CAPÍTULO 1 "El final del destino"

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Ella observa el espejo retrovisor, allí la vigilaba una mirada desquiciada y hambriento de lujuria. Le esperaba aquel terrible destino de todas las desaparecidas. Era él, un hombre enorme con el poder de controlar a una adolescente. Comienza a escuchar los latidos de su corazón golpeando su pecho, observa la luna llena y se mantiene en silencio, recordando el principio y algo horrible despertó.

Todo comenzó en esa noche de verano, tan hermoso, glorioso y de un silencio tan profundo que sólo podía escuchar con claridad las palabras del pensamiento. La ideas venían acompañadas por la fría brisa de la calle, eran muchas, cientos de ellas. Tantas cómo las estrellas que abrigaban ese cielo nocturno, la luz de la luna llena se abría camino ante la necesidad, los minutos se volvieron horas, se escuchaba los susurros de las ramas rozar el viento junto a una palabra "Hoy" "Tiene que ser hoy"

El deseo era incesante, cruel y burlón, había que saciar su hambre, de lo contrario la saciaría  de la peor manera. Pero le han enseñado de forma dura que tiene que ser paciente. El control, si, no hay nada más difícil cómo mantener el control, el poder de amortiguar los pensamientos se a vuelto una disciplina difícil, pero esta noche ha de ser diferente. Aquella joven veía el cielo estrellado, mientras seguía caminando más de tres, cuatro o hasta cinco kilómetros. El camino era largo, solitario, oscuro, peligroso y muy hermoso.

La necesidad era muy impaciente, daba pequeños golpes sobre su pecho, tal cómo los latidos de su corazón, no lo soporta más y ve su reloj, un cuarto para las ochos, era tarde ¿Para cuando será?  desde el cristal se vio el reflejo de unas luces blancas que la envuelve completamente, era una camioneta, aquella chica estira su mano. El vehículo se detiene lentamente, se asoma y ve a un hombre de gran tamaño, pero la luz de la calle sólo recorría la silueta de su profundo bigote y unos lentes de pastas que cubría una gran parte de su cara, le pide que la lleve al pueblo más cercano. Él se fija en su pantalón ajustado que sólo cubría su cintura y se concentra en el lunar de su ombligo. Su piel era tan clara y colorada que era lo qué más resaltaba de ese hermoso lienzo.

Acepta y la chica se apresura en abrir la puerta de atrás, el hombre gira a ver el retrovisor y no estaba equivocado era muy guapa.

—La puerta es engañosa — dice —Voy a cerrarla—. Se levanta de su asiento y se escucha las pisadas de aquel gigante. Se detiene por un instante y desde la ventana se ven las hermosas piernas desnudas de su pasajera que no aparentaba tener más de diecisiete años —Listo—. dice cerrando con firmeza.

Enciende el motor abriéndose camino por la solitaria carretera. El conductor vuelve a husmear por el retrovisor, unos ojos azules grandes que enmarcaba una inocente mirada, nunca había visto a una chica tan hermosa —¿A dónde se dirige?— Pregunta.

Ella deja de ver el camino y con agotamiento en la mirada se fija en el hombre qué por algún momento a perdido de su interés —Al internado Simón Vargas.

—Ah... Eso lo explica

—¿A qué se refiere? —parpadea varias veces.

—Por estas carreteras es común ver a estudiantes pedir que las lleven a la ciudad.

—¿A sí? ¡Vaya! al parecer no soy la única.

El hombre hace un soplido con su nariz y luego sonríe—. Si, me descubriste. Trabajo en una obra cerca de la ciudad y cada vez que paso por esta carretera, me consigo con chicas qué piden un viaje gratis.

—Oh... sí de dinero se trata puedo...

—No, no, no — menea la mano derecha —No es eso, sólo es para reafirmar mi punto ¿Me entiendes?

—Si, ahora lo entiendo.

—Bien— vuelve a sonreír —. Mi nombre es Edmund ¿Cuál es el tuyo?

—Nima.

Nima - Una depredadora disfrazada de presaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora