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Rayos solares se filtraban en la habitación gracias a que las cortinas estaban abiertas

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Rayos solares se filtraban en la habitación gracias a que las cortinas estaban abiertas.

Soltó un bostezo mientras se giraba en aquella cama, abrió sus ojos y lo primero que miró fue el fornido pecho de su novio. Se apegó más al contrario en busca de calor. Cosa que no se le fue negado, pues el cenizo lo atrajo más a él, abrazando de una forma protectora al bicolor.

El sonido de las olas del mar se escuchaba a lo lejos, al igual que uno que otra gaviota que andaba por la zona. No se escuchaban voces por el momento, pues apenas eran las seis de la mañana de un día sábado.

Katsuki decidió no levantarse de cama hasta que su novio estuviera del todo despierto, era fin de semana y a pesar de tener un horario estricto, no quería dejar el calor que le otorgaba el cuerpo contrario.

Aparte que no se quería encontrar con ninguno de los idiotas de la clase.

Sabía que estaban despiertos pues hace poco escuchó a Iida entrando de habitación en habitación para despertar a sus compañeros. Estaba a punto de hacer lo mismo con ellos, pero faltó una mirada amenazadora por parte del cenizo y el peliazul decidió dejarlos descansar un poco más. Recibiendo quejas por parte del resto de sus compañeros -su squad-.

El cuerpo entre sus brazos se removió dejando así ver su rostro. Aún había rastro de sueño en sus facciones, y soltando nuevamente un bostezo y frotándose con el dorso de su mano su ojo derecho, terminó elevando sus párpados. Un bostezo más y Katsuki jura que podría morir en ese mismo instante por la ternura que le causaba su novio todas las mañanas.

Un estornudo salió por los labios del bicolor, un tan pequeño y agudo que fácilmente podría hacerse pasar por el de un bebé.

--Buenos días, amor.--Murmuró divertido el cenizo, el bicolor solo atinó a asentir con la cabeza y volver a bostezar.

La puerta fue tocada de manera suave por lo que supo que no era alguien de su squad o el odioso cuatro ojos.

Al no recibir respuesta, la persona al otro lado decidió tocar nuevamente y hablar de una forma suave.

--Todoroki-san, Bakugo-san; el desayuno esta listo.--La voz de Yaoyorozu se coló en la habitación.--Los estaremos esperando abajo.

Y al no escuchar decir nada más a la Fermina supusieron que ésta se había retirado.

--Ya escuchaste a la tetona, fesita.--Y a pesar de que el menor quiso nuevamente acomodarse entre los brazos de su novio, éste no le dejó pues se levantó para ir al baño y darse una ducha.--¡No seas flojo y mueve ese culo!

--¡Ya lo moví ayer y estoy agotado!--El cenizo se rió por la respuesta, entendió el doble sentido de esas palabras.

Lo dejaría descansar un momento más.

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Ukentlig Sex ||Bakutodo||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora