Capítulo 9

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En unos meses Danny se casaría y yo no podría hacer nada, al parecer la castaña ya supero lo nuestro y no la culpo, después de todo eso fue hace años y tuvo a Charly, quien ayudo a que sanara cada una de esas malas heridas que yo le provoque.

Pase mi mano por mi cabello desordenado y me levante de la cama, mientras sientía el frío del suelo al contacto de mis pies desnudos, mientras la brisa fría de la madrugada pegaba en mi rostro, caminé hacía aquel balcón y tome mi teléfono para marcarle a Mia.

Su teléfono suena y no lo responde, quizá no debería llamarla a las tres de la mañana, pero es inevitable... necesito la calidez de su voz, en un ultimo intento llamando, escucho su voz ronca atender la llamada, estaba dormida... obviamente

—mm ¿Alo?—responde en un bostezo

—Lo siento, te he despertado—hable con culpa

—Descuida Cielo—dio otro bostezo—¿qué sucede?

No sabía que decirle, no podía simplemente decir: hace unos días me encontré con Danny y ¿adivina? Se va a casar y eso me tiene en la mierda, seguro eso la mataría emocionalmente

—Solo... necesito—suspire—...te necesito, Mia

—Aidan ¿Éstas bien?—la chica pregunto casi preocupada—¿necesitas qué vaya allá?

Asentí como si Mia pudiera verme—si, necesito verte... te necesito

—Ok, ahora mismo busco un vuelo disponible, te veo en Canadá, te amo

—yo también

Y con esa mentira, corte la llamada, no comprendía porque le había pedido que viniera, esto es un poco cruel... hacerla venir solo por que no puedo con mis estúpidos celos, al parecer todos han madurado a excepción mía; pero ¿como hacerlo? Desde que llegue a Canadá mis pensamientos cayeron repentinamente en ella, en su voz, en su cabello, en sus ojos... en sus besos y todo colapso cuando la vi hace unos días y más aún al saber que se casara, al parecer nunca fui capas de olvidarla, no como tal vez ella lo hizo conmigo.

Pero aún así no puedo tolerar la idea de tan siquiera imaginar al amor de mi vida caminar hacía el altar y que el que la este esperando allí no sea yo.

Ya déjala ir de una jodida vez.

[...]

Me desperté al oír un golpe tras otro golpe provebiente del otro lado de la puerta de la habitación y note que me había quedado dormido en una silla justo afuera en el balcón, me levanto y acto seguido hago tronar mi cuerpo, para encaminarme hacia la puerta y abrirla quedando al frente de la pelirroja y sus lindos ojos azules.

—Parece que viste un fantasma—dice mientras frunce el entrecejo—al menos un "que tal" sería perfecto para saludar a tú novia

—Mia—masculle mientras me movía a un lado para que pasara—no te esperaba, bueno si, pero no aún

—Iría hasta el otro lado del mundo solo por ti—rodeo mi cuello con sus manos—te amo, no podía dejarte solo

¿En que momento deje de amar a Mia? ¿en que momento volví a ser aquel chiquillo enamorado de Danny? o quizá ¿en que momento solo fingí amar a Mia? La pelirroja se incorporo más hacía mi en un intento fallido de besarme y digo fallido porque no pude corresponder aquel beso, hice a un lado mi cabeza, provocando que la pelirroja me diera una mirada de desaprobación... pero no pude, en verdad no pude, sentí un vació en mi al ella intentar darme algo de amor cuando se que yo ya no podre dárselo.

No cuando una vez más la castaña esta en mis pensamientos y es que sigue siendo igual que hace años, nadie podría ocupar el lugar que ella tiene en mi corazón, o bueno ella es la dueña de lo que quedaba del mío, yo se lo ofrecí en un beso en aquel baile de graduación

Más allá de una simple apuesta©(2) [ ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora