Pesadillas, adolescentes y maletas...

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"Un avión estrellado y un rastro de sangre. Lo sigo como un lobo, olisqueando a su presa. Cojeo de la pierna derecha y mi Dessert Eagle parece pesar más de lo habitual. Sonidos de disparos y explosiones revientan contra mi mente. Comienzo a correr, temeroso de perder mi objetivo, y una granada estalla a escasos metros mía. Me caigo al suelo, sin heridas graves, pero un agudo pitido me ametralla la cabeza, y apenas escucho nada más lejos de el repetitivo sonido que yace en mi cabeza.

Un soldado enemigo aparece de entre los arbustos, le dedico tres disparos desde el suelo: uno en el vientre, otro en el pecho, y la ultima bala se pierde en el aire. El hombre cae al suelo dejando escaparse su arma de las manos. Me acerco y lo remato clavándole un cuchillo en el cuello.

Sigo corriendo en busca del hombre que se me ha enviado a asesinar, tras casi medio kilómetro siguiendo gotas de sangre, lo encuentro bebiendo en la orilla de un río. Antes de verme apuntándole con el arma el hombre tose sangre. Todavía oigo el pitido, pero ya puedo escucharle cuando me dice: -No tienes ni puta idea de lo que haces...-"

Despierto de un salto, con los ojos muy abiertos. Me falta la respiración. La pesadilla de aquel recuerdo me sigue atormentando años después, suerte que siempre me despierto antes de que acabe...

Todavía con las pulsaciones aceleradas, voy corriendo al baño a lavarme la cara para despejarme y relajarme. Cuando alzo la vista, al otro lado del espejo mi reflejo parece no moverse conmigo, al menos en mi mente. Este comienza a hablar sin yo haber dicho palabra aún: -Sigue torturándote aquel recuerdo ¿No?- me niego a hacerle caso al fantasma de mi mente, en algunas ocasiones es tan arrogante que me gustaría apuñalarlo hasta que dejara de respirar, pero claro, no es más que un producto de mi atrofiada mente -¿Por qué no me hablas? Al fin y al cabo, yo soy tú.

-No, no eres yo, eres una ilusión.

-¿Una ilusión? No, yo soy tú.

-Que no, joder, déjame en paz.

-Llevamos tantos años juntos que si ahora me fuera, perderías una parte de ti.

-No, yo soy yo, no te necesito a ti para estar completo. Vete. No eres real.

-Está bien, evade mi existencia, como también evades tu pasado- rompo de rabia y grito -¡No eres real! ¡Fuera!- oigo unos pasos al otro lado de la puerta, me giro y escucho la voz de Mark -Papá ¿Que haces? Son las nueve de la mañana, y es fin de semana- me quedo quieto un momento mirando la puerta y respondo -Perdón, no ha sido nada, sigue durmiendo si quieres- vuelvo a mirar al espejo y mi reflejo vuelve a ser el mismo de siempre. Vuelvo a lavarme la cara.

Son las once menos diez de la mañana, y estoy en la sala de espera de mi psicólogo. Un sofá mullido de piel blanca sostiene mi trasero, que se encuentra junto al de una niña de cabellos rojizos, de entre seis y ocho años, jugando con el último modelo portátil de Nintendo. Miro a la pantalla. Está jugando a un juego de puzles y acertijos, y lleva ya un par de minutos sin mover los dedos -¿Quieres que te ayude?- le susurro, me mira con los ojos enormes y la boca entreabierta y suelta un desvergonzado "vale" en un tono bastante alto para el lugar en que nos encontramos, y me tiende la consola.

Tardo apenas unos segundos en resolver el puzle y le devuelvo la Nintendo a la niña, que me mira impresionada y luego sonríe. Me doy cuenta de que enfrente mía una mujer me mira de manera extraña, deduzco que es su madre, a la que sonrío cordialmente. Entonces la puerta de la sala se abre, y Henry, mi psicólogo, me llama -Morfeo, es su turno- asiento y me levanto del sofá, dejando el hueco de mis posaderas en la piel.

-Buenos días, Morfeo ¿Que tal ha ido la semana?- dice mientras se sienta en su sillón, y me indica que me siente en un sofá, también de piel blanca, en frente suya -Buenos días, no ha ido demasiado mal.

-Pero tampoco ha ido perfecta ¿No? ¿Has vuelto a tener esa pesadilla no es así?

-Siempre aciertas.

-¿Y el fantasma de tu reflejo?

-Ha aparecido esta mañana, hacía días que no hacía acto de presencia.

-Bueno... ten en cuenta que desde que empezaste a venir aquí ya has mejorado bastante- llevo tres años viniendo aquí, y cinco en otras clínicas, malo sería que no hubiera mejorado un poco -Sí, supongo.

-Ya no te desmayas, y el reflejo aparece menos. Yo creo que te hacía falta alguien que te dijera lo que no quieres escuchar, y por eso tu subconsciente crea ese doble tuyo, que te lleva la contraria en algunas cosas, quizás no te deje en paz hasta que aceptes lo que te dice.- por una vez, este hombre me decía algo que, aunque aún no lo comprendía muy bien, parecía tener sentido -Es posible...

Estamos a lunes, acabo de entrar por la puerta del laboratorio y todo el mundo está recogiendo sus pertenencias. Cruzo la estancia a paso lento en dirección a las taquillas, de camino me cruzo con Bella, mi ayudante -Eh, quieta, explícame que pasa.

-Nos embargan, se acabó, estamos en la calle.

-¿Que dices? ¿Tan pronto?

-Sí, tienes que recoger tus cosas...- Normalmente dan un plazo de una semana, pero que se le va a hacer... Habrá que recoger.

Vuelvo a casa con el coche cargado de recuerdos de cinco años de estudios. Se me vienen a la mente muchos recuerdos, imágenes de mi pasado trabajando en el laboratorio, celebraciones por algunos éxitos, y de repente, se me cuelan mis malos recuerdos de la guerra de por medio... Aparece el fantasma de mi pasado a darme el coñazo de nuevo -Morfeo- pienso que viene a hablarme de nuevo sobre mi pasado, me crujo el cuello en un intento de desestresarme, ignorando a mi otro yo, esta vez reflejado en el retrovisor, pero esta vez no viene a hablarme de lo de siempre -Deberías replantearte esa oferta que te han hecho, al fin y al cabo, ahora estás en la calle.

-Sí claro, no es tan fácil, tengo un hijo que atender ¿Entiendes?

-Tu hijo está cerca de la mayoría de edad, puede vivir con su tía una temporada.

-Sería un mal padre si hiciera eso...

-¿Quién lo dice? Es tu futuro laboral, es más importante, y Mark no vivirá mal con su tía y sus primos- llego a casa y aparco el coche en la puerta -Mira... eso es algo que tendría que decidir yo, no te metas en mi vida.

-Escúchame, yo soy tú, tu vida es mi vida, así que creo que puedo meterme.- salgo del coche dando portazo. Voy al maletero y cojo una caja, cuando llego a casa me doy cuenta de que Mark no está, de modo que tendré que subir todo yo...

En cierto modo, mi otro yo tiene razón, es una buena idea, nunca voy a encontrar una oferta de trabajo tan bien pagada, no es que considere que mi trabajo sea más importante que mi hijo, pero sí que es muy importante, y Mark se puede cuidar solo.

Al terminar de subir las cajas cojo el móvil y marco el número de mi hermana...

Lunes, 4:53 p.m.

-¡No! ¡No pienso ir allí a vivir con ellos!

-Mark... escúchame ¿Quieres?

-No papá, no quiero.

-Atiéndeme por dios, solo serán tres meses, ya vas a cumplir la mayoría de edad, y ya estás trabajando, aunque no ganes demasiado, puedes vivir en un piso de alquiler, eso te lo pagaría yo al principio.

-Papá, no los conozco apenas, los veo una o dos veces al año.

-Yo los veo a menudo, si no los ves es por que no quieres.

-Pues por algo será.

-Sí, por que prefieres ocupar tu tiempo en otras cosas.

-Me da igual enserio, no quiero ir papá.

-Pues vas a tener que aguantarte- Mark pone cara de enfadado y se va de la sala, no sin antes dedicarme unas hermosas palabras -¡Vete a la mierda! ¡Así de claro!

-¡Oye!- cierra la puerta de un golpe. Ahora mismo me siento un asco de padre, pero con sus primos se lo pasará bien, uno de ellos tiene su edad, y otra le lleva poco tiempo. Realmente, no creo que pueda quejarse.

El sueño de HiedrickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora