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"Es irremplazable el pasado"

[Segunda parte]

Castillo de Windsor, Mayo de 1764.
Un año después del edicto imperial.

Ya había pasado casi un año desde que la noticia sobre los "crímenes" cometidos por el famoso Harold Wilhem, fue tendencia en todo Reino Unido. Las protestas por parte de los que apoyaban la decaída casa, acabaron por completo cuando sus esfuerzos no rindieron fruto y el Rey se negó a escuchar palabra alguna sobre el tema. Su corazón culposo caminaba sobre los cimientos ensangrentados de un hogar en tinieblas por culpa de su mala decisión. El voto hacia él cayó en picada y el pueblo mostraba su descontento cada que podían, fue mal visto disfrazar la muerte de la señora Wilhem con un encierro en un palacio más allá de las montañas, en donde se oculta el alba.

Sí, desgraciadamente sucedió, misteriosamente cuando el carruaje que transportaba a la dama hacia su nuevo hogar, chocó "accidentalmente" contra unas rocas que oportunamente obstruían el paso, un asesinato que nadie se atrevía a señalar. Se dice que la crueldad del despiadado rey sobrepasó los límites al no ordenar recuperar los cuerpos y darles santa sepultura. Harold junto a sus hermanas habían quedado destruidos, ni siquiera fueron capaces de darles un funeral apropiado a su noble madre, sus entrañas se retorcían con la imagen que creaban sus mentes sobre la horrenda escena.

"El Rey es un tirano", "Gobernante malvado" y demás apodos fueron surgiendo al pasar de los meses, se decía que el pobre hijo de la casa Wilhem no había salido de su habitación desde aquel incidente. No mostraba su rostro en público y sólo se dedicaba a admirar una pequeña pintura de su familia, de cuando eran felices juntos. Inclusive se había negado a presentarse frente a la princesa, no soportaría verla directamente a los ojos; no la odiaba pues ella no era como su padre pero evitaría herirla con alguna palabra que escapara de sus labios. Necesitaba recuperase mentalmente para continuar con su vida, como su madre le pidió que hiciera.

Los días seguían pasando en el frío palacio, ya no era tan pintoresco ni animado, ahora sólo contenía recuerdos de una época lejana y de heridas sin sanar. La princesa permanecía como una muñeca sin vida, sin Harold a su lado todo era de tonos grises, lo que desanimaba a todo el que la veía. Había dejado de visitar a su padre, el que se lamentaba en silencio. Ya que luego de unas largas investigaciones solicitadas por su hija, salió a relucir la verdad, de que fue manipulado por las artimañas de terceros pero ya era demasiado tarde. Sus manos cargaban un puñado de huesos y cada noche soñaba con un inerte cuerpo que lo señalaba con desprecio. Él los mató, mató a su compañero de guerra y a la mujer que este amaba. El padre de Harold quien estaba en cama, necesitaba de atención médica constante y al ser recortado el presupuesto de la casa, no tenían cómo pagar los gastos, cosa que lo llevó hasta la muerte, tan sólo habían pasado dos meses desde la muerte de la señora cuando se anunció el descenso del veterano y héroe de guerra. Pero a pesar de saber que se había equivocado, el Rey no tuvo la intención de disculparse y con terquedad no revocó el mandato. Su más grave error fue pensar que podía dejar a la intemperie esos corazones hirviendo, jamás imaginó que uno de ellos levantaría las llamaradas de su odio con vehemencia.



La princesa Cecilenne con ahora veintiún años de edad, ya podía opinar dentro de la política. Sus notables aportes la ayudaron a ganar miles de seguidores y patrocinadores que la respaldaban. Cosa que la hizo ser capaz de manejar todo el asunto referente a los Wilhem mientras su padre se ahogaba con sus pensamientos en el alcohol, ella había tomado las riendas del país. Anunciando oficialmente que los fondos de la Casa serían regresados y sus territorios ya no seguirían confinados, aún permanecerían sin poder utilizar sus tropas y sin apoyo de la nobleza pero la ayuda que les brindó reconfortó a las hermanas Wilhem...Sólo a las hermanas, pues Harold Wilhem quien la miraba del otro lado de la habitación, poseía un rostro inexpresivo. La princesa heredera se armó de valor y lo visitó hasta su alcoba luego de no haberlo visto durante tanto tiempo. Su contextura era diferente, al parecer adelgazó de manera preocupante y sus facciones no mostraban el tallado rostro que la atraía cuando eran más jóvenes pero para ella seguía siendo su amado Harold, el dueño de su corazón, su motivo y esperanza.

El último latir de la golondrina. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora