ㅤTeyvat está lleno de misterios sin resolver. Uno de ellos es la desaparición del príncipe heredero al trono de Mondstadt, hace miles de años, y otro es la inexplicable existencia de aquel al que hoy conocen como "Aiden".
ㅤTras ser rescatado de un e...
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ㅤNo existían muchas cosas que Aiden quisiera, y por lo tanto no existían muchas cosas que a Aiden se le negaran. Era un chico simple que de vez en cuando pedía alguna que otra cosa; siempre creyó que lo que pedía era algo fácil de conceder y jamás nadie le había dicho "no, no puedes".
─No voy a servirte sidra. Eres menor de edad.
ㅤNunca habría pensado que lo que le negarían sería algo tan simple como un vaso de sidra.
─¿Eh? Pero-...
─¿No me has oído?
ㅤEl hombre pelirrojo que limpiaba copas tras la barra de la taberna le dedicó una mirada severa. Aiden se encogió sobre sí mismo.
─Pero yo no soy menor de edad ─insistió haciendo un gesto con las manos─. Tengo diecinueve, ¡estoy diciendo la verdad!
─Regresa cuando tengas veintiuno. ─Y con eso, Diluc dió por cerrada la conversación.
ㅤEl pequeño rubio regresó a casa con las manos en los bolsillos y pateó piedritas en el camino con aire pensativo. «¿Será porque me quedé bajo de estatura?» se preguntaba, «Debe ser el cabello. Debería cortarme el cabello». Pero sin importar cuánto lo intentara, ese hombre no le serviría más que jugo de frutas. Sin alcohol. Sentía que estaba haciéndoselo a propósito, ¡solo para burlarse de él! Trató, trató y trató de que lo dejara probar al menos un poco, pero todos sus intentos fueron fallidos. Aiden pronto entendió que el mayor simplemente no cambiaría de parecer, que debía rendirse y conformarse con beber jugo; el jugo no sabía mal de todas formas, se dijo. No había necesidad de insistir más en beber alcohol ahora que sabía que sería en vano, pero tampoco había necesidad de ir a la taberna para beber algo que podía beber en otro lugar.
ㅤÉl iba por otra cosa.
─¡Maestro Diluc! ─saludó apenas entró por la puerta. Sonrió mostrando los dientes y se sentó en el mismo lugar de siempre.
─Últimamente te veo más seguido ─comentó apoyando un posavasos delante del chico, como de costumbre.
─No es mi intención venir a molestar ─aseguró ahora en voz tranquila, suavizando su expresión hasta que no fue más que una sonrisita tímida─. Es solo que el ambiente en la taberna es muy agradable, y charlar con usted es... A-Ah, ¿qué estoy diciendo? A usted no le interesan las charlas triviales. Discúlpeme.
