Capitulo 3

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VENDETTA
PARTE II
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Los meses habían pasado rápido hasta llegar a inicios del mes de julio. Severus había mandado a algunos altos funcionarios de San Mungo que estaban de su lado, a vigilar a toda mujer embarazada u Omega sin importar su género que pudiera dar luz a finales del mes y a dar un reporte de ello.

Hasta el último reporte de su Omega, en San Mungo no había nadie con aquella descripción, o nacerian unos cuantos al inicios de ese mes o a finales pero del próximo, Agosto.

Fuera de ello, todo había estado tranquilo en lo que cabia mencionar.

Dumbledore estaba siendo cuidadoso con su arma mortal para acabarlo, cuidando a la mujer u Omega que lo traería al mundo.

El peli-negro no había vuelto a su lado desde hace un mes, cuando pasó su ultimo celo juntos.

-Tengo trabajo que hacer, así que no desesperes, te necesito tranquilo y fuerte para tomar y reclamar lo que es tuyo- le dijo cuando aún estaban enredados en la cama entre sus piernas y la sábana que a penas cubría sus partes íntimas. La mirada de desconfianza que le lanzó solo hizo reír a su compañero. -¿Cuando te eh fallado?- lo último que recibió fue un beso.

Severus nunca le fallaba, era su mano derecha, su mano fuerte, su sombra que parecía relucir por si misma.

Fue así como llego el 31 de Julio de 1980. El día en qué nacería su adversario

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Si hubiese sido Severus quien hubiera escuchado la profecía aquel día en el pub, estaba seguro que lo hubieran hechado tan solo en el momento que aquella bruja hubiera empezado hablar, y daba gracias de que no hubiera sido así, porque sino, no hubiera encontrado como detenerla o por lo menos hacer que aquel desliz, aquel impedimento de destrucción a su señor hiciera mella en su causa.

Y el Señor Tenebroso lo señalará como su igual

Fue eso, lo que marcaba la derrota de Tom era que él mismo interviniera para detenerlo, por eso fue tan tangente y claro que no se metiera y que dejara el asunto en sus manos. Solo le tomo un par de días descifrarlo.

Dado que no hubo respuesta o algo que despertara sospecha de que esa persona desconocida daría luz en San Mungo, tendría que dar luz en casa, en los mejores escenarios, por lo que al mes de haber iniciado el año, metió solicitud para ser sanador en San Mungo, uno de alto nivel, siendo aceptado con documentos falsificados y una identidad falsa.

Se hizo pasar por una mujer beta, de unos cuarenta años, dando una fachada de mantenerse de manera neutral en medio de la adversidad, curando y cuidando a cuánta persona podía, ganándose fama muy rápidamente entre aurores y personas del bando de luz, que aveces llegaban a "secuestrarla" por horas para que curará a los estúpidos que pensaban que usando solo hechizos de luz podían defenderse de mortifagos que no se tentarian el corazón con tal de triunfar mientras daban todo por sobrevivir.

Tenía la apariencia de una mujer de estatura pequeña, de un metro cuarenta y ocho; un busto grande, algo rellenita, con manos pequeñas que daban apariencia de fragilidad, sus ojos color miel claro, el cabello largo y ondulado de un tono chocolate. La nariz respingada, labios delgados, siempre rectos, con un aura profesional pero también suave, amorosa, casi maternal que hacía confiar en ella, queriendo entablar conversación con ella, a lo superficial, dado que nunca dejaba de lado su profesionalismo.

Cayendo en las manos del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora