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Existe valentía separarse de un amor, que te está haciendo daño, dejar tu corazón atrás porque te escoges por sobre otros, incluso si con ello sientes que una parte de ti muere con aquella despedida forzada. Pero también hay valentía en reconocer las propias faltas, y mostrar arrepentimiento, entender que el fracaso puede ser una oportunidad de crecimiento. Y no aferrarse al dolor de una experiencia y seguir alimentando con ello el resentimiento.

Volkov decidió ser valiente.

Ya no existía esa duda ante la urgencia de verlo, esta vez, necesitaba encontrar a Horacio. Había mucho que aún existía entre ellos, hablarlo ayudaría a... esclarecer lo que quedaba, recuperar si se podía, perdonar era infaltable para buscar un futuro, juntos o no.

Aún así cuando se encontraba frente de la puerta de este, con el corazón acelerado, con aquella tranquilidad descartada, se detuvo, a considerar todo, a entender que de alguna manera podría darse la vuelta y continuar su vida sin él, ¿Realmente deseaba ello?

La perspectiva lo hizo decidirse, llamó a la puerta de Horacio.

La situación volvía a ser un Deja Vu, uno en el que ahora él era quien solicitaba regresar a la vida de Horacio, para hablar. Y aunque a la vista de Horacio ver a Volkov ahí supuso un atisbo de esperanza, estaba tan temeroso incluso de ello, de creer que realmente había algo más. por lo que solo lo dejó entrar. Fue cuando Volkov visualizó las cajas y maletas cerca de la puerta.

— ¿Te vas?

Era una pregunta absurda, Viktor lo sabía, pero aún así, su voz sonaba ahogada, vibraba en la entonación cierta desesperación, que Horacio que tan bien lo conocía elevó la mirada al rostro de él, y se encontró con aquellas emociones tan bien reflejadas en aquellos ojos, que cuando no eran fríos, encandilaban.

— Lo pensaba, sí.

Horacio que en esos momentos hacía la función de guardar las cosas más urgentes en cajas, decidido a dejar en paz a Viktor, ahora mismo miraba el rostro del contrario, intentando saber a qué razón Viktor parecía tan agitado.

— Cuando supe que habías pedido permiso, pensé que quizá lo hacías para no verme más, porque molestaba y lo que menos deseo es hacerlo, fue mi egoísmo creer que podía buscar una reconciliación, cuando tu ya tienes una vida aquí.

Horacio baja la mirada a su manos, que sostienen una libro, que ni siquiera recuerda de que trata, en esos momentos todo en él, desea saber porque Viktor está ahí.

— Fui a ver a Maia, hablé con ella.

— ¿Cómo?

Viktor esta vez se acercó a Horacio, que en todo momento parecía mantener una distancia entre ellos, como si tuviese miedo de incomodar con su presencia. Y entendió el más alto, que fue de las muchas cosas que cambiaron entre ellos, que estaban tan conectados que parecían gravitar uno sobre el otro. Ahora incluso cuando él se acercó Horacio inconscientemente parecía retroceder.

— Me habló de aquel día, de lo que no ví, de lo que no me dijiste...

— No buscaba inspirar lástima, siempre creíste que mi familia lo era todo para mí, y te falle cuando guarde silencio cuando te acusaron, en ese momento mi propio dolor, me hizo callar, pensé que si solo guardaba silencio luego... luego podría consolarte cuando solo estuvieramos solos, mi familia siempre se ha enorgullecido de mis logros, pero no valoran mi opinión, en especial en cuanto a ti respecta. Pero ese peso debía llevarlo solo, como lo dijiste eran mi responsabilidad de controlar.

Horacio luce aquella misma pose, de hombros encogidos, de voz suave y temblorosa, de aquellos días, cuando el duelo los mantenía a ambos en un estado vulnerable más que nunca. Viktor sabía de aquella sensación, porque había vivido bajo la culpa de no poder haber protegido mejor a su hijo, luego del dolor de haber sido juzgado y no apoyado. Pero ahora entendió que la carga también era tan pesada como la de él, quizá no con el mismo origen, pero si tan doloroso como lo fue para Viktor.

Así que esta vez no se detuvo, desde el principio él decidió acortar la distancia entre ellos, buscándolo en su piso, abriendo la conversación y ahora colocando la mano sobre el hombro de él. El tacto que ambos parecían sentir en el alma. Un tacto que en el pasado era necesario, buscado, anhelado y dado porque buscaban sentirse juntos, ahora nacía del consuelo y del perdón silencioso que ambos buscaban.

Por eso Horacio elevó la mirada, sus ojos mostraban esa anhelo, de paz pero con él.

— Horacio, ¿Deseas un abrazo?

Y fue como comenzar de nuevo, cuando aún eran solo agentes en la misma brigada, cuando su historia comenzaba a escribirse, cuando fue solo un abrazo de consuelo de prestar calma. Y como en ese entonces Horacio asintió.

El abrazo fue natural, los brazos en torno al otro, de como Horacio encajaba el rostro contra el contrario de como Volkov envolvía la figura contraria fue como un respiro de aire, cuando uno lleva mucho tiempo conteniendo la respiración con la sensación de que uno se está ahogando.

El tiempo que permanecieron así, fue largo, porque en un momento el cuerpo de ambos, se negaron a separarse y todo aquello que no se dijeron fluyó entre ambos entre lágrimas.

Cuando las lágrimas pararon, de alguna manera ambos estuvieron más aliviados, porque es así como un corazón se desfoga. Conversaron a más detalle del pasado, de cómo Volkov decidió ser parte de la Unidad de Cuello y Guante Blanco, porque estaba cansado de ser de un unidad táctica, y que posiblemente le recordaba a la pérdida del niño. Horacio a su vez confesó que trás el abandono de Volkov, se replanteó que hacer con su vida, si ser agente lo valía o no, así que estuvo casi por medio año viviendo de trabajos pequeños, y hasta se anotó en un curso de ser bombero, mientras intentaba ordenar sus pensamientos, pero fue cuando una vez un caso muy sonado en que trabajo Viktor volvió a escuchar de él, y retornó al servicio, hasta volver a tener los grados y confianza fuera de las redes de su padre, que solicitó su traslado a LS.

— Viktor... tengo que preguntar, porque puede que me perdonaras por ese silencio, pero... ¿Qué somos?

Y era una pregunta válida, incluso ahora estando aún casados, habían vivido como extraños por un tiempo, había cosas que debían mejorar como pareja, y superar juntos.

— Dos personas que están redescubriendo una relación, buscando un futuro que espero sea mejor.

Y fue suficiente para Horacio, porque sabía esforzarse por mejorar, para crecer al lado de Viktor. Esa tarde hablaron mucho, cenaron juntos, y algunas cosas volvieron naturalmente, como la facilidad que tenía Horacio de hacer reír a Viktor, o de cómo Horacio se acurrucó entre sus brazos, cuando ambos se quedaron dormidos en el sillón de la sala.

Al día siguiente ambos regresaron al trabajo, y fue una sorpresa descubrir para sus colegas que él siempre distante Viktor estaba casado con el despreocupado Horacio. Opuestos, los llamaban, pero ambos sabían que se complementaban entre ambos sus heridas, sueños, vida, logrando un equilibrio que a veces se perdía, pero nuevamente luchaban por recobrarlo, juntos, otra vez. Quizá con otro niño, no sabrían decirlo, por ahora les bastaba con poder quererse libremente.


--------------------------------- Fin. 


Gracias por acompañarme en esta historia. 

No pretendí - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora