Capítulo 3: La Oscuridad al caer

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(Para los Eliars es tan fácil hacer magia que pueden hacer cualquier cosa sin glifos ni palabras, una bendición de la diosa del conocimiento Ri que aún mantienen. La humanidad es diferente, su origen no viene de la luz sino de los conocimientos transmitidos por Endelein, la diosa del intelecto oculto, y esposa de la forjadora. Magia y poder en El.)

El grupo se encontraba cerca de una profunda catarata rodeados de diez cadáveres de bandidos, de árboles, y con el único sonido de sus jadeos y el agua cayendo con violencia.

—Ya no quedan más… —Eyra jadeaba cansada.

—Eyra ¿Por qué te persiguen? —Alexa se acercó a ella.

—No tengo ni idea, apenas estoy aquí, en las Comarcas Libres. —Eyra se encogió de hombros y Dante la miró desconfiando.

—No es el momento de buscar respuestas ahora. —Aslan miró hacia los árboles.

El grupo divisó una sombra entre los árboles, iban a desenfundar sus armas pero antes de que pudiera hizo aparición, perturbándoles e infundiéndoles un profundo terror. Era el sílvico con su cabeza colgando, su pelaje negro cómo la noche, su carne podrida, el ojo blanco pútrido y el izquierdo negro completamente, su cornamenta estaba rota y de él brotaban hojas muertas y flores negras.

—Luz mía… —Aslan susurró asustado.

El ciervo corrupto se abalanzó sobre Alexa, atrapándola entre las ramas de su cornamenta, y corrió hacia el agua.

—¡Delum! ¡Celum! —Dante corrió desenfundando su hoja e invocando su magia.

Corrió por el agua, saltó cogiendo mucha altura y al caer, dio un tajo desde abajo hacia arriba, cortándole la cabeza a través de la herida y haciendo que la cabeza y Alexa se hundieran en el río y fuesen arrastrados.

—¡Alexa! —La vio ser arrastrada hasta la catarata mientras el cuerpo del ciervo seguía corriendo hasta parar y girar, cómo si les siguiera viendo.

—¡Dante!

Alexa cayó pero Dante corrió y saltó para abrazarla y protegerla con su propio cuerpo.

—Tenemos que encontrarlos, Eyra. —Aslan miró a Eyra, quien observaba al ciervo y éste a ella, y la zarandeó. —¡Eyra!

—Aquí… es… tás…

Se giraron y vieron al líder, más alto, con la piel muy pálida, los ojos negros, venas negras, garras, y un gran corazón negro sobresaliendo de la herida del pecho.

—No tenemos mucha oportunidad solos. —Eyra susurró y miró a Aslan. —Tendrás que protegerme y ni te garantizo que funcione.

—Sin presiones. —Aslan acarició su espada, invocando fuego.

Eyra empezó a susurrar mientras el ciervo corría hacia ellos y el líder corrupto se veía atrapado por raíces que se enredaban en sus brazos y sus piernas eran tragadas por la tierra.

—¡Cuidado!

Aslan gritó y corrió para darle una estocada al ciervo en el cuello cortado, haciendo que huyera y ardiese. El suelo alrededor de Eyra empezó a tener un brillo blanquecino y el líder se agitó asustado.

—No vas a huir. —Aslan golpeó su escudo y fue a por él.

Corrió para golpearle pero el líder consiguió escaparse. Eyra explotó en un brillo intenso y blanquecino que hizo tambalear al líder corrupto pero siguió corriendo hacia los árboles hasta desaparecer.

—No pude… —Eyra inclinó una rodilla y empezó a jadear de cansancio.

—Hicimos lo que pudimos. —Aslan fue a ella y la ayudó a levantarse. —Volverán, hay que aprovechar y encontrar a Dante y Alexa antes de que anochezca.

El Alma en la Espada: Acero QuebradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora