CAPÍTULO 4 "Adolescencia"

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Nadie desea estar sólo, siempre se necesita de un oído que escuche lo que sientes y anhelas, de una boca dónde salgan las palabras que te hagan reír, de una mano que pueda abrazarte cuando te inunda la tristeza y de unos ojos que comparta tus mismas experiencias. De un amigo, pero ¿Habrá algo de eso para Nima? no hay personas que comparta sus mismas inquietudes y necesidades, al menos en la preparatoria, pero parte del código era vestirse de un buen disfraz y ¿De qué sirve lucir un disfraz incompleto? Era lo qué siempre decía su abuelo.

La soledad era parte de ella, la única qué comprendía esos bullicios internos era su compañera silenciosa que despreciaba a todo aquel que se acercara más de la cuenta. Temía que al hacer una amiga o un amigo, despertaria el lado mas oscuro de su interior, cómo ocurrió hace muchos años.

Conoció a un chiquillo qué le gustaba leer obras de crímenes para adultos, su padre era editor y a veces cargada los borradores en pleno desarrollo, muchas de ellas en el bote de basura pero para él era cómo si se publicara un nuevo capítulo. Le enseñó varios de esos trabajos que parecía fascinante.

Un día mientras leía un borrador había un chico grande que lo estaba molestando, se burlaba de su defecto ya que era gago y le obligaba que le diera el dinero de su almuerzo. Ese día no cargaba ni un centavo cosa que hizo enfadar al bravucón, lo empuja hasta tumbarlo al suelo y lo patea por los costados, el niño se aferraba al escrito sintiendo los maltratos y las burlas de sus compañeros pero de repente se detiene, se escuchan unos quejidos. Alza la mirada y era Nima que se aferraba de brazos y piernas sobre él, se estaba colgando de su garganta, el niño grande intentaba sacudirla pero era en vano. Su rostro se tornaba morado. Cae al suelo pataleando varias veces, estaba sudando y los ojos se le habrían más y más, suplicando en quejidos pero lejos estaba de soltarlo, su mirada brillaba, lo estaba disfrutando.

Todos los niños gritaban pidiendo que lo suelte pero no escuchaba sus voces, solo una susurrante voz, su compañera silenciosa. De repente varios maestros la agarran de los brazos pero no cede, cuándo deja de sentir su fuerza por fin lo libera.

Deja de sentir a su compañera silenciosa, estaba sola ante la amarga realidad que le abrigaba. Las miradas de horror de sus compañeros caían sobre ella. Observa su mano y ve sangre entre sus dedos. El chico andaba tirado a un costado de su pierna, por un momento se sentía sola en este mundo, envuelta de una paz profunda y placentera que desapareció al escuchar que tocia e inhalaba freneticamente el oxígeno que perdió su víctima. Alza la mirada y se cruza con la de su amigo que la veía cómo si fuera un monstruo. Se levanta y todos los niños retroceden sin apartarle una mirada de desprecio y miedo. Su amigo no era la excepción, trata de explicarle que lo hizo por él, pero no la escucha y le pide que se aleje de ella. Desde ese día sintió el rechazo de sus acciones y empezó a odiar en ser señalada cómo un monstruo.

La preparatoria Miranda era toda una jungla, cada espécimen de estudiante estaba separados por manadas, con personas que cumpliese una serie de rasgos que tuvieran los demás y así poder ser aceptado, se veía claro los grupos más fuertes de los débiles, Nima era cómo un lobo solitario y no le molestaba para nada, pero sabe que todo depredador es vulnerable cuándo se encuentra aislado.

Cómo un león acechando a una manada de antílopes, se fija de un grupo de chicas que aparentaban ser de las populares, se concentra en un sólo objetivo, una hermosa joven de cabello rizado oscuro y de piel morena, bien adornada y de una sonrisa de estrella acompañada de unos ojos oscuros muy hermosos, muy segura de si misma. Todas las que la rodeaban se notaban el anhelo de ser como ella. Nima creé que es la candidata perfecta para completar su disfraz.

Era hora de ir al ataque, se acerca de frente y logra leer un nombre escrito en su collar dorado. -Hola Beatriz-dice con mucha confianza cómo si la conociera, todas voltearon a verla, y no les complacía su presencia, algunas murmuraban. Se notaba qué estaban a la defensiva pero le era indiferente.

Nima - Una depredadora disfrazada de presaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora