Prólogo

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Gravity falls, el faro de todo lo extraño, su propia ciudad sobre una nave OVNI.

Ya había pasado un año desde que Dipper y Mabel habían dejado Gravity falls para volver a la escuela, y ahora estaban de regreso por otro verano.

Unas semanas después de que Stan y Stanford regresaran de su viaje.

Stan había recuperado la choza como la Cabaña del Misterio.

Los gemelos no sabían lo que les deparaba el verano, pero estaban más que listos para la aventura después de que el año escolar había sido tan aburrido.

Poco sabían que sus aventuras comenzaron ese día.

Cuando cierto triángulo o ahora "humano" caería en sus vidas cambiándolo para siempre.

Especialmente un tal Stanford y un Stanley Pines.

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La risa resonó a través de los árboles, los sonidos de dos "personas" corriendo, uno frenético y el otro en el camino burlándose.

Un hombre de cabello rubio de aspecto familiar que parecía tener unos 19 o 20 años miró frenéticamente detrás de él, las burlas y las risas se acercaban a medida que corría, había comenzado a llover a cántaros y el viento soplaba con muchísima fuerza a su alrededor, lo que dificultaba su infernal caminata y eso  hacía que las risas sonaran aún más siniestras.

-"Corre, corre, corre lo más rápido que puedas, pequeño demonio. No te alejarás de mí".

Nunca en su vida o en su no  vida Bill había sentido tanto horror como ahora, vio y escucho lo que este ser les había hecho a otros, dejando cuerpos destrozados a su paso.

Este cazador caza  demonios, ángeles y dioses por deporte.

Y él era el premio mayor.

Nunca en su vida deseó tener sus poderes como los tenía ahora, sin siquiera preocuparse por causar estragos solo queriendo alejarse de este hombre trastornado.

-"¿Dónde vas a ir? No es como si tuvieras amigos para ayudarte".

Bill parpadeó para contener las lágrimas de sus nuevas emociones humanas haciéndolo sentir unas de las muchas emociones que había desarrollado desde que se convirtió en humano.

Culpa. Miedo. Desesperación.

Bill se escondió detrás de un árbol con el corazón acelerado a punto de estallar y con la garganta ardiendo cuando el Cazador pasó corriendo.

Tomando una respiración profunda, Bill se deslizó por el árbol hacia otra dirección.

¿Qué iba a hacer? No tenía aliados ni amigos y ningún lugar a donde ir. Nadie confiaba en él y él no confiaba en nadie y menos después de lo que le paso con este horrible ser.

¿Me enamoré del demonio? - StanBillFordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora