[47] La tienes.

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Isabela

Ni siquiera he abierto los ojos y ya un dolor insoportable se ha apoderado de mi cabeza. ¿Por qué nunca cumplo mi promesa de no volver a beber tequila? Lo peor es que hasta me puse a "beber por Celeste", porque ella no puede beber; bueno, creo que todos lo hicimos. Pero es que en definitiva el tequila siempre es un error.

Necesito un baño y mucha cafeína.

Pero a la vez no quiero levantarme. No sé, pero me siento tan cómoda y caliente. Espera, ¿por qué se siente así? Abro mis ojos y tengo que taparme la boca para no chillar al encontrarme a Oscar frente a mí.

¿Qué? ¿Cómo rayos pasó esto?

Lo último que recuerdo es estar bebiendo con todos en la sala. Intento recordar otra cosa, cualquier cosa, pero nada llega a mi cabeza. Sé que estaba muy borracha. ¿Lo habré buscado yo? Siempre digo solo tonterías en este estado. Bueno, también digo verdades. ¿Le he dicho algo? O más bien, ¿le he confesado algo?

¿Algo como qué?

Algo como que estoy perdidamente enamorada de él y que me arrepiento con cada célula de mi cuerpo de haber terminado con él.

¿Esta es su habitación o la mía?

Busco con desaparición en toda la habitación algo que me oriente. Entonces, al encontrarme con mi maleta y con algunas cosas que había acomodado en esta, deduzco que esta es la mía y siento alivio puro.

¿Entonces eso significa que él que vino? ¿Hablamos? ¿Hicimos algo más?

Reviso rápido bajo las sábanas para ver si estoy vestida y no, no lo estoy; solo llevo las bragas.

¿Tuvimos sexo y no lo recuerdo?

Qué injusticia.

Debo salir ahora mismo, así que con movimientos lentos logro salir de la cama, sin hacer ruido. Estoy a punto de buscar algo para vestirme, pero me detengo unos segundos a observarlo y me sorprendo al ver que él sí está vestido por completo. Raro, ¿no?

En ese entonces sus ojos se abren y se encuentran con los míos. Eso hace que me sobresalte y lleve mi mano a mi pecho, me ha espantado.

—Buen día —dice él.

Sus cejas arrugan, mientras que sus ojos se pasean por mi cuerpo. Noto cómo se obliga a no sonreír y ahí es que recuerdo que estoy técnicamente desnuda. Así que me volteo rápido, dándole la espalda.

No es como si él no te haya visto desnuda antes.

Shh, silencio.

—¿Acaso tú y yo...? —Él no me deja terminar la pregunta.

—No, no hicimos nada.

¿No? ¿Nada?

¿Por qué eso me entristece?

—Ah, es que como estoy casi...

—No sé por qué estás... así —dice él interrumpiéndome—. Cuando me dormí estabas vestida.

En ese instante vienen vagos recuerdos de mí ¿quitándome la ropa? Pero ¿por qué he hecho eso? ¿En qué estaba pensando?

Debo dejar de beber tequila.

—Yo debería vestirme —digo caminando de lado, para así seguir de espalda y poder llegar a mi maleta.

Puedo sentir sus ojos en mi trasero y juro que imagino esa sonrisa de lado sobre sus labios, pero no me atrevo al voltearme para confirmar nada. Además, tal vez todo esté en mi cabeza y él ni siquiera me esté mirando.

Algo Inesperado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora