Capitulo Final

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"—Dime por favor, ¿En qué te eh fallado, Tom? Te eh servido en todo lo que me haz mandado y eh obedecido sin dudar ni por ningún segundo. Eh prevalecido en dónde otros te han fallado. ¡Me niego a creer que esto es verdad! —lágrimas corrían cómo dos pequeños ríos sin caudal, por aquellas sonrosadas mejillas. Los ojos color avellanas reflejaban un enorme dolor y tristeza, mezclados con grandes piscas de irá y traición.

La distancia que los separaba era bastante corta, pero por algún razón, se sentía como si en vez de dos metros se sintiera como kilómetros de distancia. Su castaño y ondulado cabello, caía suavemente por sus hombros, y su peinado se encontraba un poco despeinado, sin darle una apariencia de desarreglo, al contrario, le daba un aire más tierno, pero eso ya no importaba, sus delgados labios temblaban mientras intentaba contener los sollozos, teniendo en cuenta de que a su alfa, odiaba los lloriqueos. Apretaba con fuerzas la palma de sus manos, enterrando sus uñas en su tierna carne, en espera de una respuesta a sus desesperadas preguntas.
—¡Respóndeme Tom! ¿¡Que eh hecho mal para provocarte este arrebato tan despiadado!?— no tenía varita en mano, se encontraba desarmada, después de todo, nunca la había necesitado cuando tenían sus encuentros fortuitas con su otra mitad.

—No eres tú querida, soy yo—una risita sardónica escapó de su boca, sin pena ni vergüenza por el eco que resonó en aquel lugar —En realidad, si eres tú, mi querida Sonya. Me haz servido obediente e implacablemente, y no creo encontrar a otro siervo como tú qué me deleite con tus infinidad de habilidades para hacer uso en mis planes; sin embargo, no haces mella en lo que busco para mí, aún si eres mi pareja destinada. No siento y no tengo esa satisfacción contigo. Eres débil, careces de esa fuerza que anhelo y necesito de alguien que tiene que ser digno para poder pararse a mi lado y decirse mi pareja— con lenta parsimonia, se acercó hasta donde se encontraba la pequeña mujercita, que temblaba tal vez en shock, ira, rabia hasta tal vez, desprecio de si misma, pero eso, ahora no le importaba en absoluto.

En realidad, no sentía nada más que una pequeña pizca de ¿Duda? Por lo que pronto sucedería. Fue un juguete bastante útil, pero no el suficiente para poder quedarse a su lado, ya no le servía ni satisfacía una vez que alcanzó su meta. Una herramienta que cumplió con su utilidad, debía ser desechado inmediatamente sin contemplaciones ni mucho menos vacilaciones, dado la información valiosa que tenía en sus recuerdos

—No temas a lo que te avecina, es más bien, tómalo como un regalo de misericordia por parte mía— acaricio por última vez aquellos pómulos que en más de una vez se tiñeron de rojo en una desmedida pasión que ella llegó a sentir en sus momentos más íntimos, pero mientras que él, buscaba tener una culminación por lo menos, decente. Su mano descendió hasta su cintura, para tomarla con fuerza y pegarla hacia su cuerpo, mientras con su otra mano, levanto con delicadeza su mentón para besarla con fiereza, deseando por un segundo que pudiera sentir algo, una pequeña chispa que lo hiciera reconsiderar lo que podría convertirse en un error, pero no sucedió nada, más que soltar un quejido por parte suya, al súbito dolor por recibir una mordida en sus labios sin contemplación. Sonrío por lo bajo, cuando lo siguiente que recibió fue una fuerte bofetada que le provocó el ardor en la mejilla izquierda. Y sin más, la soltó, dando unos pasos ligeros hacia atrás, observando divertido la situación.
—¿¡Así que al final te revelas contra tu dueño?!—grito fuerte cuando la chica salió corriendo hacia la única salida que se veía a simple vista.

En realidad, ambos se encontraban en la antigua Cámara de los Secretos, de Salazar Slytherin, y por ende, aparte de la más obvia salida y entrada principal, había otra más, pero esa, aquella chica no la conocía. Sintió la diversión recorrer cada poro de su cuerpo vibrar, y sin miedo o arrepentimiento, hablo en parsel, invocando al más antiguo basilisco gigante, ordenándole a cazar a la chica. No deseaba dejar rastro alguno que pudiera alertar a los profesores y director. No pasó mucho tiempo para que escuchará con gran placer, el grito agudo de la presa menguar con un simple "glup" seguido del arrastre conocido de su basilisco.

Cayendo en las manos del enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora