Hugo
Nunca me había planteado que mi vida fuera como lo es ahora. Nunca me había planteado que viviría en uno de los peores barrios de mi ciudad, rodeado de bandas, de drogas y de todo lo que antes me alejaba. Mi ruina comenzó un 29 de marzo, cuando a las 4 de la mañana me desperté con los gritos de mi madre. Yo tenía 18 años. Mi hermano, Sam, tenía 15. Recuerdo ver a mi padre, apuntar con una pistola a mi madre. Llevaba un año sin ver a ese cabrón y, en el mejor momento de mi vida apareció, para joder todo lo que habíamos sembrado mi madre, mi hermano y yo.
Mi madre gritaba que nos fuéramos arriba, pero yo no pensaba dejarla sola. Recuerdo gritar que la dejará, que lo mataría. Eso parecía divertirle porque se empezó a reír. Seguido de eso, solo escuche un disparo. Mi madre cayó al suelo. Mi corazón se paró por unos segundos, todo iba lento y no sabía como reaccionar. Mi hermano se apresuró en ir hacia mi madre y yo, simplemente me quede en shock. Mi padre se disparó. Me gustaría haberlo matado yo con mis propias manos. No le valió haberla maltratado durante años, haberle hecho daño que ahora, cuando se alejó de él y había encontrado a quien le hacía feliz, acaba con su felicidad. Un solo disparo que arruinó todo por lo que habíamos luchado.
Luego de todo lo que habíamos vivido, me replanteé que debería de hacer. Mi hermano Sam se quedó con la vecina, la cual lo quería como si fuera su hijo, ya que sabía todo lo que pasaba con mi madre. Yo era mayor de edad así que, decidí huir de ese sitio. Aunque ese barrio era uno de los mejores, no quería estar allí ni un segundo más. Cogí la poca ropa que creí necesitar y me marché.
Mi vida durante los primeros seis meses se resume en drogas, fiesta y mujeres. No quería saber nada, quería que todo lo que había pasado se me olvidará, como si nunca hubiera pasado, pero eso no ocurre tan fácil. Aunque me emborrachaba y me drogaba, las pesadillas con el suceso no paraban y me hacía recordar que ella me faltaba. Recuerdo haber roto un par de cosas en el piso en el que me encuentro por rabia hacia mi mismo. Me odiaba por no haberla salvado.
Estos últimos meses me había metido en una banda de mi barrio. Me hacía sentir que no estaba solo, pero tampoco los consideraba amigos. Simplemente pasaba el tiempo con ellos cuando lo necesitaba. Nos protegíamos entre todos y lo pasábamos bien. Hacíamos carreras en un campo cerca del barrio. Era divertido sentir esa adrenalina de la velocidad, me sentía bien haciéndolo. Mike era el jefe de la banda y era un tanto estúpido, aunque tampoco tenía mucha relación con él, pero la poca que tenía me había servido para darme cuenta del tipo de persona que era. Le gustaba sentirse superior a los demás.
Ahora estaba solo en mi piso, decidí levantarme e ir a ver a James. James era el novio de mi madre, era casi un padre para mí. El me había enseñado tantas cosas y me había ayudado que, no concebía otra persona como padre. James tenía una cafetería a unos quince minutos de mi casa y siempre que no estaba metido en algún lio, me pasaba.
Me puse una camiseta blanca, unos vaqueros negros y una chaqueta negra, junto con mis botas negras. Me miré al espejo. Estoy como la mierda. Tampoco podía estar bien luego de llevar tres días de fiesta. No recordaba mucho, pero por mi aspecto, me había ido igual que siempre. Salí por la puerta de mi piso y me puse mis auriculares hasta llegar a la cafetería de James.
Entré por la puerta y me encontré a James sirviendo café a una chica que estaba en una mesa. Estaban hablando alegremente. La chica tendría mi edad más o menos, era rubia y tenía unos ojos preciosos. Dirigí mi vista hacia la mesa y vi muchos libros. Ahora puedo entender que en su mesa haya tantas tazas de café. Hicimos contacto visual, sus ojos se posaron en los míos y pude ver como se sonrojaba. Le sonreí y dirigí la mirada a James:
- ¡Hugo! Por fin has venido a visitarme, chaval – dijo James, sonriendo.
- Hola James, he estado ocupado, me gustaría haber venido antes – dije, con media sonrisa.
- Ven, siéntate en la barra – dijo y me dirigí a una de las sillas de la barra. Volví a mirar a la chica rubia, que volvió a concentrarse en sus libros.
James me sirvió lo mismo de siempre; mi café con leche y unas tortitas. Era lo que siempre me pedía, era lo que más me gustaba en el mundo. Mi madre siempre pedía eso cuando nos traía aquí. James me sacó de mis pensamientos:
- Hugo – llamó mi atención - ¿cómo has estado?
- Bueno – bajé la mirada – podría estar mejor, ya sabes – creo que James no necesita que le diga nada más.
- Tienes que dejar todo esto ya... siempre te lo digo, que tienes que venir conmigo, traemos a tu hermano... - lo interrumpí
- No – dije seco – no me encuentro bien aún, este es ahora mi mundo aunque no sea el mejor, me siento bien aquí.
- Pero...
James iba a seguir, pero escuchamos a la chica rubia hablar por teléfono algo nerviosa.
- Si, amor... [...] Lo siento muchísimo, de verdad, ya voy [...] Solo estaba estudiando, en la cafetería, como siempre hago [...] De acuerdo, ya voy para allá
Me fijé en su expresión corporal. Estaba muy nerviosa, se tocaba el cuerpo y le temblaban las piernas. No entendía quien estaba al otro lado, pero creo que no era nadie bueno. La chica recogió sus cosas lo más rápido posible y salió corriendo de la cafetería, pero antes se despidió de James. Le puse una sonrisa, pero ella no me la devolvió. Estaba triste, lo noté.
James cambió su expresión a una triste ¿sabía que pasaba?
- ¿Sabes que acaba de pasar? – le pregunté
- Esa chica... bueno, me recuerda a tu madre – no sabía que decir – ella está sufriendo lo mismo que ella y, ya he intentado ayudarla, pero no puedo, la policía no puede, él es demasiado poderoso en este barrio
- ¿La están maltratando?
- Ella sufre abusos de su pareja desde hace un año, creo – me dijo mirándome – ella siempre ha venido aquí y una vez me lo confesó, aunque fue complicado para ella. Yo llamé a la policía, pero no hicieron nada. Él es poderoso aquí y no hay nadie que pueda pasar por encima de él. Nunca me ha vuelto a hablar del tema.
- Pero ¿quién es ese cabrón? Te juro que... - antes de que pudiera acabar, James habló
- Mike, el jefe de tu banda
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Dependiente de ti
RomanceAhora no puedo alejarme. Me he enamorado de ella. Todavía recuerdo nuestro primer beso, la primera vez que dormimos juntos, la primera vez que la acaricie. Nunca había sentido nada como esto antes, no puedo estar sin ella. Si tengo que morir para pr...