Ramé.

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Ver a alguien de la misma índole que Xue Yang, tratar a otro, con tal delicadeza, era algo bastante inusual. Y es que, el joven delincuente, incluso tentaba, cuidando cada uno de sus pasos, con tal de no mover más de lo necesario a Xingchen; quien permanecía entre sus brazos.

Antes, se había negado a la convicción del Daoshi de aferrarse a su cuello, intentando sostenerse y no ser demasiado peso para el menor. Muy por el contrario de disgustarle la idea de tener a Xingchen tan cerca de él, simplemente, consideraba, lo mejor para este Taoísta era permanecer lo más quieto posible, sin hacer ningun tipo de esfuerzo.
Xue Yang no quería agravar la lesión, o peor aún, que perdiera más sangre.

En un comienzo, había planeado llevar a Xingchen con un médico o algún especialista, que pudiera tratar su herida, con mayor diligencia que él. Pero no había ninguna posibilidad. Es decir, ¿cómo podría costearlo? Y seguramente, a este Daozhang no le agradaría que intentará intimidar o amenazar a alguien para que le brindará un tratamiento.
Joder, el camino recto, era tan tedioso.

A fin de cuentas, opto por llevárlo al lugar donde había permanecido oculto, durante los últimos días y asistirlo él mismo.

Se trataba de un templo abandonado, en una colina.
Los rumores decían que la energía Yang de este lugar, era demasiado fuerte; al punto de no permitir la vida diaria. Tal vez, por lo mismo, edificaron un templo aquí...
Por supuesto, esto, al joven delincuente, no le importaba, en lo más mínimo. De cualquier forma, Xue Yang y el caos, se llevaban muy bien.

Al entrar al lugar y pesé a la baja luz, todo se veía escabroso, polvoriento y deteriorado. Terminar en un espacio como este, junto a Xingchen, se sentía igual a un extraño deja vu.

Con toda la delicadeza que el aciago delincuente podría albergar, bajo al joven Taoísta, en el único sitio medianamente limpio. El mismo, donde Xue Yang había estado durmiendo; esté, constaba de algunas telas amontonadas, una sobre otra, cubriendo la aspereza de unas cuantas pajas y el duro suelo.

Sin esperar mucho y tratando de, por demás, ser cuidadoso, el menor entre ambos, abrió la túnica manchada de sangre, intentando ver la herida, en el costado del cuerpo del Daoshi.
Un suspiro de alivio atravesó sus labios, al notar, no era un corte demasiado profundo. Tampoco afectaba algún punto importante. Considerándolo mejor, lo más probable es que Xingchen había colapsado por la tensión de la discusión. Sumado a eso, toda la conmoción que esto mismo produjo.
Lidiar con este tipo de emociones, para nadie, es sencillo. Mas aún, cuando no había tenido ningún tipo de experiencia.

-¿Aun sientes pena, por la muerte de ese bastardo? -Indagó el más joven, tanteando el terreno para saber como proceder con la curación. Si Xingchen seguía afectado, no podría acercarse y tocarlo, por el miedo de infligir innecesariamente en él.
Para ambos, sería demasiado doloroso. Entonces, de ser así, tendría que forzarlo a dormir.

Xingchen mantuvo su cabeza baja, mirando la mano ajena; más específicamente, su mano izquierda.
Recordó la primera vez que lo vio; en ese entonces, desconocía la responsabilidad de Chang Cian, en el suceso que llevó a Xue Yang, a perder su dedo.


-No se trata de eso... -Respondió en un murmullo, que no pasó desapercibido, por el silencio del lugar. -Aun no logro asimilarlo. Todo lo que dijiste....

-Somos diferentes. -Interrumpió. -Tú eres demasiado... "Tú." Alguien así, no encaja en el mundo real; de igual modo, yo sigo siendo un delincuente. Alguien como yo, jamás podría ir a tu lado.

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