capítulo II.

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ㅤMiles's Pov

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Miles's Pov.

 Bajé del tren al igual que la señora con su hija. Nos despedimos, y tomé mi camino hacia la estación más cercana donde mi jefe me había reservado el viaje a caballo.

  La gente por el lugar donde pasaba me miraba extraño al ser un extranjero.
La noche comenzaba a caer lentamente, y todas las familias se encerraban en sus casas rápidamente.

  Llegó mi caballo, después de tanto esperar sentado; y subí de inmediato partiendo hacia el castillo del Conde que me esperaba.
Ya una vez dentro del carruaje, miré por la ventana trasera del transporte cómo nos alejábamos del lugar por cada paso que daba el corcel.

  El cochero que hacía posible mi viaje tenía un aspecto sombrío. Llevaba un gran gorro que tapaba parte de su rostro en sombra, su atuendo negro como la tierra en la noche, y unos zapatos largos con tacones. Tez oscura, con alguno que otro rojo en su cabellera, y un semblante serio y aterrador de tan solo mirarle a los ojos rojos que apenas se asomaban desde las sombras que le proporcionaban el antedicho sombrero.

ㅤAl adentrarnos al bosque, ya cerca del castillo; de vez en cuando el adulto paraba y bajaba del transporte y desaparecía entre los árboles. Eso me causó mucho interés, porque lo hizo varias veces.
Cuando veía por la ventana podría jurar que algunas luces pequeñas destellaban a lo lejos. A lo mejor, aquel cochero buscaba algunos tesoros que sólo aparecían a la luz de la luna.

ㅤMe he dado cuenta que no le hablé durante todo el viaje. Qué irrespetuoso de mi parte. Tendré que disculparme con él cuando sea la hora de mi partida de Transilvania.

  Ya se hacían las diez de la noche, y ya habíamos entrado a la fortaleza del gran castillo. Bajé una vez llegamos a la gran puerta, le dí las gracias al señor y él desapareció sin verme a los ojos.
Tragué saliva, giré a la puerta y toqué tres veces esperando a que alguien me diera la bienvenida.

ㅤComo esperaba, la puerta se abrió, y dejó ver el interior oscuro sólo alumbrado por pequeñas velas en las paredes.
Dí el primer paso, entré, y lancé un grito preguntando si había alguien presente, pero no: estaba todo vacío.

ㅤMe encogí de hombros, y tomando mi maleta subí las largas y viejas escaleras, que cuando pisabas; un poco de polvo volaba y los tablones rechinaban.
Mientras subía miraba el alrededor, o al menos lo que se llegaba a ver, y por un momento sentí un aire frío pasar por mis orejas que me hizo estremecer mis colas por el susto que me dio.
No le di importancia y seguí subiendo, aún así se me hacía raro que no encontrara a nadie todavía.

  Al llegar al primer piso, caminé por el pasillo y entré a una habitación. Parecía ser la sala de estar, o algo parecido. Había una linda chimenea prendida y fui a calentar mis colas al fuego, sin pensar que alguna persona interrumpería ya que todo el castillo se veía desolado.
El interior del castillo no era tan serio como pensaba, o al menos la sala donde me encontraba. Estaba bien iluminada, decorada con estanteras de libros, una gran mesa para la cena, y una alfombra roja de buena calidad, como era de esperarse de un conde.

ㅤComo indiqué anteriormente; me paré delante del fuego buscando calor, y opté por quitarme los guantes que llevaba por ya no estar afuera. Los guardaría en mi maleta a continuación, pero me sorprendí al ver la cara del Conde Shadow a sólo unos centímetros de la mía al girar.

ㅤRápidamente me alejé asustado, y él me miró sin cambiar su semblante ladero. Rió.

ㅤ───Me alegro que por fin haya arrivado, joven Miles ───Habló por primera vez───. Me es un placer verlo cómodo en mi sala, ¿disfrutó el viaje en carruaje?

ㅤIntenté no tardar en contestar, así que me obligué a no darle importancia a mis dudas del cómo apareció de la nada y contesté:

ㅤ───Claro, un gusto Conde Shadow, me alegra que haya aceptado recibirme en su humilde morada ───Le esteché la mano.

ㅤÉl respondió con la misma sonrisa ladina y sacó pecho al soltar mi mano. En ese momento pude ver con detalle su aspecto: uno de un conde claramente, pero algo me llamó la atención principalmente. Sus púas oscuras, y con tonos rojizos, al igual que el cochero de hace unos momentos. Luego sus ojos, rojizos igualmente cual sangre, y brillantes, que con muy buena facilidad lograban hipnotizarme al segundo de mirarlos.
Sus manos, delicadas, finas, delgadas y con uñas largas y puntiagudas. Se notaba que estaban bien cuidadas.
Anillos, algunas joyas en su ropaje negro y largo, púas bien alineadas hacia arriba y colmillos blancos y finos.

ㅤ───Déjeme mostrarle su aposento donde podrá dormir y hacer sus cosas, espero disfrute de su estadía, a la mañana le explicaré todo; por ahora vaya a dormir, que no es bueno que se quede hasta tan tarde. ───Ofreció guiarme a mi recámara.

ㅤYo accedí, y él tomó una vela para alumbrar el camino y llevarme al otro piso. Caminaba atrás de él, y sin darme cuenta lo miraba con interés. Fue en un momento donde él me miró de reojo y yo aparté la mirada avergonzado.

  Llegamos finalmente y el Conde usó una llave para abrir mi cuarto, que se encontraba sin uso desde hace mucho tiempo; parecía que no había mucha gente en el lugar.

ㅤ───Aquí es. Acomódate a tu gusto, en un rato la cena estará lista, así que podrás bajar y comer algo antes de dormir ───Prendió una linterna para mí.

ㅤ───Claro, muchas gracias por su amabilidad ───Apoyé mi maleta en la cama y comencé a desempacar.

ㅤEl Conde se fue sin hacer ruido, y después de media hora bajé de nuevo a buscar la cena que ya estaba servida en la larga mesa. Me senté en la orilla, estando cara a cara con el mayor, quien se dio la vuelta en su silla para verme a los ojos y entablar una conversación.

 Me senté en la orilla, estando cara a cara con el mayor, quien se dio la vuelta en su silla para verme a los ojos y entablar una conversación

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EAAA , TAMO D VUELTAA

𝐄𝐗𝐓𝐀𝐒𝐈𝐒. STH ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora