Extra

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Me encantan estos días en los que mi mente piensa con claridad y no se deja influenciar. Por mis pensamientos rondaba la idea inaudita de volver al comienzo de todo.

Pero como sabemos, esto ya no es el comienzo, estaba más que segura que algún día mis penas terminarían y estaría rodeada de un gran y hermoso mar acompañada de mi dulce amor.

Pero esto no es una historia donde la dulce damicela  se encuentra en apuros y su increíble, apuesto y caballeroso príncipe llega a rescatarla. No esto es la vida real, lleno de mentiras, secretos y traiciones.

Pero era un mundo en el que me tocaba vivir, era joven y muy poco lista, inmadura e impredecible. No sabía el verdadero rumbo que tomaría mi vida. Y si me tocará cambiar algo empezaría por advertirle a mi yo del pasado que todo esto iba a doler. Tal vez es un dolor por el cual todos debemos de pasar.

Las traiciones de mi hermano, de Aegan, de Apolo y todos los de la lista me dolieron; Si. Pero es cosa del tiempo para que cada una de estos recuerdos solo sean vivencias.

No estaba de acuerdo en el matrimonio de Aegan, pero era una decisión respetable. La cual me cuestione mucho y pensé en las posibles variables que me conllevaba a una sola respuesta; La vida.

La vida se había encargado de unirnos y a la vez separarnos ¿Por qué? Ni idea, pero pronto tendría que tomar una decisión yo también, no por mi conveniencia, si no por la de los demás.

Era la última vez en la que me vería con el, era un adiós pero el no lo sabría, acepte está invitación porque sería lo último que haría por el.

Baje del auto y lo ví de espaldas trepado en un árbol. Mi corazón tomo un giro de 180 grados.

—Pense que ya te habías arrepentido.

—¿Porqué no vendría?

El se tiró desde donde estaba y camino algunos pasos quedando a una distancia aceptable. Otra vez su aroma disparaba y llegaba a mis fosas nasales. Quería romper toda distancia que nos separaba pero no.

El lo hizo.

No pude ni parpadear cuando ya sus labios atacaban a los míos ferozmente. Su mano en una de mis mejillas y la otra en mi cintura. Beso cálido, nuestras bocas se abrazaban extrañando el dulce calor de una caricia.

En el fondo me arrepentia de lo que hacía, pero estaba viendo como un pequeño juego artificial adornaba mis pensamientos.

¿Si me arrepentia?

No.

Pero aún así lo separe, mire unos minutos al suelo y después a nuestras manos entrelazadas. Esto no estaba bien, el y yo no podríamos estar juntos más.

—¿Estás bien?

Era débil y imbécil. Me sentía nuevamente utilizada.

Otra vez por acto de cobardía me fui.

Tu el rey del MUNDO, yo la del UNIVERSO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora