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Marinette ya se había cansado de siempre ser una cobarde, luego de estar al borde de la muerte al enfrentarse a su más grande enemigo (ése día fue al dentista) se dio cuenta de que no podía seguir retrasando su confesión, debía decirle a Adrien lo que sentía.

-¡Efpera!- gritó la chica, acercándose al rubio, con su boca todavía algo adormecida.

El chico volteó y la miró con seriedad.

-¿Se te ofrece algo?- preguntó mientras se señalaba el labio, para que Marinette se dé cuenta de que se le estaba cayendo un poco de baba gracias a la anestesia que no se fue del todo.

La chica se limpió la baba, quedando roja de la vergüenza pero ya no iba a dar marcha atrás.

-Yo fe que no habamos mufo pelo quiedo defirte que me guftas, pol favor, sal configo.- dijo la peliazul, usando todo de si para no acobardarse.

El ojiverde cerró sus ojos, intentando unir las piezas y entender lo que ella le dijo.

Yo se que no hablamos mucho pero quiero decirte que me gustas, por favor, sal conmigo, ¿era éso lo qué ella quiso decir?

No tenía motivo alguno para aceptar, pero...

El chico miró a la azabache que la miraba con ojitos de cachorro mientras se limpiaba la baba, no pudiendo evitar sonreír levemente.

Ella parecía ser divertida y era bonita, así que no le veía nada malo intentarlo.

-La verdad, creí que te gustaba mi primo, pero ya que ahora te gusto yo, no le veo problema.
De acuerdo, Marinette, me gustaría intentar salir contigo.- dijo el ojiverde mientras se cruzaba de brazos y sonreía de una manera algo malvada.

Marinette al no recordar ver a Adrien jamás sonreír de ésa manera, lo miró detalladamente y palidecio.

¡Éso no era Adrien, ése era Félix!

¡Se equivocó completamente de rubio por ser tan impulsiva!

Tenía que aclarar éso y disculparse por ése inmenso malentendido antes de que sea muy tarde.

Antes de que Marinette diga algo, Félix se puso a su costado y le mostró su brazo.

-¿Me permite acompañarla a casa?- preguntó el rubio de manera educada.

Marinette lo miró fijamente por unos segundos, desvió la mirada y entrelazo su brazo con el de él.

¡No la culpen, siempre soño con que un chico la llevé así a su casa y no iba a perder la oportunidad!

Quizás estaba siendo egoísta y una mala persona, jugando con los sentimientos de Félix, pero... en su defensa, no podía hablar bien.

Cuando pueda hablar bien, aclarara ése malentendido.

Rubio equivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora