Narrado Desde El Silencio

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Soñé contigo, como lo llevo haciendo estos años.
Algunas veces tomas mi mano y caminamos, otras solo nos besamos.

Los mejores son cuando nos abrazamos, solo un eterno instante en el que puedo hacer que nunca me sueltes.
Pero cuando despierto vuelvo a estar sola en el cuarto.

Llevó viendo tu espalda por años, a veces esta más lejos, otras más cerca.
Aún recuerdo el día en que nos conocimos, recordaba tu nombre por un viejo amigo.

Caminabas por el pasillo hacia la biblioteca, con tu chamarra negra y bolsa blanca en mano, a tu lado estaba uno de tus amigos.

A veces me pregunto que hubiera pasado si no te hubiera hablado, si hubiera guardado mis palabras, si no hubiera recordado tu nombre, si no me hubiera gustado tu chamarra.

Quizá fue el destino, mi impulso maníaco de querer hacer amigos así costara mi temor.

Recuerdo que miraste hacia donde estaba sentada, cambiaste el lado de la bolsa y tocaste el cuello redondo de tu camisa con la mano libre, fue el momento en el que el destino se enlazó, porque el liston también apretó mi mano.

Y comenzamos a hablar.

En mensajes.

En llamadas.

En el salón.

En las bancas.

En las jardineras.

En los pasillos.

Me diste una playlist que ya he perdido, y yo abrazaba mis miedos cada vez que tenias los brazos extendidos. Porque tus abrazos eran los más seguros del mundo.

Pero yo era mucho ruido para tanto silencio, mucha molestia para tanto orden, era como el zumbido de una computadora en un apartamentos minimalista.

Mientras apreciaba el silencio de tu llegada, habían más risas que llamaban a tu sonrisa. Me convertí en un fantasma.
Tus pasos se alejaron, y tengo capturado el momento exacto en el que la tormenta me rodeó.

Nunca caminamos al mismo tiempo, y el ritmo de tus latidos siempre fue más lento que el mío.

Estar a tu lado se sentía como la descarga de un rayo en el último árbol del mundo.
Siempre estaba atrás, cuando comprabas algo por mi, cuando tomába tu brazo para no resbalar en el metro.

Te escribí mil poemas, te lloré mil noches, te escuché en canciones, te leí en personajes, te vi en series y te adoré en imágenes.

Discutimos en las escaleras, en papeles, y hasta en tiendas; Una vez quería callarte con besos pero mi mano llegó antes que mis labios, entonces tú besaste mi mano.

Y aún después de tanto y no vernos por años, de haber cambiado grupos y charlar entre tantos, no desapareciste.

Entonces te regalé una cartera, para que el día que encontrarás el retrato que iluminara tus ojos, lo usaras en ella.

Porque así al menos podría seguir apoyándote desde atrás. Porque me dio miedo poner mi retrato en ella.

Y aunque todo quedó pendiente a un hilo y sin nada que confirmar, nunca dejé de mirar al espacio, esperando que te dieras cuenta de que estoy al lado.

Ya no espero tu sonrisa, ni siquiera que tu brisa llegue a mi sombrilla, pero sigo soñandote, he aceptado que nuestros listones no están entrelazados, se enredaron, y es difícil ver en final y no comprendo el inicio.

Por eso quedar como amigos fue el mejor final, pero no significa que mi corazón se conformará, te buscaré en el cielo, te buscaré en mi playlist, te extrañare mil años, con el recuerdo un buen amor y el sentimiento del mejor compañero.

Desde el castillo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora