Prólogo: Resurrección

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(Primero nació en el Vacío en su estelar azul y morado, y en su canto silencioso dividió el espacio y el tiempo, la muerte y la vida. De la vida nació por tercera vez, en su fulgor blanco iluminando el universo en un orden. Y de la muerte por segunda, creando la carne, la oscuridad y devorando todo. Y de la oscuridad nació el Sol dorado, las estrellas, los mundos, los dioses y ella. Canto del Origen de los El.)

Esta historia comienza con una persona, con apenas recuerdos de su vida pasada, un chico de otro mundo que murió y volvería a la vida... en un mundo distinto donde la magia y la espada existían, donde el honor era todo y donde la fama brindaba nuevas puertas.

Es en origen con su nuevo cuerpo en la cama de una enfermería. Era grande con ventanales de cristal hasta el techo, el cual era abovedado y de bloques de piedra gris, las paredes eran de bloques de piedra del mismo color y el suelo de baldosas de mármol blanco, había estanterías con puertas de cristal repletas de todo tipo de frascos, medicinas, y libros, un lavabo de mármol y un espejo, además de varias camas individuales, y en una de ellas abultaba un cuerpo oculto entre sábanas ensangrentadas, el cual respiraba.

—Es... imposible. —La enfermera, vestida de sirvienta, exclamó dejando así caer un frasco de cristal vacío. —Alexa sigue viva... ¡Doctora!

—¿Qué...? —En una cama entre sábanas una mujer se despertó, viendo a la enfermera salir corriendo. —¿Quién es Alexa? Soy... mi voz... ¡¿Qué?!

Se levantó desnuda y alarmada por su voz dulce y melosa, vio las sabanas y mantas ensangrentadas, y se alarmó aún más.

—Vale... calma... es un sueño... —Se giró y se vio en el espejo. —No... ¡No puede ser!

Parecía tener 20 años, su cuerpo era delgado y femenino, medía 1.70, su piel era pálida, sus pechos medianos y redondos con areolas azuladas y pequeñas, tenía una vulva con pequeños labios y vello rojizo alrededor y en el pubis, su rostro era femenino, de ojos azules y almendrados, cejas rojizas recortadas, pecas cerca del puente de la nariz y en las mejillas, cabellos largos hasta la cintura, siendo lisos y rojizos, y labios gruesos y rosados.

—¡No, no, no! ¡¿Por qué?! Soy un chico, no puedo ser una chica, es un sueño. —Exclamó, fue a por un trozo de cristal y se cortó la yema del índice derecho. —Auch... espera... no... no lo es.

—Es imposible que siga viva, enfermera. —Escuchó la voz de otra mujer al otro lado. —No puede ser...

Era una mujer de 1.85, delgada, de 43 años, cabellos castaños y cortos, sus ojos eran verdes y vestía un vestido azul de algodón con corsé negro y delantal blanco.

—Alexa ¿Eres tú? Es imposible. —La doctora se acercó a ella y le empezó a palpar su vientre. —¡Enfermera, recoja esto!

—Sí, doctora Urda.

—Es imposible que te hayan sanado las heridas.

—¿Estaba...?

—¿Sabes donde estás?

Le puso el dedo índice de la mano derecha en su rango visual y del dedo surgió un pequeño círculo mágico dorado que asustó a Alexa.

—¡¿Qué era eso?! —La doctora se sorprendió al susto y la sentó en otra cama. —¿E-eres E.T o qué?

—Es... magia, cariño. —Alexa tragó saliva y la doctora suspiró. —¿Y quién es E.T?

—Eh... ni idea.

—Alexa ¿Sabes donde estás? —Ella negó con la cabeza y se sentó a su lado. —¿Y quién soy? ¿Mi nombre?

—No, me temo que no. —Alexa miró sus manos y se sintió triste.

El Alma en la Espada: Acero QuebradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora