Jimin llega a Busan en busca de libertad.
Involucrarse con una de las bandas más temidas de la zona no estaba en su planes, como tampoco lo estaba acabar en una relación complicada con el líder de esta: Jeon Jungkook.
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Había pasado dos días desde aquella trágica mañana. La tensión entre el grupo de amigos no se había aligerado ni un poco y eso ocasionaba que las emociones de todos chocaran. Con Namjoon muerto, Jimin en manos de la justicia, Jungkook desaparecido y sus rostros al descubierto ante todo el país generaba un sentimiento de ansiedad e irritación fatal.
Y eso los llevaba a discutir, tal como lo estaban haciendo Seokjin y Hoseok en esos momentos.
—¡No puedes seguir así! —exclamó Seokjin detrás de un Hoseok que caminaba dándole la espalda, ignorándolo—. ¡Te estoy hablando Hoseok!
—¡Nunca te he importado! —respondió Hoseok ya bastante molesto, deteniéndose y haciéndole frente al beta que lo miraba con molestia y confusión, no entendiendo el motivo de sus palabras—. ¡¿Por qué ahora te importa si como o no?!
—¡Porque te puedes enfermar, idiota!
—Carajo, ¡¿pueden callarse de una puta vez?! —la voz de Yoongi los interrumpió, totalmente irritado—. Me tienen hasta los huevos, ¡cállense!
