaba a su llegada, los pedidos fueron atendidos con normalidad, claro hasta que hizo acto de presencia y ahora se encontraba totalmente centrado en atender el pedido del pelinegro.

–Hola, buenos días. Me gustaría un capuccino, con dos de azúcar, por favor.

–Trabajando. –Gritó en seguida, aunque claro el pedido ni siquiera había sido cobrado aún, y nuevamente ya se estaba preparando.

–Solo llega el trajeado y lo perdemos. –Murmuró el otro barista, saliendo de la cocina con un par de rebanas de pastel. –Hyung, perderá su empleo si sigue enfocándose en un solo cliente; en este cliente para ser más específicos.

–No, está bien, toda mi atención es para él. –Musitó, terminando el capuccino que se le iba a entregar.

–Parece que JeongHan está enamorado. –Susurró la pelinegra, soltando un suspiro.

–Más bien obsesionado. –Corrigió su compañero del puesto conjunto, fingiendo asco por la situación.

¿Y qué si lo estaba? Yoon JeongHan estaba perdido por un hombre, ¿y? No sería el primero o último en perder el sentido común al estar bajo los efectos del enamoramiento, porque seguramente eso era.

Si, se estaba enamorando.

Coffee | SeventeenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora