Cuando llegamos abajo, me encontré a mi padre, Fred, con una pierna sobre una mujer que estaba tirada en el suelo, esposada a una silla para que no se moviera. Supongo que le gritó fue de aquella mujer.—Hola hija.
—¿Quiénes son estos dos? —pregunte directamente, señalando a la mujer y al hombre que vino a buscarme a mi habitación.
—La mujer que tengo bajo mi pie, es una espía que pillamos escondida entre los arbustos del jardín. Patético, ¿No crees? —dijo con burla, mirando a la mujer.— Y el hombre que está a tu espalda... Es por pura precaución, es tu nuevo guardaespaldas.
Me giré hacia el hombre que se había reído de mí frente a la puerta de mi habitación, por amenazarlo con un bate. No podía ser. ¿Había hecho el ridículo frente a mi nuevo guardaespaldas? Y lo más importante, ¿Porque narices iba a necesitar yo, un guardaespaldas?
—A sus servicios, Señorita Maner. Espero que la siguiente vez que me reciba, no sea amenazándome con un bate. —dijo burlándose de mi y aguantando la risa.
—Primero, no me llames "Señorita Maner", no me gusta. A mi me llamás Tania. Que por algo me llamo así. Y segundo, no vuelvas a mencionar lo del bate o te daré un golpe con el en la cabeza.
Su risa lleno la sala principal al instante. Su risa era fuerte y ruidosa, pero agradable. Después de unos minutos, paro de reír y le pedí que me acompañará al salir, porque tenía que hacer una tarea.
—¿A donde quiere ir, Tania? —pregunto, tratándome de usted.
—No me trates de usted. Tómame como una amiga, lo tomas o lo dejas. Tu decides. Y... Quiero ir a la casa de mi vecino, Alex.
—Como quieras. Te acompaño.
Asentí con ganas, satisfecha por la respuesta. Después de eso, me metí en mi habitación a arreglarme. Peinar mi cabello y ponerme ropa para salir a la calle. Y mi guardaespaldas me esperaba fuera de mi habitación. Tenía que preguntarle por su nombre.
Me di toda la prisa que pude, viniendo de mi, claro. Cuando salí me lo encontré sentado en el suelo con la espalda pegada a la pared.
—Eh, hola. Lo siento por tardar. — dije mientras cerraba la puerta. — Por cierto, ¿como te llamas?
—Mi nombre es Tanner, señori... Perdón. Tania. — me dijo mirándome, como si fuera a matarlo. ¿Que pasaba últimamente?
—Encantada, Tanner. Espero no volverte a amenazar con un bate en la puerta de mi habitación. —le dije con una sonrisa y estrechando su mano.
Finalmente había optado por ponerme un vestido que me llegará por debajo de las rodillas. Era blanco por la zona del escote y negro por los pies del vestido. Tenía una cadena de perlas, bordeando la parte superior del vestido. Era precioso. Lo había acompañado de unos zapatos de suela baja que también eran de color negro.
El pelo me lo había peinado y me lo había dejado suelto, para que cayera por mis hombros. Amaba el color negro y podía conjuntar fácilmente las cosas debido a que también era el color de mi cabello.
Le hice una seña para que se levantará de su lugar y que se pusiera a mi lado para seguir andando y hablando con el. Había cambiado de opinión en cuanto a lo de ir a casa de Alex y le había dicho que quedaríamos en un parque.
—¿A donde vamos, Tania?
—He quedado con un amigo mío, se llama Alex. Vamos a un parque que está cerca de aquí. ¿Te parece bien?
—Sí, perfecto.
***
Cuando llegamos al parque, vi a Alex sentado en un banco con los cascos puestos, supongo que estaría escuchando música. Estaba frente a una fuente y la miraba con los ojos perdidos, como si su cuerpo estuviera aquí pero su mente en Marte.
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Una sola frase
Misterio / SuspensoTania pensaba que su vida en la nueva universidad sería tranquila, pero se convirtió en un completo caos...