III

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Con la primavera llegando a su fin, las flores eran menos comunes, era cierto que el brillante verano comenzaría en cualquier momento pero eso no reemplazaría los colores tan vivaces que las flores podían ofrecer en la que creía la estación más hermosa del año.

En tiempos como esos, la tienda solía estar vacía, después de pasar por una fecha tan importante como el día de las madres casi nadie se atrevería a comparar flores hasta las clausuras escolares. 

Durante esas épocas no se necesitaba más de un empleado en la florería, solo se llamaría al resto una vez a la semana para hacer inventario o para grandes eventos que tuviesen pendientes. Pero no había nada agendado, ese día solo era la mujer (c/c) mirando perezosamente una revista tras el mostrador.

Un suspiro cansado subió por sus labios, no tenía ningún otro sitio a dónde ir después de salir del trabajo, los pocos amigos que tenía estaban ocupados y creía que sería patético salir por su propia cuenta a un club, sobre todo a su edad.

Lo único que le esperaría al llegar a casa sería el gatito que había rescatado de la calle y un cactus que mantenía en el balcón.

Dejando de lado su autocompasión, se puso alerta cuando la campana de su negocio fue abierta, con la sonrisa más amable que pudo mostrar se dirigió a la persona recién llegada.

- Bienvenido.

Se trataba de un hombre de apariencia elegante, a pesar de su sencillo atuendo de una camisa de botones y un par de pantalones de vestir, estaba segura de que solo sus zapatos eran más caros que la vieja casa que heredó de sus padres. Tenía puesta una máscara quirúrgica cubriendo la mitad inferior de su rostro, no era raro por la temporada de alergias acechando a la vuelta de la esquina, cada día era más común encontrar personas que tomaban precauciones sobre todo en un lugar lleno de polen.

Él se mantuvo en silencio, observando todo el lugar con su mirada, no había estado tan cerca para poder observarlo bien pero se veía interesado por todo lo que había en la tienda. Sus ojos pronto se volvieron hacia ella, aunque se ocultaban tras un par de gafas de montura gruesa, (__) podía decir que se trataba de un bonito par de ojos azules.

Por algún motivo sintió un escalofrío, toda su columna vertebral se estremeció con esa simple mirada que parecía el cielo mismo. Era una sensación extraña y nueva que no podía interpretar, se mantuvo quieta incluso cuando el hombre levantó una de sus manos para señalar con sus delgados dedos algo tras de ella.

- ¿Podría tener uno de esos?- Aunque su voz era amortiguada por la tela en su boca, un suave y tranquilo tono era perfectamente audible para la joven mujer.

Al voltear pudo encontrarse con las Nomeolvides que sobraron de un arreglo anterior.

Casi no las vendían por el significado tan específico, una verdadera lástima considerando lo bonitas que llegaban a ser con su color azul.

- ¿Estas?- Preguntó para confirmar, al recibir un asentimiento silencioso del hombre, con cuidado envolvió las flores en un papel decorado.- Es realmente afortunado, estas son las últimas que tenemos.- Volteó un momento para buscar el listón, aún sintiendo los ojos azules del hombre seguir su paso y apuñalar su espalda.

- Si, soy un hombre con suerte.- Comentó por lo bajo.

Terminando se acomodar todo con un lindo listón, extendió las flores al cliente.

- Aquí tiene, señor.

Él le seguía mirando, contemplando su rostro que se había puesto un poco rojo por la vergüenza. La mujer pudo sentir el calor de los dedos de aquel joven rozar contra su mano en aquel intercambio, aunque efímero,  la sensación sólo podía describirse como un ardiente fuego.

El lenguaje de las flores [Haruchiyo Akashi x Reader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora