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La situación era urgente, Volkov sentía esa necesidad de moverse, de no estar estático, porque derrochar más tiempo en una posible confusión le parecía ilógico. Pero cuando estuvo en el ascensor del edificio donde ambos tenían sus respectivas viviendas, Volkov escogió regresar a su propio hogar. Porque aún cuando sentía que debía de estar haciendo algo - buscar a Horacio- no sabía exactamente qué hacer, presentarse a las 4am en su puerta exigiendo ¿Conversar? ... Volkov suspiró, porque incluso ahora él mismo no entendía sus emociones, se sentía agotado y al menos deseaba descansar un poco, la mañana llegaría de todos modos y quizá con ella la oportunidad de hacer algo.

Aquella mañana cuando Blake entró a su despacho, por alguna razón se sentía ansioso de lo que este podría decirle. En esa ocasión no tomó ningún informe, no simulará escucharle, lo haría atento.

— Escuché que pedías permiso por una semana, realmente me sorprendió saber ello, discúlpame Volkov pero no eres de los que tomes decisiones al azar y por tanto simplemente irte.

— Tenía que averiguar algunas cosas, y como no me tomó mucho tiempo estoy de regreso.

— Pues me alegra, tengo tanto que contarte.

Blake que esta vez ya ni traía los cafés, se dejó caer en uno de los sillones y comenzó a hablar de sus preocupaciones.

— Cuando vi tu auto en el estacionamiento, vine corriendo, es que necesitaba decirte sobre Horacio.

Y otra vez estaba aquella entonación como si fuera una confidencia, y Volkov evaluó al contrario. ¿Qué tenía que decirle? ¿Qué había logrado consolar el corazón rechazado de Horacio? ¿Podría ser tarde como siempre había sucedido entre ellos?

— Acaso tú y él...

— Espera, escúchame, ayer nuevamente Horacio vino a mi casa, estaba más desesperado, y aunque se que lo tachas de sentimental, me contó de él, mucho más. No sé por dónde empezar... quizá porque él está casado, y ese amor por el cual sufre es justamente su pareja. Mientras me confesaba aquello ayer, supe que no podría amar a otra persona, además me contó que...

Y fue esta vez la voz de Volkov la que hablaba, el silencio había sido roto, quizá porque ya no tenía miedo del pasado y estaba ansioso por el futuro.

— Te contaría seguro que cuando era un agente recién salido de Quantico lo asignaron a un unidad especial de asalto, en la que no tardó de volverse en el segundo al mando, que con jefe de la unidad cada día se volvieron cercanos, amigos, amantes y luego esposos, por un viaje de fin de semana. Te contaría que todo inició como una historia feliz hasta que la familia de él se enteró de la relación, la hermana que era una directora del FBI, comenzó a despreciar a su esposo porque entre ambos sería escogido a quien sería el director de las fuerzas especiales del FBI, que también el padre de Horacio, odiaba y repudiaba a su esposo, porque había vuelto débil a su buen entrenado hijo, que la situación cada vez era más insoportable, porque al esposo lo enviaban a misiones más complicadas, buscando un accidente. En tanto exigian a Horacio un desempeño impecable en su actuar. Pero incluso así ellos se querían, que buscaban rincones, momentos a solas, citas fugaces donde soñaban ser libres de aquella maldita expectativa y competencia por saber quién podía ser mejor agente y director.

Para ese momento Blake miraba muy asombrado a Volkov, que hasta entonces sus palabras controladas y frías, ahora estaban llenas de emoción, una que a veces le quebraba la voz, como cuando siguió narrando la historia.

— Te contaría que debido al fruto de su amor, una vida fue concebida por aquel esposo despreciado, que por lo general debía ser más cuidadoso por estar en el primer trimestre. Pero que un día, en una emergencia lo enviaron como apoyo a una intervención, el trabajo se suponía que era fácil, solo ser el respaldo, pero que de alguna manera todo fue un caos, que fue herido y golpeado, que cuando llegó al hospital le confirmaron lo que la hemorragia que tuvo predijo, que esa pequeña vida se había perdido. Que su relación se volvió un poco tensa por el duelo de la pérdida, pero que incluso así, en las noches ambos dormían abrazado llorando por lo que pudo ser... hasta que cercano al nombramiento del nuevo director, el padre de Horacio los visitaria, y acusaría al esposo de haber provocado un aborto, porque un embarazo en ese momento sería una carga y posible impedimento para asumir el cargo, lo acusó de ser egoista, de aprovechar las conexiones de Horacio, y solo buscar su propio reconocimiento incluso a costa de la vida de aquella criatura que perdió.

Para ese momento Volkov se limpiaba como pudo las lágrimas del rostro, porque mientras más hablaba sabía que no podía callar, incluso se volvía a doler.

— Volkov... tú...

— Y fue cuando su padre y hermana, lo pusieron a escoger entre su futuro, la familia que le podía dar una carrera inimaginable, y su esposo, aquel que había matado a su hijo por ambición. Y fue cuando él guardó silencio, y ... y el esposo supo que no podía quedarse a lado de quien podía creer aquellas terribles acusaciones. Y se fué...

Blake ya estaba de pie y se acercó a Volkov, mientras decía apresurado.

— Pero el fue trás de tí, me dijo que fue un tonto callar en es emomento, porque estaba dolido, porque el tema de aquella criatura aún era una herida fresca, y que cuando regresó a sus sentidos, fue tras de ti, no sin antes romper toda relación con su padre y hermana. Joder Volkov, eras tú, él me habló de tí ... y haz de saber que viendo el estado de Horacio ayer mientras ebrio lloraba, se que él aún te ama, y que yo no pretendí quitártelo, no cuando veo que ambos aún se quieren, mi cariño es muy voluble, no como el suyo.

Volkov sintió el golpe de los recuerdos, de cómo aquellas palabras de Andrés lo habían destruido, lo comparaba a un ser desnaturalizado, capáz de hacer todo por el poder, por eso no soportó sus palabras, quiso decirle a Horacio que se fueran juntos, pero cuando presenció su silencio, solo quiso huir, irse, ni siquiera pensó en el divorcio porque cuando uno huye deja todo atrás.

Blake le ofreció un pañuelo, y Volkov se tomó unos minutos para calmarse, para poder volver a respirar tranquilo, para que su voz esté más calmada, pero ahora se escuchaba más suaves, humanas.

— Blake, ayer fui hablar con la hermana de Horacio, me enteré de lo que me dijiste, yo estaba buscando más respuestas y... perdona si no lo dije desde un inicio, la relación que nos unía.

— Descuida, se que tengo la boca floja, y ahora me doy cuenta que quizá coloqué más carga en tus hombros, mientras hablaba de consolarlo, pero hay algo más. Horacio cree que no queda más entre ustedes, ayer me decía que se daría por vencido porque no desea ser un estorbo para ti, que si su presencia te hace querer pedir permisos repentinos, prefiere ser ahora quien te permita ser feliz. Hoy no vino a trabajar... vé Volkov. Hay mucho que aún tienen que conversar.

Volkov miró al agente, aquel que una vez pensó que era una amistad impuesta, pero que a su modo había logrado ser amigo de H y de él, aunque de una forma muy poco convencional. Luego tomó una decisión.

— Blake si alguien pregunta por mi, les dices que apun estoy de permiso.

— Está bien, ve Volkov un silencio equivocado no debe ser quien dicte tu futuro.

Volkov salió corriendo de la oficina, aquella seriedad y calma que ostentaba se quebró esa mañana mientras buscaba su presente y quizá un futuro. 

No pretendí - VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora