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Las alcantarillas siempre han sido silenciosas, nadie va más allá de los túneles abandonados, las estaciones que eran inservibles para la ciudad de New York estaban completamente abandonadas. Eso era lo que los humanos creían.

En una de esas estaciones abandonadas, cinco mutantes vivían en unas buenas condiciones gracias al esfuerzo de aquel que seguía siendo un gran maestro ninja, Splinter cómo ahora se hacía llamar ante su nuevo rostro de roedor cuidaba de sus cuatro pequeños niños tortuga. Cinco años ya habían pasado desde que la vida de Hamato cambio trayéndole felicidad después de la horrible tormenta que azoto su vida y la hundió en la oscuridad al perderlo todo.  

Las pequeñas tortuguitas que obtuvo en la tienda de mascotas se volvieron su nueva familia, sus hijos con los nombres de sus artistas del renacimiento favoritos; Rafael, Donatello, Miguel Ángel y Leonardo. Y ahora a después de cinco años, cada uno ya demostraba personalidades diferentes, siendo la tortuga de bandana roja quien más le complicaba un poco la armonía de su nuevo hogar.

Era alguien protector, mostraba un espíritu valiente y fuerte; Sin embargo, había actitudes fuera de su control. Generando costumbres de pelear con el más esbelto de sus hijos, Donatello a simple vista podía considerarse tranquilo y sabía manejar las situaciones, pero a la hora de enfrentarse al de cinta roja cambiaba a tener una actitud más explosiva. Miguel Ángel era ajeno a esas peleas, él era feliz divirtiéndose con sus propias cosas, alegrando el ambiente y pues mientras no se metieran con él o se viera su cuarto hermano involucrado, estaba bien. Y al final estaba Leonardo, físicamente era más pequeño que los otros tres, más tranquilo y sereno, pero no entendía porque sus hermanos peleaban después de estarla pasando bien.

Como en esos momentos, estaban los cuatro jugando con unos nuevos juguetes que su padre consiguió para ellos, un carrito amarillo con dibujos de flamas llamo la atención de los cuatro, sin embargo, fueron Rafael y Donatello quienes comenzaron a tirar del carrito cada uno tomando un lado del mismo. Mikey rodo los ojos con fastidio, pero volvió a sonreír, tratando de entretener a Leo, pero este ya se encontraba viendo la pelea.

Rafa: ¡Démelo, es mío! —Sus dientes se apretaron, tirando con más fuerza del carrito. — 

Donnie: ¡Solo tienes que compartir, Rafa! —Trató de aplicar la misma fuerza, frunciendo su ceño con enojo. — ¡Le diré a papá! 

Rafa: ¿¡Es lo único que sabes hacer!? —Su mueca cambio a una sonrisa burlona, soltando el carro. — ¡Ups!

El de cinta morada no tuvo tiempo de evitar su caída, cayendo de espalda en un golpe seco, su cabeza se vio moverse bruscamente al chocar de igual manera. Mikey y Leo inmediatamente se levantaron yendo al auxilio de su hermano, cada uno lo tomó de un brazo ayudándolo así a sentarse; Rafael aún estaba dispuesto a lanzarse sobre el esbelto y Donnie ignoro cualquier dolor con tal de defenderse del de rojo. Acción evitada por los brillantes ojos zafiro del más pequeño, Leonardo se interpuso entre sus dos hermanos.

Leo: Ya basta, los dos... —Miró con ruego a su hermano de rojo. — ¿Por favor?

Rafa: ...Eres injusto. —Se enderezó, cruzando sus brazos sobre el pecho. — Son tan aburridos.

Mikey: A mí me gusta tener todos mis dientes —Sonrió para mostrar sus blancos dientes completos y encogerse de hombros después. — Deberías ir a pegarle al muñeco si tanto quieres pelear

Rafa: Solo tenía que darme el carro, no pedía nada más. —Rodo los ojos a la par que bufaba, viendo el carrito en el suelo. —

Donnie: Tampoco es que puedes tener lo que tú quieras, somos cuatro aquí, Rafa. —Se levantó con la ayuda del de pecas, sobando su nuca. —

𝑻𝑴𝑵𝑻 ➼『 𝐓𝐮́ 𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora