La Estrella Azul

El Dulce Veneno del Odio

                                                                               

Vi POV

Estaba tan enojada y triste, pero me obligué a no mencionar siquiera el nombre de... esa mujer. Ni siquiera en mis pensamientos.

Estaba harta.

Tenía en mis malditos hombros la presión de salvarlos a todos y encima ¿ella tenía que venir a crear más problemas entre nosotras?

Sin embargo, quien la engañó fui yo...

Negué con la cabeza con un movimiento brusco. Sólo habían dos cosas en las que me iba a concentrar durante este viaje; primero en salvar a Powder, segundo, en...

-¿Vi? –Mel se notaba preocupada-. Quisiera saber qué...

Pero nunca llegué a saber qué quería saber porque en ese momento comencé a besarla tan fuerte como pude. La tomé en brazos y la llevé hasta nuestra pequeña habitación para hacerle el amor durante todo el tiempo que pudiera, me daba lo mismo que los cuartos fueran pequeños o que los demás en el barco pudieran oír nuestros gemidos. Ya nada me importaba.

Y Mel era una buena compañera en ese sentido. Me entregó su cuerpo, dispuesta a cumplir todo lo que pudiera querer, y no podía negar que fuera hermosísima...

Esa misma noche, cuando lo único que se escuchaba era el sonido del mar, me permití llorar, pero sólo un poquitito, y claro, una vez que Mel se hubiera dormido. Estábamos desnudas en la cama, sentía el calor de su piel contra la mía... se sentía bien, pero yo no me encontraba bien.

Flexioné los dedos de mi mano. Los tenía adoloridos, de hecho todo mi brazo, mi cuerpo en realidad. Tuvimos sexo por horas, mi cuerpo me demandaba dormir, pero me era imposible.

Me vestí y fui a la cubierta. El mar estaba muy agitado, no sabía si eso fuera normal, por un segundo dudé en sí ir a ver al capitán para preguntar si todo estaba bien, y en ese mismo instante se escuchó un silbido en el cielo. Mis ojos no alcanzaron a oír nada, pero se escuchó un golpe detrás de mí, y comprobé horrorizada que era una flecha manchada en líquido parecido al que había visto en Sevika, pero éste era púrpura oscuro. Esa cosa extraña comenzó a esparcirse por el suelo así que la pisoteé antes que la situación se saliera de control.

-Bien hecho, Vi –me felicité-. Ya salvaste el día.

Como respuesta a mis palabras el cielo se llenó de los mismos silbidos y cientos de flechas comenzaron a caer en el barco. Corrí hasta posicionarme detrás del mástil para protegerme, pero una de las flechas dio en mi zapato, ese líquido asqueroso comenzaba a subir así que tuve que tirarlo al suelo.

Desde el lado en que caían las flechas un barco emergió desde el fondo del mar, levantó una pequeña ola que mojó toda la cubierta, conmigo incluida. Una mujer de cabello rojo estaba en la punta del barco, sacó una pistola y apuntó al cielo.

-¡ATAQUEN!

Con su grito, cientos de piratas subieron al barco. Observé como una corría hacia mí, agarré una de las flechas que estaban contra el mástil y se la tiré en toda la cara, no pude quedarme a apreciar mi trabajo pero su grito me informó de mi buena puntería. Otros idiotas trataron de rodearme así que comencé a repartir puñetazos, veía gracias a mi perspectiva, que otras personas se habían levantado y estaban peleando, sin embargo, los enemigos eran demasiados.

Vencí a tres imbéciles al mismo tiempo hasta que sentí un dolor muy agudo, una bala se encontraba alojada en mi hombro. Sólo alcancé a darle un vistazo a la mujer de cabello rojo antes que ella me golpeara en la cara.