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El bailar es todo para mi.

Simplemente no puedo dejar de hacerlo, cuando estoy triste bailo, cuando estoy feliz bailo, cuando estoy enojada bailo, cuando me siento sola bailo.

Siempre estoy sola y por ende siempre bailo.

Lo hago aunque no este en el estudio, lo hago alrededor de los muebles de mi sala, alrededor de la cocina. Puedo hacerlo sin necesidad de unas zapatillas, mis pies desnudos no tienen ningún problema de posarse en las puntas de los dedos por el piso alfombrado de mi departamento. Ahora es una rutina involuntaria.

No pueden cohibirme de mi única pasión, de mi rutina y pasatiempo favorito.

***

Ahora me encontraba frente a la casa de los Miller, con una de mis maletas al lado. Me detuve a observar la rústica casa; era bonita, tenía unos tulipanes color amarillo y melocotón en tonos pasteles al frente. Parecían estar muy bien cuidados, la señora Miller se ha esmerado en regarlos.

- Déjame ayudarte con eso, Grace. - Dice Carl arrebatándome la maleta de mis manos.

- Yo puedo con... - Casi impido que se la lleve cuando como rayo entra por la puerta. - ...eso...

- ¿Que te parece? - Dice junto a mi la segunda voz masculina de esta familia. Observo la casa una vez más y sigo pensando que es bonita.

- Es linda, Nathani... - Comienzo diciendo pero el al instante me corrige.

- Solo Nathan, ¿si? - Me sugiere y lo miro esta vez para darme cuenta que lleva una de las cajas con mis cosas. - Ven, te mostrare tu habitación.

El me dirige al interior de la casa y yo lo sigo solo en silencio. Entramos por una puerta de roble en el primer piso junto a las escaleras, supongo que esta era la habitación de huéspedes pues las demás habitaciones parecían estar en la segunda planta.

Las paredes eran de un lindo color beige que hacia juego con el respaldo de la cama y demás muebles en madera maqueada. Nathan se acercó hasta una de las mesitas de noche y encendió la lampara, para dejar mejor iluminado el cuarto.

- He traído algunas cosas extras de tu departamento. - Dijo poniendo la caja de cartón sobre una de las sillas. - Pensé que tal vez así te sentirías más cómoda.

Me acerque con cierto sigilo hasta su lado y eche un vistazo a la caja. En ella había unos cuantos portarretratos, logre divisar en el que se me veía de pequeña poniendo atención al frente de la clase de ballet. Llevaba mi viejo tutu rosa y las primeras zapatillas que mi madre me regalo.

Fruncí los labios ante el recuerdo.

- ¿Estas bien? - Su tacto se posó sobre mi hombro para hacerme salir del transe. Asentí frotándome los ojos para evitar las lagrimas escapar. Seria vergonzoso que él me viera llorar. Me arme de valor y lo mire.

El no aparto los ojos de mi, su expresión era increíblemente neutra. Me quede mirándolo un poco más para tratar de descifrar lo que pasaba por su mente pero agito la cabeza.

- Además, pensé que necesitarías esto. - Dijo sacando de la caja un objeto más.

Mi puerquito.

Era mi alcancía-puerquito color azul.

- No sabia que hubiera de estos en celeste, solo había visto rosados. - Río para extenderme el animalito de cerámica.

- Gracias. - Conteste sincera para tomarlo de sus manos.

Caminó unos pasos hacia atrás sin darme la espalda, palmeo el cerrojo de la puerta con sus manos para encontrarlo y salió riendo sin quitarme la vista de encima.

Cuando la puerta al fin se cerró y me quede completamente sola comencé a acomodar algunas de las cosas. Los portarretratos fueron relleno perfecto sobre el pequeño mueble con cajones para mi ropa y demás pertenencias.

Nathaniel no solo había traído portarretratos y mi alcancía, sino que también algunos de mis libros, incluyendo El Diario de Noah, Buscando a Alaska, Harry Potter, Matar a un Ruiseñor y las crónicas de Narnia escrito por C. S. Lewis.

Husmee más a fondo topándome con aquel viejo reloj Tommy Hilfiger que la abuela me obsequio en una Navidad, lo hice a un lado y en mis manos tome al pequeño oso de felpa marrón de mi padre.

Él me lo dio un día de regreso del trabajo, recuerdo que era apenas una niña. Entro por la puerta con las manos tras de su espalda, se arrodilló frente a mi para mostrármelo en toda su gloria; aún puedo ver como su cara se iluminó cuando lo abrace y le dije que era el mejor papá del mundo.

El estomago se me revolvió, estaba al borde de las lagrimas cuando escuche pasos por el pasillo.

- Querida. - Me llamo Mónica desde el umbral de la puerta. - ¿Todo esta en orden...?

Seque las lagrimas resbaladizas en mis mejillas con el borde de las mangas del suéter que usaba e inevitablemente sollocé.

- No. - Susurre apenada sin siquiera mirarle. Estuve a punto de girar la cabeza en su dirección cuando ella ya se había adentrado al cuarto y me envolvía entre sus brazos.

***

Hasta este tal punto me sentía rara, tenía mucho tiempo viviendo sola. No era usual para mi cenar con cuatro personas más a mi alrededor. Todos sentado a la mesa, como una familia.

- Zusane, linda... - Levante la mirada desde mi plato hasta Mónica en la silla frente a mi. - Hay un anuncio que les tenemos que dar. - Dijo viendo ahora también a Nathaniel y Jazmyn. - Bien, la cuestión es que como sabes... - Me miro. - Carl y yo trabajamos como administradores de empresas, lo que implica algunos... viajes.

Esto ya no me esta sonando bien.

- Tendremos que salir por algunos días, no tenemos opción. - Tomo la palabra ahora Carl. - Jazzy se quedara en casa de su tía Bibian, no podemos llevarla con nosotros y que pierda clases en la escuela.

¿Y si me voy con Jazzy?

- Así que... - Mónica volvió a observarme. - te puedes quedar aquí si así gustas, te dejaremos una llave y habrá suficiente comida en la despensa. Nathaniel no vive aquí, pero podría venir unas cuantas veces para ver si necesitas algo. - Lo apunto mientras el se llevaba unos fideos a la boca.

¿En verdad no me puedo ir también a la casa de la tía Bibi?

Dude, pero no había nada más que hacer, ellos aunque aceptara o no me dejarían aquí. No tengo a otro lugar a donde ir.

Bueno, podría ir con mi abuela a Venice pero para ser sincera no quiero estar en su casa con olor a Vaporub por dos semanas.

¿Que tan malo será quedarme aquí?

La soledad es mi mejor amiga y estaremos juntas en casa de los Miller por unos días. No tengo nada que perder.

Stuck in the moment.®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora