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de primeros encuentros y café puro

los recuerdos iban de prisa; el chillido de las llantas, el olor a quemado y también el frío del bosque, un estallido, llanto y dolor... castiel simplemente era un espectador del dolor de otros, no se atrevía a acercarse por temor de no poder hacer nada ¿pero no era justo lo que hacía con solo mirar y luego girar el rostro?

todo eso sucedía en sus sueños, turbulentos viajes que lo hacían despertar con un peso agobiante sobre sus hombros y haciendo que sus azules orbes picaran por las incontenibles ganas de llorar, pero no fue hasta esa fría noche de invierno en la que una voz tranquila le hablaba desde algún lugar que él no podía percibir ¿quién era? ¿a quién pertenecía aquella voz rasposa pero tranquilizante?

ㅡ cas, no eres malo, no te tortures de esa forma.

ahora despertaba, al brutal sonido de la alarma pero esas palabras seguían resonando en su cabeza por sobre el incesante ruido; antes de abrir sus ojos había podido notar un brillo verdoso y compasivo, lleno de un cariño que no reconocía y que no tenía idea de dónde había venido, pero que lo miraba y le hacía pensar que sus ideas sobre sí mismo eran erróneas.

sabía que debía levantarse, pero su cuerpo pesaba como si sus huesos fueran de plomo en lugar de calcio, haciendo imposible incluso la tarea de sentarse para poder comenzar a arrastrar sus pies por el suelo al iniciar con su día.

era tan monótono su existir en esos momentos que apenas y podía darse cuenta de cómo hacía para levantarse y estar en el baño, lavando su rostro y sus dientes solo para continuar a vestirse, tomar algo de la alacena y finalmente, estar en camino a sus clases.

porque sí, a pesar de lo sin sentido que castiel vivía su existencia, sabía que para prosperar más adelante debía estudiar algo que le diera de comer de forma, digamos, digna.

por esa razón el ojiazul estudiaba idiomas, no sabía si le funcionaría pero era lo suficientemente calmado y ameno como para que le gustara y no le fuera complicado integrarse con sus compañeros.

apenas ponía un pie sobre el recibidor de la facultad de idiomas y sentía que ya deseaba regresar a su hogar, refugiarse en su cama y no volver a salir jamás; sí... quizás castiel ni siquiera podía disfrutar de un ambiente tranquilo pero no era culpa suya, o al menos eso creía y prefería pensar.

prefería culpar a los chicos de su edad que corrían o caminaban en grupos demasiado grandes mientras hablaban en un tono que al ojiazul le resultaba por demás molesto, porque sí, castiel no era de hablar mucho y peor aún de divulgar su vida privada por todos lados. ahora mismo salía de la facultad para ir en busca de un café pero probablemente no era su intención perder el equilibrio del susto frente a un auto conducido por un chico descuidado que venía discutiendo con otro dentro del vehículo. por dentro del auto se escuchaba la alta música y, aún por encima de este el chico más alto elevaba su voz solo para encarar al que iba al volante.

ㅡ maldita sea, dean, casi matas a alguien.

aquel chico de cabello largo y de aspecto un poco-demasiado cuidado abrió la puerta del copiloto y se apresuró a bajar, corriendo y agachándose junto al muchacho asustado que yacía tumbado frente al automovil imponente. mientras tanto, el llamado dean bajaba alarmado, mirando con el entrecejo fruncido al chico casi atropellado, como si este fuese el culpable.

ㅡ bebé, por favor dime que estás bien, vamos.

castiel estuvo a nada de responder pero cerró la boca en seguida cuando notó el rostro incómodo de quien estaba a su lado, mirando hacia su compañero quien hablaba preocupado... con su auto.

bad medicine - destiel AU! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora