Capítulo 2: Visitas

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La luz del Sol me golpeó en la cara y lo único que pude hacer fue cubrirme como pude con mis manos, ya la habitación estaba brillando y el viejo Luis estaba sentado en su cama desayunando, pronto se percató de mi presencia y me saludó con una sonrisa.

-Buenos días hijo- me dijo con la boca aún llena de pan- si que sabes disfrutar de la vida, ya repartieron el desayuno hace unos minutos, pero no te preocupes, yo le dije a Roxy que no te molestara y te dejara dormir un poco más ya que ayer estuviste de excursión hasta tarde.

-Pensé que estabas dormido.

-Yo nunca duermo realmente hijo, no te preocupes, Roxy no te regañara ni nada por haber salido, toma un baño y únete a mi para desayunar juntos.

-¿Juntos?, sí posiblemente cuando regresé no te haya quedado nada.

-No importa, compartimos la tuya- me dijo sonriendo.

-No te prometo nada viejo- sonreí.

Me paré de la cama y tomé un baño, había unas batas allí así que me las puse, supuse que eran para mí.

Cuando salí, el viejo estaba conversando animadamente con la enfermera.

-Buenos días señor explorador.

-Buenos días Roxy, ¿cómo estás?

-Bastante bien gracias, ¿ya desayunaste?

-Todavía- dijo el viejo- lo estaba esperando para desayunar juntos, el se brindó a darme de su desayuno.

-Apuesto a que fue usted quién tuvo esa maravillosa idea, al menos de hambre no va a morir.

-Nunca mi ángel, tal vez de amor por ti si, pero de hambre nunca.

-Si que eres adulador Luis- le dije mientras caminaba hacia mi cama para comer algo.

-Bueno, Max, ¿preparado para el día de hoy?- la enfermera sonriendo me dijo.

-¿Qué sucede hoy, me darán el alta?

-No, no, aún no, hoy es el día de vista- creo que ya en el lobby hay familiares suyos esperando a que los dejen entrar.

-Así que es eso- en verdad ya me estaba preguntando que era raro que nadie hubiera venido a verme, tampoco pensé mucho en eso porque la idea de tener que enfrentar a todos no me agradaba mucho.

-No pongas esa cara hijo, seguro tu familia te debe querer mucho para estar aquí desde temprano para verte, así que lo menos que puedes hacer es recibirlos con una sonrisa, aunque sea fingida, a veces las sonrisas fingidas son las que más alegres ponen a las personas, aunque te hieran a ti por dentro.

-Tienes razón Luis, bueno al menos conoceré a tu familia también y quizás a dos o tres mujeres también, con lo adulador que eres debes tener a varias chicas detrás de ti.

De pronto se hizo un silencio incómodo, tanto la cara de Roxy como del viejo se entristecieron de golpe, supe entonces que había tocado una fibra sensible.

-Yo no tengo familia que me visite hijo y por increíble que parezca, debido a lo apuesto y buena gente que soy, no tengo mujeres que me vengan a ver, pues les dije que no lo hicieran pues se podría llenar el hospital- me dijo con una sonrisa totalmente fingida, de las que había hablado minutos antes.

-Bueno corazones, los dejo, Max- me miró antes de marcharse- desayuna rápido dentro de unos minutos debe comenzar el horario de visita.

-Gracias por avisarme Roxy.

Después de eso comencé a desayunar y le dí un pedazo de mi pan al viejo como habíamos prometido. Ya terminado el desayuno limpié la cama y la mesita de noche, de forma que todo quedará aparentemente organizado, no estaba listo para ver a nadie, pero no había más opción.

Las botellas de la Repisa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora