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El reloj marcaba las 3:30 a.m, Leo no podía dormir, el sonido de una fuerte respiración por el pasillo le erizaba la piel. Ya no tenía la edad para seguir pensando en monstruos, conociendo a la vez su propia situación y de lo ilógico que llegaba a sonar temerle a alguien apenas diferente a él. Sin embargo, esta vez no solo era miedo, aquella respiración jadeaba un nombre, su nombre, y la idea de ir a averiguar de que se trataba cada vez más crecía en su pecho. Por unos breves momentos pensó que solo estaba cansado, la falta de sueño le afectaba, solo necesitaba descansar. Oh no.

Leo...~

¡Lo escucho! Siendo suficiente para que se levantara de la cama y fuera a la puerta la cual abrió despacio, asomando primero su cabeza y después salir por completo una vez verifico que estaba solo, que aún no había peligro. Avanzó despacio, atento a sus alrededores en caso de que cualquier cosa que lo llamara lo atacara. Se detuvo, controlando su propia respiración para solo escuchar... Cualquier cosa, nada. Necesitaba un respiro, ya había esperado al menos unos minutos y no volvió a escuchar nada.

Hasta que se dio cuenta que mientras más avanzaba, más oscura se volvía la alcantarilla al punto de ya no distinguir la puerta de su habitación, ni la sala, ni nada más, más que el movimiento de su propio cuerpo. ¿Cómo era siquiera posible eso? Trató de hablar, de gritarle a Donnie que prendiera las luces, pero nada salía de su boca, eso lo alarmo, comenzó a sudar. ¿Por qué no corría? Sus piernas las sentía dormidas. 

¡LEO~!

Un gruñido, una alerta, ¿Estaba en peligro? No, no lo sabía, pero no podía hacer nada. Apenas logro mover su cuerpo, congelado de miedo. Sus ojos zafiro brillaron, destellaron al mismo tiempo que aquellos ojos amarillos que lo miraban en la oscuridad hicieron presencia. Su cuerpo se relajó de forma sorprendente, ojos amarillos se movían despacio, comenzando a avanzar en la oscuridad. Leo vio el brillo del metal por debajo de aquellos ojos, pero no tenía miedo.

Trató de encontrarle forma a la silueta, que no solo fuera aquel intenso y llamativo color amarillo de sus ojos. Apenas en un parpadeo ya estaban esos ojos tras de Leo, quien no se movió, sintió una cálida respiración en el cuello. Una calidez le recorrió el cuerpo. Miro sobre su hombro, ya no solo eran ojos amarillos, era una sonrisa. Colmillos con sangre.

Despertó. 

Leo estaba en su habitación con sudor corriendo por su frente y la respiración agitada, ¿En qué momento se durmió? ¿Tuvo una pesadilla? ¿Qué nombre le ponía a ese sueño? Miró el reloj, eran ya las 6:30 a.m. ¿Podía decir que durmió? Se sintió tan real que no estaba seguro de nada, aun se sentía desorientado. Pero se le hacía tarde y debía levantarse para su rutina del diario. Mientras se ponía su equipo, escucho pasos fuera de su puerta junto al poc poc del bastón de Splinter, después el sonido de una cerradura siendo quitada. Leo sabía que haría eso, sabía que el maestro no confiaba en Rafael.


[ . . . ]


Durante el desayuno, los hermanos de naranja y morado notaron lo distraído que estaba el de cinta azul, más ante el rechazo que hizo el de rojo al irse de la cocina. Sin embargo, Leo tenía sus razones, su cabeza llena de preguntas de lo diferentes que estaban sus dos hermanos esa mañana, el aura de Donatello era diferente, no pudo comentarlo o pensarlo más a fondo de que solo era imaginación suya por la voz del pecoso. 

Mikey: Tierra llamando a Leo. — Movió su mano frente al rostro del mencionado, después pico su cabeza. — Alguien esta distraído hoy eh, ¡Me alegra no ser yo esta vez!

𝑻𝑴𝑵𝑻 ➼『 𝐓𝐮́ 𝐌𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora