Capítulo 4

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La Maison era una casa rural encantadora. Era de tamaño grande sin llegar a ser excesivo, al contrario que en el caso de La Mansión.

Slenderman le abrió la puerta al ver que ella, atónita, no se movía. La casa era preciosa, con razón no había podido adivinar nada. Ella había esperado que fuese una mansión pomposa e imponente. Pero aquella vivienda tan acogedora la sorprendió gratamente.

En aquel momento la idea de trabajar en esa casa indefinidamente no la disgustaba del todo. Ella se quedó  mirándolo todo, empapándose de la visión de aquella finca tan bonita y cálida.

De las paredes colgaban múltiples enredaderas que le daban un encanto especial a aquella construcción. Los muros eran sólidos, de piedra, con unas grandes cristaleras que no dejaban entrever el interior con unos marcos de madera encuadrándolas.  Había una pequeña puerta que parecía dar a una cocina por la que se podía ver un trozo de encimera.

De la cocina salía un agradable olor a pollo cocido, lo cual llamó su atención. Puesto que a Cinthya adoraba a partes iguales comer y cocinar.

Y su hermana para su fortuna o para su desgracia comía como cuatro personas juntas. Por fortuna, ya que sino ella engordaría demasiado. Y por desgracia debido a que costaba mantenerla lo mismo que si fuese de familia numerosa.

Se giró para seguir contemplando el camino de piedra que rodeaba la vivienda cuando se dió cuanta de que Aquiles ya no estaba a su lado. Sino que estaba ayudando a una anciana, que le daba órdenes firmemente, a descargar unas cajas de verdura . No se había dado cuenta de cuando había desaparecido, ni siquiera de cuando la anciana lo había llamado.

Hasta tal punto estaba metida en sus pensamientos. Al darse cuenta se preocupó por lo descuidada que había sido.

Estaba en casa de unos desconocidos que pertenecían a un grupo criminal que vendía drogas, probablemente una mafia.
Rodeada de personas que la habían secuestrado, a las que debía mentir para que no hiciesen daño a su hermana.

Tenía que estar más alerta, podían descubrirle y delatarle. Así que se forzó a abrir bien los ojos y a estar atenta a su alrededor.

De las tres cajas de gran tamaño que estaba transportando su secuestrador se cayó un tomate maduro ,desde la que estaba más arriba, al suelo.

Slenderman se inclinó para cogerlo y la anciana aprovechó para darle una colleja en la nuca. Lo que le provocó una risa sorprendida a Cinthya.

Él se giró enfurruñado a observarla con molestia, y posteriormente miró con reproche a la anciana por la colleja que le había propinado, sin atreverse a decir nada, a riesgo de recibir otro manotazo.

La mujer era una señora que aparentaba tener unos cincuenta y cinco años. Y era delgada y parecía firme. Con una postura de aristócrata la mujer hacia lucir su mandil de tela como el vestido mejor confeccionado.
Tenía el pelo gris recogido en un moño elegante sobre la nuca, tirante.

De la cocina al escuchar el jaleo salieron dos personas, una de ellas era una mujer gruesa con la cara ancha y una sonrisa enorme que parecía de una edad similar a la mujer del moño. La mujer venía secándose las manos en un trapo mientras le seguía una pequeña niña rubia con un vestido de flores.

-¡Gema María no corras, te vas a caer!- le gritó la anciana más delgada, enfadada,a la niña al ver que venía corriendo hacia ellos.

-Nana, te he dicho que no me llames así- dijo la niña con fastidio.

-Te llamaré como me plazca- respondió tajante- Y deja de ir por ahí como si fueras una cabra loca. Vas a manchar el vestido-

La niña no se atrevió a replicar más y se giró a mirarla fijamente. Tenía unos ojos verdes preciosos y el pelo negro recogido a los lados de la cara con dos ganchos. La piel era morena, de un tono caramelo precioso, parecida al color de la piel de su secuestrador.

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⏰ Última actualización: Jun 04, 2022 ⏰

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