"Impaciente Maya".

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Han pasado dos días desde el alta médica de Maya...

Dicha alta le permitía trabajar, pero no al cien por cien. Por al menos una semana, Maya, no podía exponerse al humo. Por lo que podía ir a la estación, pero solo para realizar trabajos que no requerían altos esfuerzos físicos.

Maya irrumpió en el despacho de Carina sin saludarla. Caminó hasta la mesa donde estaba sentada DeLuca y tiró un papel sobre dicha mesa.

—¡Haz que me den el alta total! —ordenó Maya visiblemente enfadada.

Carina parecía estar seria y un tanto distante. Pero Maya tenía tanta ira dentro de sí que no pudo darse cuenta del estado de ánimo de su mujer.

Por unos segundos Carina se quedó en silencio procesando lo que acababa de ocurrir e intentar saber a qué se refería exactamente Maya.

—¿El alta total? —preguntó Carina confusa.

Las mejillas de Maya estaban rojas y la sangre hervía por sus venas. Su tono de voz comenzó a elevarse.

—¡Sí! —dijo impaciente y casi gritando—. ¡En la estación no me dejan hacer absolutamente nada más que el papeleo!

Carina se levantó de su asiento desafiando con la mirada a su mujer.

—¡No vuelvas a levantarme la voz! —ordenó en un serio tono de voz.

Maya ignoró las ordenes de Carina. Estaba tan impaciente de que alguien modificara y firmara de inmediato su alta que no pudo controlar sus formas de expresarse.

—¡Necesito trabajar Carina! —exclamó.

—Ya te dieron un alta válida para trabajar —explicó Carina—. Pero tienes que respetar una serie de requisitos que ya se te explicaron.

Maya estaba fuera de sí pagando injustamente su ira y frustración con DeLuca.

—¡Ya sabes a lo que me refiero, Carina! ¡Habla con quien tengas que hablar y diles que me den un alta válida para realizar mi trabajo al completo! —espetó de manera arrogante y mirándola a los ojos fijamente. Su tono de voz fue altísimo.

Con la palma de la mano Carina dio un fuerte golpe sobre la mesa obteniendo así la completa atención de Maya.

—¡Basta, Maya! —exclamó en un alto tono de voz—. ¡Las cosas no funcionan así! —gesticulaba al hablar—. Es pronto para que te enfrentes al humo de un incendio. ¡Todavía no estás recuperada para hacer eso!

Maya liberó un sonoro gemido dejando escapar parte de la frustración del momento.

—Carina. Me da exactamente igual lo que me digas. Si no puedes hacerlo tú, habla con quien tenga el poder y consigue lo que te pido.

Carina enarcó una ceja y sonrió de manera sarcástica.

—¿¡Disculpa!?

—Ya me has escuchado.

—¿Sabes con quien voy a hablar? Con Meredith. Ella tiene el poder suficiente de tramitar tu baja. Con tan solo una firma de Meredith, te quedaras en casa al menos por dos semanas y no podrás tan siquiera ir a la estación para hacer papeleo.

Maya parecía sorprendida.

—¿¡Qué mierda te pasa, Carina!?

Ahora la sorprendida fue Carina.

—¿¡A mí!? ¿¡Que mierda te pasa a ti, Maya!? —espetó—. Estoy teniendo un día de mierda y vienes tú de malas maneras a gritarme y a darme órdenes. ¿¡Quién te crees que eres!?

Impaciente Maya (en español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora