Nuriko y Tasuki cabalgaban tan rápido como podían. Aquella noche el cielo no estaba repleto de estrellas, nubes grises se cernían sobre ellos. Desde luego aquello, no era de buen augurio, varias gotas de lluvia comenzaban a resbalarse por sus rostros. Tasuki deseo con todo su corazón que la tormenta no complicara las cosas. Cuán equivocado, en verdad estaba.
El resplandor y el sonido atronador de un rayo trajeron consigo la caída de un gran árbol que les cerco el paso.
-¡Maldita sea!- gritó furioso Tasuki al mismo tiempo que agarraba con fuerzas las riendas de aquel caballo asustado. Nuriko rápidamente bajó del suyo. La lluvia comenzaba a ser intensa cada vez más, el viento trajo un olor inconfundible, aquel azul amenazador, aquellos rayos, era el poder de Seiryu.
-Tasuki, estate muy atento. Las estrellas de Seiryu están aquí.-Acto seguido caminó rápidamente hacía el tronco del árbol que yacía en el suelo. Sin un mínimo esfuerzo lo tomó en una sola mano, pero antes de que pudiera lanzarlo lejos una fuerza eléctrica se apodero de su cuerpo. El dolor se extendió por todo su ser, y al igual que Tasuki se vio despojado de sus fuerzas, de entre las tinieblas entonces pudo divisarla. Era la esbelta figura de Soi.
-¿Qué inconveniente no?-Comenzó divertida la estrella de Seiryu.-Justo cuándo vuestro guardián os necesita, os paráis a perder el tiempo. ¿No os da vergüenza? ¡Ahora mismo aquel chiquillo debe estarse debatiendo entre la vida y la muerte! El poderoso guardián, el amor de Tamahome y vuestra sacerdotisa.-una siniestra sonrisa se dibujó en su rostro. Apretó sus puños y el dolor de las estrellas de Suzaku aumentó.-Es una completa lastima. Pero me temo que debo mataros, está vez, tenedlo por seguro... ¡No pienso fallar!-el cielo se encendió en truenos, el viento comenzó a soplar con mucha intensidad, pronto no tardo en formarse un tornado electrificante que se volvió por segundos más colosal. —Vais a rogarme piedad una vez estéis dentro de él, os lo aseguro Seishis de Suzaku. Un resplandor rojo frustró la misión del tornado.
-¡No tan rápido Soi!-Una voz conocida llegó a los aturdidos oídos de Tasuki y Nuriko. El símbolo del ogro relucía en su frente, sus facciones más toscas y unos inconfundibles ojos violetas. Tamahome desplego sus manos nuevamente y esta vez el resplandor rojo fue realmente incandescente. El efecto electrificante ceso en los cuerpos de Tasuki y Nuriko quienes jadeantes se apresuraron a levantarse y unirse a Tamahome.
-¡Pequeño fantasma cuanto tiempo!-Dijo Tasuki divertido-Por fin has vuelto. ¡Gracias por sacarnos las castañas del fuego!
-¡Hay alguien más chicos! ¡Continuad atentos! Si no trabajamos en equipo no podremos ayudar a Hikari.
-Eso no tienes ni que decirlo Tama.-contestó Nuriko suavemente.
Soi se levantó con cierta dificultad del suelo, el ataque de Tamahome le había causado leves quemaduras en el cuerpo. Una pelota voladora apareció frente a ellos. Suboshi se hallaba ahora a pocos metros de ello.
-Tamahome, por fin has aparecido. ¡Me parece que tú y yo dejamos una cuenta pendiente hace un tiempo!
-¿Te refieres antes de enviarte a la tumba? Parece que has olvidado algo importante Suboshi, no dude en matarte, por que estabas a punto de herir a Miaka...y ahora, eso no es diferente, pienso proteger a mi hijo hasta la muerte así que.... ¡¡APARTATE!! —Tamahome lanzó hacía a él un ataque poderoso, corrió rápidamente y asestó cientos de patadas. Suboshi estaba experimentando en carne propia la furia del ogro.
Tasuki y Nuriko arremetieron contra Soi. Ambas estrellas de Seiryu se encontraban resistiendo a los ataques como podían. No obstante había más espectadores en aquel espectáculo. Lejos en Kutou las uñas afiladas de una mujer se clavaban con rabia en aquella calavera de cristal.