Prólogo

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Es fin de semana, y puedo notarlo en las calles de Seúl, veo parejas agarrados de las manos, así como veo a familias caminando en parques o jugando entre ellos, he incluso logro divisar pequeños eventos en ciertas zonas, todo esto porque está iniciando el periodo vacacional; pero ha decir verdad en vez de estar emocionado como ellos, estoy algo aturdido; el porqué es simple "Mudanza."

Acabo de llegar a Seúl y ha decir verdad, no tengo ánimos de celebrar; desde que inicie el año escolar, todo a sido una bola de estrés empezando por lo básico, ¿Donde pasaré los mejores años de mi vida? Que en mi caso fue La Universidad Nacional de Seúl, pero no fue fácil el estudiar para entrar a esta hermosa institución, no, no,¡NO! Descubrí el estrés real; pero de no ser por esa situación ahorita no estaría mudándome a mi nuevo futuro.

-¡Jungkook!-me grita mi padre-Ya subí la última caja que estaba en la cajuela-se va acercando a mi.

-Gracias papá-le sonrió, mientras me cuelgo mi mochila.

-No te preocupes, sé que estás cansado por todos los trámites universitarios y los papeles de tu departamento, es lo menos que puedo hacer por ti-me lo dice mientras palmea mi hombro-más ahora que ya eres un adulto-se ríe y yo lo sigo.

-Tsk, es un bebé jugando a ser un adulto-nos dice mi madre mientras camina hacia ambos-Vas a ver qué en un mes va a querer regresar a casa-yo solo niego mientras miro hacia el piso, porque sé que si le reclamo y pasa me lamentare demasiado-¿Mañana que tienes pensado hacer Kookie?-

-Pues quedarme aquí y desempacar-me encojo de hombros-no es que pueda hacer otra cosa-

-Bueno, igual mañana llegan tus últimos muebles-menciona mi padre-luego de eso podrías salir a hacer las compras de la semana-asiento.

-¡Eso me recuerda!-exclama mamá-Te dejé una nota en tu barra de la cocina de a donde ir a realizar las compras, y también que te conviene comprar-ruedo los ojos.

-Ya pasamos por esto mamá-le digo mientras volteo a cerrar la cajuela del auto de mis padres-En las visitas me enseñaste dónde ir y que hacer-y por más sorprendente que parezca, mamá venía a Seúl conmigo solo para enseñarme donde debo de ir de compras, y que días me conviene ir.

-Ya sé-suspira-solo estoy nerviosa-se me queda viendo con ojos llorosos-mi bebé ya es independiente-mi papá la abraza.

-Estaré bien mamá, cualquier cosa te hablaré-le digo mientras le beso la cíen.

-Los dos sabemos que si-dice mi padre mientras revuelve mi cabello-pero bueno, tenemos que irnos para que no nos agarre la noche en la carretera-se aleja de mi madre para abrazarme-cuídate hijo, me avisas si necesitas algo-asiento mientras afianzo mi agarre, luego me alejo para realizar el mismo gesto con mamá.

-Cuídense mucho, y no dejen que Soobin se quede con mi cuarto-ambos ríen y me siento bien por haber logrado eso-los quiero, me avisan cuando lleguen-ambos asienten y finalmente se suben a su camioneta.

-Adiós Kookie-me dice mamá desde la ventana, yo solo me despido mientras agüito mi mano y finalmente veo cómo el auto se va alejando. Luego de esa corta despedida entro al edificio y aprieto el botón para subir a mi nuevo departamento; sonrió mientras miro hacia abajo, se siente bien saber que al fin tendré mi propio espacio; no más interrupciones cuando pinto, no más gritos repentinos de alegría o enojo, no más "Me toca elegir qué canción poner", "¡Ese dulce era mío!", "Mi turnooooOooOoOoo", ahora seremos, música suave, pinturas y yo; el pitido del ascensor me saca de mis pensamientos y cuando subo la vista veo a un chico alto, castaño y con ojos miel mirándome, luego me sonríe y hace una reverencia.

-¡Hola! Mucho gusto, soy Kim Seokjin-me dice con un tono alegre-soy tu nuevo vecino-me quedo mirándole embobado por un momento-¿Si eres el chico que se está mudando, verdad?-veo su nerviosismo, así que decido hablar.

-S-si; me llamo Jeon Jungkook-le regreso la reverencia-el placer es mío-me sonríe.

-Bueno, espero que nos llevemos bien Jungkook-me sonríe y yo solo me limito a sonrojarme-igual si necesitas que te ayude con algo no dudes en pedirlo, mi departamento es el 512-asiento-me tengo que ir, fue un gusto-se despide con una leve reverencia y se va. Por lo mientras yo me quedo frente al elevador con el corazón al mil por hora y con la imagen mental de su sonrisa.

Bien me decían que los nuevos comienzos, traen sorpresas inesperadas y en mi caso fue el chico del apartamento 512.

El Chico del Departamento 512Donde viven las historias. Descúbrelo ahora