Plato 3

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Saboreando tu amor.

Plato 3

Los personajes de Sakura Card Captor pertenecen a Clamp, lo que a continuación leerán es idea mía. Queda prohibida la reproducción total o parcial de la historia en cualquier otro fandom.

Si algo necesitaba mi cuerpo, era descanso

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Si algo necesitaba mi cuerpo, era descanso. Aunque estaba acostumbrada a las reuniones en que tenía que acompañar a Eriol, esas no duraban tanto como se había extendido la cena en casa de la familia Hiragizawa.

Me costaba creer que ese matrimonio disfrutara hasta altas horas de la madrugada comiendo, bebiendo, conversando y riendo. A la madre de Eriol no se le acababan las anécdotas en donde él era protagonista, y yo pensaba que en todos los años que tenía de conocerlo, ya lo sabía todo.

—Cielo, quiero irme a casa —murmuré en el momento en que tomó mi mano y le dio un beso—. Estoy muy cansada y sabes lo que aún nos falta hacer.

Él sonrió, se puso de pie y me ayudó a hacer lo mismo. Nos despedimos de la familia con excepción de los Kinomoto que acompañados por Syaoran, se habían ido antes de la media noche.

—Prométeme que vendrás pronto a visitarme, Tomoyo —pidió mi suegra, tomando mis manos—. Necesito de tu asesoría con unos vestidos que deseo mandar a diseñar. En dos semanas tenemos que regresar a Inglaterra.
—¿Te parece si vengo a verte la próxima semana? —Hice la promesa y cuando el mayordomo se acercó para anunciar que nuestro auto estaba listo, acordamos ponernos en contacto para concretar el día.

Suspiré una vez estuve sentada en el cómodo asiento del copiloto. Deseaba llegar a casa, quitarme toda la ropa, usar mi confortable pijama, abrazar al amor de mi vida y dormir por lo menos dos días.

Los últimos, habían sido en extremo complicados. Después de la celebración en el hotel, Eriol me llevó a casa y aunque él ya había intentado hacerme sentir bien después de lo ocurrido esa noche, yo todavía estaba en etapa de negación.

Aunque solo unas cuantas personas se enteraron de lo que había hecho, no podía dejar de pensar en mi fracaso. Fui el hazmerreír y estuve a poco de avergonzarlo a él, que solo me decía que todo estaba bien.

Esa noche, estando en la soledad de nuestra habitación, pensé en todo lo que sucedió, las palabras de las mujeres en el baño, las de él y las de la señora, aquella que se acercó a mí para saber cómo preparé la crema. Por un momento, pensé que Eriol habló con ella y la convenció de que me hiciera esas preguntas para hacerme sentir bien. Sin embargo, los tiempos no concordaban, no estuve mucho rato a solas como para que él hubiera hecho eso, solo podía ser verdad. A alguien le gustó lo que hice, solo debía seguir practicando.

—Gracias, cariño —puse mi mano sobre la suya y con una sonrisa él las levantó y le dio un beso a mis nudillos.
—Si querías regresar a casa más temprano, lo hubieras dicho. Te miré tan cómoda que pensé estabas bien —respondió y centró su atención en la carretera.
—No es por eso, gracias por lo de estos días —expliqué—. Tus palabras y tu apoyo me ayudaron a recobrar el ánimo, no voy a dejarme vencer tan fácil.
—Venus, quiero que entiendas que no necesito que hagas nada más para hacerme feliz —dijo, sin quitar la mirada de la carretera—. Pero si tu felicidad está en hacer todas esas cosas, te apoyaré siempre.
—Espero que no creas que se trata de un capricho o de que quiero demostrar algo ante los demás —suspiré, intentando alejar los comentarios negativos de mi mente. Si quería hacer las cosas bien, debía de ignorar todo lo malo, porque Eriol me había enseñado que si alguien deseaba ayudar a mejorar a otra persona, no atacaba de la manera en que lo hicieron conmigo.

Saboreando tu amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora