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La luminaria de la calle estaba descompuesta. Era obvio porque no podía estar prendiéndose y apagándose a intervalos irregulares. Era molesto pero hipnotizante para Senritsu. Esa noche había estado tranquila. Los clientes apenas la miraban, simplemente iba a lo suyo y pagaban sus cosas. Una noche ideal para tener turno nocturno.

La rubia se desperezó. Faltaban solo minutos para poder ir a casa.

Como un trueno, escuchó como la puerta se azotó con la llegada de los últimos clientes. La pequeña dependienta se detuvo a observar a los recién llegados. Una chica vestida con mucho glam, cabello largo, brillante y blanco, siendo escoltada por quien parecía su guardaespaldas, ya que miró rápidamente todo el local, enfocándose en ella. Sintió un escalofrío. No estaba segura si era por el frío del exterior o por la presencia de los clientes.

La chica posó su mirada verde en ella.

-Tú, fea- gritó demandando la presencia de la encargada. Senritsu sintió su vena ensancharse. Sabía que no era atractiva pero no era educado ir gritándolo a todo pulmón.

-Dígame, señorita- puso su mejor sonrisa falsa para atender a la maldita chica. ¡Y la odió aun más porque parecía una condenada modelo! Con esa carita pequeñita y ojos enormes era esperable que todos los normales fueran horribles.

Maldición

-Quiero povidona, alcohol, vendas, alcohol gel- empezó la chica, esperando que la desgraciada se moviera-y goma de mascar-

Senritsu se movió lo más rápido que pudo para hacer la venta rápido. Ya le habían bajado el ego y no tenía ganas de quedarse más de lo que debía.

-Su pedido esta listo, son $12500- dijo a la pareja. Al acercarse pudo notar que el chico, que era visiblemente alto pese a su mala postura, parecía enfermo y enojado.

-¡Ah? ¿Qué acaso esas vendas son de oro? ¿Por qué tan caro, rotosa!- se quejó abiertamente la hermosa víbora. Senritsu empezó a ponerse nerviosa. La explosiva personalidad de la hermosa chica era de temer.

-Son los valores de la tienda, señorita- explicó la rubia, intentado parecer calmada.

-¿No puedes hacernos descuentos?- exigió la chica, golpeando la mesada-somos tus valiosos clientes, maldición-

-Aunque me lo pida, no puedo hacerlo- respondió la dependiente, al borde del colapso.

-¡Serás...!- la chica apretó su puño con toda la intensión de liarse a golpes con la rubia, que aguardaba angustiada. Sin embargo, nada pasó, pues el chico interceptó el puño de la delincuente-¿Nii-chan? ¿Qué no ves que no quiere ayudarnos, Nii-chan? ¡le voy a dar su merecido, suéltame!-

-Ume- la voz rasposa y profunda del chico provocó un temblor nervioso en Senritsu. Ese chico le provocaba pavor-No vez que-el chico se fijó en su identificación- "Agatsuma-san" esta nerviosa por tu manera de actuar-

La rubia se tapó su identificación de la tienda al escuchar su nombre. El hombre lo notó, dedicándole una sonrisa para nada tranquilizadora.

-Es solo una dependienta del 7-eleven, Ume. No puede elegir, solo puede hacer lo que le mandan-siguió el hombre, retirando en un movimiento el gorro del uniforme de la dependienta, revelando su bonito cabello corto rubio-¡pero que bonito cabello!- el hombre toco un mechón, acomodando su mano en la quijada de la chica, que ya no podía soportar la angustia que le causaban esa pareja de hermanos. Sintió como sus ojos se aguaban-seguro lo lavas con shampos caros para mantener el color luminoso y limpio- El chico esnifó el aire-si, aroma a miel y avena. Definitivamente va bien contigo, Agatsuma-san. Y tus ojos, son ojos grandes, pese a no usar maquillaje se destacan-

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2022 ⏰

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Dios de la festividad vs Diosa de la calamidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora