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Cerca de tres meses habían pasado desde aquel bonito encuentro fortuito. Tres meses en los que prácticamente se había vuelto un pequeño maniaco. No le juzguen o mal entiendan, él estaba muy cuerdo, más que la mayoría de personas pues tenía la manía desde su adolescencia de acudir a algún terapeuta. Para ser sinceros su adolescencia e infancia no habían sido las mejores, estaba claro que no era ni el primero ni el último en pasar y tener problemas con el apego y la confianza pero lo suyo era algo complicado.

Su problema, por así decirlo era que se enamoraba con facilidad, más bien, parecía un obsesión, se convertía en un stalker en toda regla pero eso solo había sucedido una vez y se podría decir que había sido su único amor real. No era muy de hombres en carne y hueso, pues tenía los estándares malditamente altos según sus dos únicas amigas y los únicos que los cumplían eran o sus crushes literarios o algún personaje de película, preferiblemente uno reformable.

"Estoy fuera de mis cabales, malditamente loco hermano."

Sin mucha delicadeza metió sus manos finas en los guantes de plástico listo para lavar los platos que llevaban cerca de dos días acumulándose en su fregador y por pereza no había lavado. Quizá si no se hubiera encontrado de nuevo con su vecino esperando sentado en frente de la puerta del edificio no los habría lavado, porque, pongámonos en situación.
Él había terminado su trabajo a medio tiempo, cerca de las ocho y media, había tomando el metro y aguantado algún que otro empujón, y por fin, después de casi media hora de pie había llegado a su parada y caminado diez minutos hasta su piso para, oh sorpresa, toparse con quien menos quería, a.k.a. Namjoon, a.k.a. su vecino, a.k.a. su más reciente amor platónico y crush, y claro, era un imbécil de corazón frágil y había saludado, había mantenido una pequeña charla con el chico y se había enterado que había perdido su tarjeta de acceso al piso, y por su novia estaba de viaje hasta mañana por la mañana y esta se rehusaba a darle la clave de acceso a pesar de que vivían juntos porque "la acababa de cambiar y bla, bla, bla", no había pillado la última parte porque se quedó embobado mirando su boca moverse y desconectó aquella función de razocinio así que ahí estaba él, con Namjoon dándose una ducha mientras él corría como un desquiciado por todo el lugar acomodando y limpiando su hogar, y para colmo de males tenía a su gato gritándole por más comida mientras lavaba platos como el maniaco que era.

En fin, un día normal en su vida.

"Disculpa Seokjin, no encontré la ropa en la puerta del baño" y así, el escultural cuerpo de Namjoon aparecía en su campo de visión provocándole un semi ataque cardíaco y que soltara el bowl que lavaba estrellándolo contra el resto de platos. Y así, muy para sí mismo pensó que era afortunado, pero la puta que lo parió, no era el momento de tener una erección.