[11] La casita

129 25 2
                                    

Capítulo 11, La casita

La primera noche se me hizo difícil dormir en la casa. Estaba acostumbrado a pasar la noche en camas que no eran la mía al rondar de motel en motel, pero no era eso lo que me incomodaba, sino el hecho de estar haciendo algo ilegal y totalmente inmoral. Así no era yo.

Por lo tanto, la noche pasó lentamente y en silencio. Sahumerios, Sinonimos y Cejas se habían acostado al mismo tiempo que yo, o eso quise creer cuando acordamos que a cierta hora todos nos iríamos a dormir para que no se viera movimiento dentro de la casa, ya que por la noche seguramente los vecinos estarían más atentos al cuidar el vecindario de los delincuentes. Y sí, en definitiva, eso es lo que éramos, unos delincuentes.

Como Sahumerios se quedó con la habitación principal, y Sinonimos y yo tomamos las dos restantes de huéspedes, al último empleado en llegar, Yoongi, le tocó dormir en el sofá de la sala.

¿Acaso seguirían llegando empleados hasta que la casa quedara repleta?

Esperaba que no, y en un intento por recordar si el señor Young tenía más empleados además de nosotros cuatro, ninguna otra cara apareció en mi base de datos mental. Así que si todo iba más o menos bien, no tendríamos más sorpresas.

La primer mañana en la casa me levanté de la cama y me asomé a la ventana vistiendo una bata color gris claro que me había puesto la noche anterior luego de tomar mi merecida ducha. Intenté ignorar el hecho de que era del señor Young y me paré allí a observar el jardín trasero cubierto por el rocío de lluvia, por las hojas mojadas de los árboles que el viento había sacudido, y sentí frío de tan solo mirar por la ventana. No me gustaba para nada el invierno, y menos aún cuando no tenía casa, por eso, por más que me pesó, me alegré de haber tomado la decisión de entrar allí la tarde anterior.

Recorrí el patio con la mirada. Todo el jardín trasero podía verse desde la segunda planta, desde una punta del paredón por dónde había saltado hasta la otra punta, donde había... ¿una casita?

Me moví un poco y corrí las cortinas por completo para echar un mejor vistazo. Dentro de la propiedad del señor Young, allí en una esquina, se veía una pequeña casa pintoresca que tendría unos nueve metros cuadrados, tres de frente y tres de lado, y rodeando su perímetro, dejando unos metros de jardín, un cerco alto de ladrillos rodeado de arbustos altos que se levantaba como un fuerte que impedía ver hacía adentro.

Era por eso que al entrar no la había visto, tampoco al cortar el pasto, porque el cerco, que debía tener unos dos metros de alto, me lo había impedido. Pero desde allí arriba se veía perfectamente, incluso pude notar a través de una de las ventanas que adentro de la casita las luces estaban encendidas.

¿Para qué usaría el señor Young ese lugar? Llevaba trabajado un tiempo para él pero jamás la había mencionado, y tampoco lo había visto nunca entrar o salir de ahí.

Cuando oí una de las puertas de las habitaciones contiguas abrirse lentamente y con mucho cuidado, descarté a Jungkook inmediatamente y estuve seguro de que se trataba de Taehyung haciendo una de sus salidas espectrales en las que pretendía flotar en lugar de caminar.

Me amarré el cinto de la bata a la cintura y salí a paso rápido de la habitación. Lo intercepté en el pasillo antes de que se escabullera.

—Oye, Sahumerios, tú sabes...

—Buenos días.

—Buenos días. Lo siento. Oye tú sabes...

—Dormí bien, ¿y tú?

No me costó mucho encontrar el tono sarcástico en sus palabras.

—¿Cómo dormiste? —pregunté entonces con una leve molestia causada por la ansiedad.

—Mejor que en mi casa.

—Claro, sí, también yo —reí.

—Ahora, si me disculpas, iré a ducharme.

No alcancé a decir nada cuando él ya se había metido al baño.

Okay, gracias por quitarme la duda.

Bajé las escaleras y me encontré con Yoongi bebiendo café en la mesa del comedor. Tenía unas tostadas en un plato, la jarra con café caliente y también un vaso de agua frente a él. Con su cara de dormido observaba fijamente la taza humeando, como si se fuera a quedar dormido sobre ella. Me acerqué despacio, tanteando la situación.

—Hola... —saludé.

El me observó bajar los últimos escalones y pude jurar que lo vi contener una sonrisa burlona al tiempo que hundía sus cejas a más no poder.

—Buena bata —dijo con la voz ronca.

Lo miré como diciendo "wow, qué gracioso que eres", intentando hacer mi cara más sarcástica posible. Y estoy seguro de que la notó.

Me senté frente a él a la mesa y me sirvió café sin que se lo pidiera. Se levantó, buscó una taza y la llenó hasta arriba, me la extendió y volvió a sentarse.

—Gracias —susurré ansiando meterme a la boca todas esas rebanadas de pan tosatado. La boca se me hizo agua.

—Tienes cara de no haber dormido.

Otra vez lo miré intentando descifrar su tono. Creo que me estaba insultando tan sutilmente que me fué difícil darme cuenta.

—Escuché ruidos toda la noche —dije—. Como pasos, no sé.

—¿Crees en fantasmas?

—¿Qué? —Reí.

Él levantó los hombros. Que chico más raro.

Le hubiera dado un sorbo a mi desayuno junto con una tostada que le robé a Yoongi de no ser por una serie de golpes que me asustó tanto, que el café que tenía en la mano salió disparado de la taza cuando la sacudí. Me quedé estático en el lugar hasta que entendí que eran pasos en la escalera, de alguien que bajaba como jugando una carrera. Y ese no podía ser otro que el mismísimo Jungkook.

—¡Buenas, buenas! —exclamó sonriente cuando llegó abajo y se aproximó tan rápidamente a la mesa que ni siquiera noté cuando tomó asiento a mi lado.

—Buenos días —dijo Yoongi mirándolo con las cejas fruncidas.

—Buenos días —lo saludé también.

Él se acomodó el pelo bicolor con los dedos y sin borrar su enorme sonrisa cruzó los dedos sobre la mesa. Al contrario de nosotros, él lucia fresco, con los ojos bien abiertos y la expresión radiante.

—¿Qué haremos hoy? —preguntó, como si fuéramos un grupo de amigos que estábamos de viaje y habíamos alquilado esa enorme casa para pasar las vacaciones. Ese tipo vivía en las nubes.

—Te diré lo que vamos a hacer hoy —le dijo Yoongi utilizando su tono predilecto—, vamos a quedarnos tranquilos, quietos y muy muy callados y vamos a pasar desapercibidos. ¿Eh? ¿qué te parece eso?

Jungkook lo miró desepcionado y agachó la cabeza.

—¿Por lo menos hay café? —preguntó.

—Sí, Yoongi te servirá uno —me apresuré a decir.

Yoongi me miró alzando una ceja como diciendo "vete a la mierda" y le sonreí. Se levantó con pesadumbre y tomó una taza, se la dejó en frente suyo sobre la mesa y le señaló la jarra.

—Ahí tienes café caliente. Ahora, si me disculpan, quiero cagar —Se dió media vuelta y subió las escaleras a paso lento.

Jungkook y yo nos miramos y luego le di un sorbo a mi café considerando si no sería mejor vivir bajo un puente antes que con esos tres locos.

—¿Oye, Sinonimos —pregunté—, ¿tú sabes qué hay allí detrás, en el jardín? Me refiero a la casita...

SIN PERMISO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora