boda equivocada 婚礼

epílogo

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Habían pasado ya cuatro años de la muerte de Heeseung y todos aun podían sentir el agobiante sentimiento que sintieron al ver llegar a Sunghoon solo, con una expresión fría que transmitía tristeza en su más puro estado y con rastros de lágrimas en sus ojos.

Sería mentira decir que no lloraron, porque lo hicieron durante días; Lee Heeseung había ocupado un lugar muy importante en sus vidas.

Por eso mismo, los chicos buscaron la manera de sobrellevar la pérdida de su amigo. Diferentes maneras pero eficientes.

Un par de meses después, Jungwon emprendió un viaje por otras naciones para encontrarse a sí mismo y descubrir lo que realmente es, ya había pasado un poco más de cuatro años y aún no había regresado, aunque sus amigos no perdieron la esperanza de volverlo a verlo pronto.

Unicamente había hablado con una persona en todos esos años y se podían contar con los dedos de una sola mano. Y esa persona era Sunwoo.

— ¡Vamos a bailar que la noche aún es joven!—después de eso se escucharon los gritos eufóricos de sus amigos de una sola noche como solía llamarlos.

— Después de bailar podríamos ir a divertirnos a otro lado—le susurró con socarronería un chico con el que se había echado algunas miraditas desde que llegó.

— Claro..—respondió con una sonrisa igual de juguetona. Abrió la boca para decir su nombre pero se quedó a medias cuando reparó en que se le había olvidado.

Respecto a sus sentimientos por Sunwoo, decidió no decirle nada, no quería que las cosas se pusieran incómodas entre ellos. Sabía que Sunwoo comenzaría a ser más cuidadoso con sus acciones y mimos, tratando de no darle esperanzas. Y sinceramente, prefería no decirle a distanciarse de él.

[...]

Jay y Sunwoo hablaron mucho sobre los problemas que los envolvían y aunque les tomó tiempo, fueron recuperando la confianza que antes tenían y comenzaron sus vidas de nuevo.

Sunwoo se convirtió en el general, después de que su padre fuera retirado del cargo por maltrato, no sólo hacía Sunwoo, sino también hacia a los caballeros bajo su mandola. En Arbogs no toleraban la violencia y menos de un cargo tan alto como lo era el general Todos amaban a Sunoo y alagaban el gran liderazgo que portaba, el mejor general que se había visto en años.

Jay ya no estafaba a las personas de buen corazón haciéndose pasar por vagabundo y comenzó a trabajar como el cocinero real; vaya que su comida era deliciosa, los caballeros envidiaban a Sunoo por tener a, un hermoso hombre tanto por fuera como por dentro y que aparte cocinaba excelente, a su lado. Palabras dichas en muchas ocasiones por los caballeros.

— No te comas los pastelitos, son para el cumpleaños de Seojin—reprendió sonriente el general viendo a su novio con el postre chocando contra sus esponjosos labios.

— Puedo hacer más, aparte él me dijo podía comer los que quisiera—rebatió dándole por fin una mordida, manchando ligeramente sus labios.—¿Quieres uno? Vamos, yo sé que sí.

— Ya te manchaste, Jay—Sunwoo tomó un pedazo de tela fina y limpió cuidadosamente a Jongseong, para después juntar sus labios en un lento y cariñoso beso.

Después de separarse, Sunoo miró por encima del hombro de Jay y se quedó mirando con nostalgia hacia una pintura de él y Jungwon que colgaba de una fina pared. Jongseong la había puesto ahí.

— El volverá, Sunoo—acunó el rostro del joven entre sus manos, acariciado con los pulgares sus mejillas— Lo hará cuando éste listo.

— Y lo estaré esperando cuando eso suceda.—sonrió pequeño mientras Jay le devolvía la sonrisa.