Stupid love

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Bueno, el sufrimiento parece no querer parar (?).

Este también estaría siendo un capítulo algo largo. Y la verdad es que los demás también son medio largos.

You're the one that I've been waiting for (Tú eres al que he estado esperando)

Gotta quit this crying (Tengo que dejar el llanto)

Nobody's gonna heal me, if I don't open the door (Nadie me va a sanar, si no abro la puerta)

Kinda hard to believe, gotta have faith in me (Es un tanto difícil de creer, tengo que tener fe en mí)

I want your stupid love, love (Quiero tu estúpido amor, amor)

-x-

Cuando salgo del baño sólo con una toalla envuelta en la cintura, Tora me avisa que los chicos le dijeron que ya estaban saliendo para el bar. Él sugiere que nosotros deberíamos salir rápido si queremos llegar a tiempo y le digo que me dé unos minutos para vestirme. Me pongo rápido la ropa que había preparado y lo alcanzo en la cocina. Él está sentado en el sofá boludeando con el celular, y cuando me ve se levanta.

—¿No te conviene secarte el pelo? Está fresco y te podés resfriar. —me dice y se acerca para correrme un mechón húmedo de la cara.

—Nah, ya se me va a secar.

Después de compartir llaves, fue inevitable tener un rapidín no tan rápido. Para cuando nos dimos cuenta de la hora, ya eran pasadas las ocho, y aunque Tora se veía impecable, yo decidí darme un baño porque mi pelo iba a delatar lo que habíamos hecho.

—No pasa nada si llegamos un rato más tarde. No quiero que te enfermes. Dale, te lo seco yo.

No es una opción, sino que me arrastra hasta el baño en donde está el secador de mano suyo que dejó hace unas semanas. Secador que yo nunca usé, por cierto. Ignorando mis quejas, Tora me hace sentar en el inodoro enfrentando la pared, y en cuestión se segundos empiezo a sentir el aire caliente en el cuero cabelludo. No voy a mentir, se siente bien.

Tora hace un trabajo de peluquería, porque a los pocos minutos mi pelo ya está seco y... súper suave.

—Fua, nunca me había quedado así. —le digo tocándome las puntas que tienen una caída envidiable. Tora me da un beso en la cabeza y agarra algo de un bolso de mano que también había dejado hacía unos días. Más que nada son maquinitas de afeitar y lociones.

Saca una botellita transparente con un líquido ámbar y se desparrama unas gotas por las manos para después guardarla de nuevo. Un olor a almendras inunda el baño de inmediato, y me es inevitable cerrar los ojos para enfocarme y disfrutar más del perfume.

—Es un serum para puntas secas. Además, te va a dar más brillo.

—Mm... me encanta que me toques el pelo. —me pregunto si Tora secretamente es peluquero. Aunque considerando su pelo largo y su tintura poco convencional, entiendo que sepa tanto sobre cómo moldearlo y los cuidados y demás cosas de las que yo no sé ni mierda. Me acuerdo de que, cuando me decoloraba y me teñía más de pendejo, vivía con el pelo quemado porque no reparaba en estos detalles.

Tora sonríe y me acaricia el mentón, y me promete que de ahora en adelante me va a peinar más seguido.

Un mensaje me saca de mi estado zen, y cuando desbloqueo el celular veo que es de Mitsuya, que me dice que ya está allá.

Mi ex es mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora