|MARZO 9 DE 1993|

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|9 de marzo de 1993|

Querido diario;

Tom Riddle me ha tenido extremadamente revuelta.

Existen noches en las que deseo ser tú: un ser inanimado, sin vida. No estoy lejos de estarlo, pero jamás seré tú. Porque tú eres fantástico.

Desconozco si es doloroso o relajante sentir como la punta de un lápiz (a veces afilada y otras redondeada) traza tu cuerpo de izquierda a derecha, pero deseo poder sentirlo en el mío; rayones, letras, dibujos, líneas, odio, amor... odio. Odio demasiado, Diario, y tus pálidas hojas son testigos y víctimas de la ira en mi interior.

Te he arrancado hojas. Te he perforado con la punta de mi lápiz. Te ha caído café, té. Te he arrugado. Te he besado. Te he gritado. Te estoy matando.

Desconozco el sentimiento del que Gemma mencionó durante mucho tiempo, ese del que no paraba de hablar cuando recibió un Geranio rojo por parte de Anthony. Recuerdo sus falanges sosteniendo las mías hasta llegar a la biblioteca, quedándonos en la sala hasta las altas horas de la noche, leyendo decenas de libros sobre la floriografía porque según ella aquella flor tenía un significado precioso.

Si tan solo supiera que Goldstein la arrancó de los arbustos segundos antes...

Todavía tengo la imagen en mi cabeza de como, cuando terminó de besar a una Gryffindor y, mientras pasaba una mano por su cabello, arrancaba el Geranio para dejarlo frente el rostro de Gemma. Su felicidad era tan palpable como mi disgusto y el olor a mierda que emana Anthony.

D̶e̶s̶c̶o̶n̶o̶z̶c̶o̶ la emoción de recibir una flor.
Desconocía.

(Lo siento, Diario, ahora también te estoy quemando)

Él me ha regalado un Lirio amarillo que se incendió en la palma de mi mano. Extrañamente no fue doloroso, deduzco que no era fuego real. Pero lo son las cenizas que ahora estan en tus hojas (al menos las que no se pegaron en mi palma). Ellas sí queman, y ahora están creando pequeñas llamas sobre tu piel que se extinguen con mis lágrimas.

Me disculparía por eso, pero ya debes estar acostumbrado a sentirte húmedo.

Desconozco el significado del Lirio amarillo (ojalá hubiese prestado más atención a las decenas de libros que me hizo leer Gemma), pero sin embargo tengo el presentimiento que no es bueno. Pues no sentí la emoción que sintió Gemma.

Sentí dolor.

Como cuando la escayola se engancha en la ropa y termino por recibir más días con ella. O cuando Madame Pomfrey me obliga a tomar ese asqueroso ungüento que quema como whisky en mi garganta. También el dolor en mis tímpanos al escuchar demasiado ruido. Y ni hablar del dolor en mi pecho cuando el aura oscura de Tom Riddle arraza con mi certeza.

Él me hacía doler.

Sus palabras. Sus miradas. Sus gestos. El Lirio.

¿Acaso quería matarme de una forma tan patética?

¡Lo odio, Diario!

Desconozco si alguien alguna vez había sentido tanto odio en su ser como yo lo hago en este momento. Lo único que me tranquiliza es volver a ver a Gemma. Y espero que se encuentre mejor que yo.

El bosque en sus ojos siempre estaba calmo cuando decía verdades, tal y como estaban minutos atrás. Me encantaría gritar a los cuatro vientos que me ha herido sin sentirme humillada al respecto. Pero no puedo porque duele tanto como cuando tus manos tocan la fría nieve por varios minutos hasta enrojecer tu piel. Quema. Y así se sentia cada una de las palabras que Tom Riddle dejaba salir por entre medio del color durazno de sus labios.

Desconozco si estos, más allá de las grietas que cicatrizan con lentitud, son suaves o ásperos, dulces o amargos, adictivos o...

Definitivamente serían adictivos.

Me hechiza y siento que aquello que llaman elemento dador de vida, en la visión vitalista, me abandona como lo han hecho tantas veces. Pero en este caso me desespera. No quiero que lo haga, no me acostumbro a que lo haga. Es repentino, doloroso, exhaustivo. El oxígeno es escaso y la taquicardia podría matarme. No son mariposas en mi estómago, son arañas subiendo hasta mi tráquea, escorpiones envenenando mi cerebro. Son arácnidos que me intoxican.

No quiero irme de aquí. Me gusta mi cuarto y la oscuridad del mismo, la puerta que Eloise me ha ayudado a decorar con viejos diarios y pegatinas que me regala todos los días. Las telas que hemos recortado para hacer cortinas y despejar la pintura en el techo. Los candelabros que hemos lavado y las nuevas velas que ha comprado. El sonido de las hojas del balcón golpear el cristal de mi ventana y el frío que se colaba por las ranuras. El crepitar de la leña al otro lado de la habitación y los libros que me he robado de la biblioteca.

El suave e inaudito rechinar de mi cama cuando mis bragas estaban en el otro extremo de la misma y la lujuria del color verde sobre mí siempre que lo hacía.

Desconozco si eran las fantasías de mi cabeza que lo imaginaban en la oscuridad del umbral o si Tom Riddle realmente me observaba por las noches. Si mi falta de razón creaba una perversión en la que él me oía recitar su nombre entre jadeos o si Tom Riddle realmente podía escuchar mis pensamientos. Cualquiera de ellas ahora era pasado.

Hoy me ha dejado libre y creí que cuando eso pasase lo único que recorrería por mi ser sería pura alegría. Y no lo es, porque quiero quedarme. Me ha dejado ir de una forma tan cruel y cruda que aún me cuesta procesar cada una de las palabras.

Desconozco si su naturaleza cruel se aloja en él como una bacteria que se alimenta del sufrimiento de otros o tan sólo de mí. Desconozco si la calma de sus palabras es una señal de desesperación o de suficiencia. Desconozco el porqué de sus pupilas dilatadas cuando las lágrimas cayeron hacia las comisuras de mis labios o cuando me miraba por medio del cristal. Desconozco todo de él.

Desconozco a Tom Riddle y eso me hace trizas.

°°°

Geranio rojo; significa que no lx puede sacar de su cabeza.

Lirio amarillo; simboliza la falsedad.

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••QUERIDO DIARIO; TOM RIDDLE••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora