[8] En silencio

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Capítulo 8, En silencio

Las velas blancas encendidas al rededor y sobre el mueble de la ropa, le daba a la habitación un aura pacífica, pero la música de spa y la presencia de Taehyung sentado como indiesito en medio de la cama con los ojos cerrados y ¡desnudo! era otra cosa...

Cerré mis ojos y me volteé.

—Oye, Taehyung —lo llamé mirando hacia el pasillo.

—¿Hm?

—En unos minutos vienen a darle de comer a Boom. Debemos ordenar todo y escondernos por si se le ocurre dar un vistazo a la casa.

—Claro, sí.

Él se levantó de la cama y caminó tan delicadamente que sus pasos no hicieron ruido, como si hubiera flotado hasta mi lado.

—Puedes irte, yo ordeno esto —dijo de repente con esa voz profunda y calmada cerca de mi oreja. Me estremecí y me presione para no mirar su cuerpo, que al parecer no tenía pudor de mostrar—. Bajo en un minuto.

—Bueno.

Bajé las escaleras trotando y me encontré con el lugar perfectamente pulcro y acomodado. Pero algo me pareció muy extraño: Jungkook y Yoongi no estaban allí, y todo estaba silencioso.

De repente escuché la puerta de entrada y vi a Boom salir volando de abajo de la mesa. Retrocedí en mis pasos y corrí hacia las habitaciones. Alguien estaba entrando a la casa, había llegado varios minutos antes, y eso era algo que no habíamos tenido en cuenta: que podía no ser puntual.

Me deslice por el pasillo y entré al baño frente a la habitación de Taehyung cerrando la puerta con suma delicadeza. Debí haber pensado mejor y haber entrado a su habitación para advertirle que no saliera, pero ahora ya era muy tarde.

Un ruido extraño, un movimiento en falso, y quien fuera que estuviera abajo subiría a ver qué pasaba.

Recé un ave María y respiré hondo, di dos pasos hacia atrás y de repente, el calor de unos dedos se pegó a mi boca y una mano fuerte me tiró hacia atrás. Luché en silencio para quitarla y volteé lo más rápido que pude a ver: Yoongi estaba parado dentro de la bañera donde me arrastró con él y me hizo un gesto de silencio con el dedo indice.

Fruncí el ceño. ¿Cómo había llegado ahí tan rápido? Y además, ¿a dónde estaba Jungkook?

—¿Qué haces aquí? —susurré.

El baño estaba a oscuras. La tenue luz blanca del pasillo se filtraba por debajo de la puerta, pero en un segundo se apagó automáticamente y nos quedamos bajo una verdadera oscuridad.

—Corrí escaleras arriba cuando escuché el portón de la casa abrirse —contestó Yoongi—. Jungkook no alcanzó a subir, está en la alacena.

—¿La alacena? ¿Qué alacena? —Mi voz se elevó y Yoongi me tomó por el brazo para acercarme a él de un tirón. Me cubrió la boca con la mano otra vez.

—La alacena de la cocina. Le dije que corramos hacia arriba, pero entró en pánico y no me siguió. Lo vi meterse allí.

—¡Rayos! —exclamé quitando su mano de un tirón.

Yoongi juntó las cejas y me miró como preguntándome si era estúpido por seguir gritando.

—Lo siento —susurré bajando la voz otra vez—. Van a descubrirlo. Lo harán. Todos caeremos, y me quedaré sin empleo.

—En ese caso vuelves a tu casa y cortas pasto en otra mansión.

—No tengo casa.

Él me miró como arrepentido de haber dicho eso.

—Bueno, donde sea que vivas.

—Solía vivir en un motel. Pero no pude pagarlo y ahora esa ya no es una opción. Pero, ¿conoces la calle principal?, ¿viste el puente? Esa será mi próxima casa si me despiden hoy.

Yoongi suspiró y agachó la cabeza.

—Lo siento.

—Solo ruego que no descubran a Sinonimos, y que el tonto de Sahumerios no salga de la habitación hasta que la persona se largue. ¿Sabes qué estaba haciendo? Estaba meditando desnudo, ¡y no solo eso, sino que se acercó a mí y susurró algo en mi oreja! —exclamé en voz muy baja. Estabamos pegados frente a frente en el estrecho espacio de la bañera.

—Los tres son raros —contestó él.

—Sí, los tres. Sahumerios, Sinonimos y tú.

—Me refería más bien a ti.

—Yo no soy raro.

—¿Y qué haces en esta casa con esos dos?

—Bueno... con ese criterio, ¿qué haces tú en ésta casa con nosotros tres? ¿Eh?

Elevé mi ceja juzgadora y clave mi dedo aún más juzgador en su pecho. Él me miró fijamente, como si pensara qué responder. No le corrí la mirada. Yo no era el raro, en tal caso él lo era.

—Okay, Apodos, los cuatro somos raros. ¿Contento? —pronunció con su voz ronca como si me estuviera dejando ganar.

—Solo ustedes tres lo son, Cejas.

Él esbozó una sonrisa al tiempo que negaba con la cabeza.

—Cuánto endemoniado tiempo va a tardar en darle de comer a Boo...

Estaba comenzando a quejarme cuando pisé algo resbaloso en la bañera y mi pie salió disparado hacia un lado. Me desestabilizé y Yoongi me tomó con rapidez por los brazos, pero al hacerlo pisó mal y cayó hacia atrás conmigo.

Demonios.

SIN PERMISO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora