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Detrás de la lente pude ver a un chico, de alucinantes ojos y cabello rubio.

-- Perdón, no quería...

-- Hay una estricta regla sobre la privacidad en esta academia, señor... - Mi semblante seguro se había vuelto duro pues de repente el joven se veía asustado, aunque luego tomó una postura más confiada.

-- Miller.

-- Si es que ha hecho lo que creo, le pediré que lo borre de su cámara, señor Miller. - Espeté seria y en pose recta.

-- Pensé que mejor que nadie sabría apreciar el arte. Además, ¿Qué tanta privacidad podría haber con la puerta abierta?

Eché un vistazo a la puerta, y si, la había dejado abierta. Que mal educado, entró sin permiso. Alguien dígame quien es este...

-- ¡Nathaniel, Nathaniel! - Apareció Jazzy por el pasillo de los vestidores a los brazos del rubio.¿Estas lista para irnos? - Preguntó a la pequeña que asentía eufórica mente con la cabeza. Jazzy me miró y me acerqué hasta ellos.

-- Soy Zusane Summer, maestra de Jazzy.

-- Nathaniel Miller. - Se presentó estirando su mano a mí. La tomé y me regaló una sonrisa torcida. Debe ser su primo, o su tío...

Estando cerca miré a su cámara con curiosidad y la correa alrededor de su cuello. Ahora me preguntaba ingenuamente: ¿De que forma le digo que no estoy muy contenta con la idea de que haya una foto de mí ahí? Esto es incómodo.

-- Me alegra conocerla al fin, he escuchado mucho de ti. Tienes razón, Jazz. - Asintió en dirección a la niña y volvió para verme.-- Es bonita. - Oculté el rubor y sentí vergüenza de haber sido tan dura al principio con él. Aunque fui grosera, él acababa de alargarme.-- Fue un gusto conocerla, señorita Summer.

Vi a Jazzy salir por la puerta de la mano del rubio. Observé su caminar hasta que me sorprendió verlo voltear y guiñar en mi dirección. Coqueto el muchacho.


* * *


Nathaniel

Cuando dejé a Jazzy en casa volví hasta la mía, a solo minutos de distancia, estuve ansioso por imprimir las fotos que tomé a su maestra. Aparqué frente a la cochera, la vecina regando sus flores me sonrió. Al estar dentro no esperé más y desde la cámara pasé las fotografías a el ordenador, que reveló las imágenes. Las tomé en mis manos con delicadeza, eran fantásticas. Cada cosa en ellas era perfecta: la luz, el momento, la bailarina.


* * *


Zusane

En la privacidad de mi departamento salté sobre la cama. Estaba cansada, pero no tenía sueño. Puse los pies sobre el frío suelo y caminé hasta la cocina donde preparé un sándwich, volví a la cama con un libro que tomé, y sin olvidar correr las cortinas.

Soledad. Oh, dulce soledad.

Pensarán que es un martirio vivir sola, para mí no es problema. Puedes hacer lo que quieras, andar en ropa interior, comer una pizza sola. A veces, hablo horas con mamá por teléfono, visito a la abuela en Venice, hago yoga y tengo una increíble colección de películas sobre la televisión; pero también he pensado en conseguirme algo de compañía. A lo mejor un periquito.

Después de vagar por un rato comencé por la primera página del libro. Lo vi a través del cristal de una librería el otro día mientras caminada, y cuando leí su contraportada me intereso aún más. Seguramente había película, pero estaba más interesada en leerlo que ver el filme. Cuando iba por el segundo capítulo mis párpados se sintieron pesados, dejé el libro a un lado y me rendí sobre las almohadas. Al día siguiente desperté placenteramente, los rayos del Sol no me despertaron ésta mañana. Giré adormilada hasta mi mesita de noche donde el reloj digital marcaba las 9 : 05 a.m.

Oh, no. Ya es tarde.

Salí rápido del departamento ya vestida y apresuré mi caminata hasta el estudio de ballet. Esperaba que no hubiera llegado nadie aún. Crucé por el pasillo, pasé junto a los baños y suspiré de alivio. Por suerte no había nadie esperando en la puerta.

Las 11 : 30 a.m. y había terminado otra exitosa clase; mientras las niñas esperaban por sus madres en la puerta del salón yo terminaba de acomodar unos leotardos y tutús sobre un tubo movible. Jazzy se acercó y me recordó al día anterior.

-- No puedo desatarme las zapatillas. - Dijo con un gesto en la cara. Reí y me arrodillé para estar a su altura. 

-- Ven. - La pequeña se acercó poniendo su pie frente a mí. -- ¿Cuántas veces les he enseñado a amarrar y desamarrar las agujetas, Jazzy? 

-- Creo que... Muchas. - Habló con un hilo de voz. 

-- Si. - Agachó la cabeza triste, yo no quería que se desanimara.-- Pero no te preocupes, aprenderás pronto. Solo te hace falta un poco más práctica.- Me alejé para mirarla y ella me dedicó una sonrisa al ver sus zapatillas listas para sacárselas. Junto a Jazzy me senté a esperar a su mamá: una mujer alta, de nariz respingada y rizos dorados entró por la puerta luciendo fresca a sus 48 años. Mónica Miller, sin duda alguna.

-- Mami, la señorita Zusane me ayudó con mis zapatillas hoy. ¿Podemos invitarla a ver mis muñecas nuevas? - Ella miró con adoración a su hija.

-- Otro día, mi amor. Zusane debe de estar un poco ocupada esta tarde.- Jazzy asintió obediente, Mónica se acercó a besarme las mejillas.-- Un gusto verte, linda.

-- Lo mismo digo, Moni.

Después de eso, nos enfrascamos en una conversación sobre cual sería el mejor color de tutú que las niñas deberían usar. En unas semanas habría un festival de la primavera y la academia estaba invitada. Mónica tenía unas ideas locas sobre tutús multicolor y yo solo reía de pensar en como se vería eso. Conocí a Mónica hace unos años, en mi clase de yoga. Yo era nueva en la ciudad; empecé trabajando en Pink's Hot Dogs, un lugar de comida rápida frente a lo que es ahora Petit Soulier, mi academia de ballet. Estuve buscando un lugar por meses, todo estaba por encima de mi presupuesto y nada de lo que había visto cumplía con los requisitos. Mónica conoce al dueño de este lugar que tiene un precioso piso de madera, lo que necesitaba, ella negoció por un alquiler aceptable para mí. Ahora tengo un mejor sueldo, logro costear las mensualidades y estoy eternamente agradecida con Mónica.

Jazzy se abrazó a mi cadera y corrió a tomar la mano de su madre, listas para irse. Mónica guiñó sonriente y me despedí de ellas sacudiendo la mano. Ese gesto lo vi antes, en el muchacho rubio. Las ideas se acomodaron en mi cabeza y lo supe: es su hijo. Es idéntico a ella, dijo ser un Miller, Jazzy lo ama, ¿Cómo no me di cuenta antes? Hasta hoy sé que hay cosas de Mónica que no conozco aún, como su familia, a excepción de Carl Miller, su esposo y Jazzy, quien pensé que era su única hija.



Esa tarde me apeteció quedarme un rato más en el estudio; repasé las rutinas de la presentación de mis pequeñas, probé una coreografía improvisada al lento ritmo de la música en las bocinas. Bailé, bailé y bailé básicamente hasta el cansancio. Estuve terminando de desabrochar mis zapatillas, sentada en el suelo, hasta que escuché un estruendo. El sonido de las gotas al caer sobre el techo no pasaban desapercibidas. Corrí al bolso de donde saqué mis botas y coloqué mi abrigo; antes de salir del estudio puse llave al cerrojo.

Llegué a la calle, del cielo caían unas gruesas gotas que hacían charcos a lo largo de toda la avenida. Apreté el bolso a mi hombro con la mano y me paré en la orilla de la acera para pedir un taxi, pero pasaban tan rápido que ni siquiera me notaban. No tuve otra opción y comencé a trotar por el camino de regreso a mi edificio. Ya es hora de comprar un paraguas, o mejor un auto. La abuela estaría contenta de que la visite más seguido.







Ya sé que se ve medio raro con los dobles guiones cortos en vez de los guiones largos para dialogo, pero mi computadora no los tiene. :(

Leslie




Stuck in the moment.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora